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Cómo una recesión mundial en 2023, amenaza los pocos “salvavidas económicos” de Ortega

Altos cargos del Banco Mundial pusieron sobre la mesa el aviso de una posible recesión mundial el próximo año. Estos serían los efectos en Nicaragua

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Una profunda recesión amenaza al mundo en el 2023 y por ende a Nicaragua. Las posibilidades son cada vez mayores, a medida que los bancos centrales parecieran estar perdiendo la batalla en su esfuerzo por domar la incontrolable inflación, que no cede, pese a los severos ajustes que se han hecho en las tasas de interés. Esto aumenta los temores de que solo una recesión puede dar paso a un reequilibrio de la oferta y demanda mundial, lo que relajaría los precios.

Aumentar la tasa de interés es sinónimo de castigo al consumo, el empleo y el crecimiento. El 15 de septiembre reciente, el Banco Mundial, publicó el documento Is Global Recession Imminent? (¿Es inminente la recesión global?), elaborado por tres altos cargos de la entidad multilateral, en el que analizan el escenario de un severo deterioro de la economía mundial el año próximo, partiendo de los síntomas actuales, entre los que se incluyen la inflación creciente, situación que sucede en Nicaragua.

LA PRENSA conversó con varios analistas, a fin de que hicieran sus previsiones sobre los efectos o las medidas que deben ponerse en práctica en Nicaragua, en el caso de una recesión económica mundial el año próximo. En los últimos años, el régimen de Daniel Ortega ha sostenido la economía y la recuperación en tres fuentes principales vinculadas a factores externos: las exportaciones, remesas y préstamos internacionales, especialmente en el 2020.

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Los autores del documento, Justin Damien Guénette, M. Ayhan Kose y Naotaka Sugawara, toman en cuenta su conocimiento adquirido sobre recesiones mundiales anteriores y señalan que hay dos indicios que se han presentado en los últimos meses o que pueden estar en marcha: el debilitamiento del crecimiento económico del año previo y en segundo lugar, todas las recesiones mundiales anteriores coincidieron con fuertes desaceleraciones o recesiones directas en varias economías importantes del planeta. 

Además enfatizan que la inflación ha alcanzado máximos de varias décadas en muchos países. Nicaragua no es la excepción. 

Como resultado, el documento indica que la economía mundial se encuentra en medio de uno de los episodios de endurecimiento de la política monetaria y fiscal con mayor sincronía internacional de las últimas cinco décadas.  

“Estas acciones de política son necesarias para contener las presiones inflacionarias, pero sus efectos combinados podrían producir impactos mayores de lo previsto, tanto en el endurecimiento de las condiciones financieras como en la profundización de la desaceleración del crecimiento”, recomiendan.

Este contrasta con las políticas adoptadas alrededor de la recesión mundial de 1975, pero es similar a las implementadas antes de la recesión de 1982, plantean.

“Si la desaceleración global en curso se convierte en una recesión, la economía global podría terminar experimentando grandes pérdidas de producción permanentes en relación a su tendencia previa a la pandemia”, señala.  

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Lo anterior traería graves consecuencias para las perspectivas de crecimiento a largo plazo de las economías de mercados emergentes y en desarrollo, entre los que se encuentra Nicaragua, que ya se vieron gravemente afectadas por la recesión mundial inducida por la pandemia por covid-19. 

Los efectos en Nicaragua

Una recesión económica, para el economista y sociólogo en el exilio, Oscar René Vargas, es una forma de describir una crisis económica clásica que consiste en una disminución sostenida de producción y consumo, acompañada por altas tasas de desempleo y de quiebras empresariales.

Sobre los efectos en países en vías de desarrollo, un economista, que solicitó el anonimato por temor a represalias del régimen de Daniel Ortega, dijo que es de esperarse que se refleje en las economías frágiles y dependientes de una estructura productiva primaria y se sufra una contracción severa que afectará no solo al sector financiero sino para a la ciudadanía en general. 

“Pero en mayor grado a los sectores más susceptibles de un pueblo que ya siente los estragos de una inflación que lógicamente se incrementará”, auguró, lo que se traduciría en una reducción significativa del crecimiento y aumento del desempleo. 

Estima también que el sector empresarial podría verse en apuros para producir y los ciudadanos verían que sus ingresos se reducirán, por la pérdida de capacidad de compra de sus salarios o por la pérdida de sus puestos de trabajo.   

“El país que todavía no se recupera a los niveles de 2017 debido a la recesión que se originó por motivos sociopolíticos a partir de abril 2018, estaría doblemente afectado por esa contracción global”, aseveró. 

“Es decir que el país enfrentará un panorama oscuro pues habrá que tomar en cuenta el sobrendeudamiento que ha llevado más allá de los límites prudenciales, ya que el Gobierno ha logrado sacar a flote el presupuesto nacional a costa del endeudamiento público y privado con los organismos internacionales y a través de colocación de bonos del Estado”, indicó.

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Por otra parte el país se encuentra en una situación delicada  en el contexto internacional, especialmente con sus principales socios comerciales que podrían endurecer las sanciones afectando las preferencias arancelarias, restando competitividad a las exportaciones nicaragüenses, dado que todavía el Gobierno no da los pasos para resolver problema sociopolítico y restablecer la democracia y las libertades públicas, como lo están solicitando los países socios.  

Con ese escenario del contexto interno y la sombra de una recesión global, la inversión se reduciría aún más y habría que estar preparados por si los inversionistas y las exportaciones de zona franca disminuirían su ritmo de ventas, poniendo en peligro miles de empleos.

“Si la recesión global es inevitable, ya el Gobierno debe estar preparado para enfrentarla, con políticas de inversión pública que alivien a los sectores más sensibles y asegure la seguridad alimentaria de las zonas más deprimidas”, recomendó. 

Buscar recuperación de la credibilidad

El especialista consideró que el régimen de Daniel Ortega “debe mostrar voluntad política y abrir un verdadero diálogo, dando los primeros pasos decisivos para ganar credibilidad internacional, soltando los presos políticos, y revirtiendo las leyes y políticas que afectan las libertades y ahuyentan la inversión privada y la cooperación internacional indispensables para manejar el déficit presupuestario que se agudizará”.

Jóvenes de izquierda exigen la liberación de los presos políticos de Nicaragua en un evento realizado en Argentina en abril reciente. Foto tomada de la página de LIS

Otro economista, que también solicitó la omisión de su nombre, también consideró que si ocurriese una recesión global, el impacto sería fuerte para países como Nicaragua. 

“No vamos a evitar una desaceleración de la economía, tanto mundial como la de Estados Unidos, en particular, y Europa, podría ser que entremos a una recesión, pero todavía no lo doy por un hecho, es un tema que está en discusión, además de controversial”. 

Sin embargo cree que las posibilidades existen en la medida que se están aplicando alzas en las tasas de interés para enfrentar la inflación que ha mostrado dificultades para controlarse. 

El pasado miércoles, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) anunció una subida de tres cuartos de punto de sus tasas (0.75 %) y “anticipa que serán necesarias alzas suplementarias”, ante una inflación alta y difícil de controlar.

Este otro economista dijo que en cierta forma, América Latina tiene cierta ventaja por el hecho que su producción está centrada en comodities, “particularmente los alimentos tienen precios altos en el mercado internacional y eso nos está favoreciendo, estamos teniendo exportaciones vigorosas”. 

Siendo optimista, consideró que “podría ser que la recesión no nos impacte de la misma manera que si no estuviéramos en ese segmento de producción exportable”. 

“No tendríamos necesariamente un impacto tan relevante por la naturaleza de los productos que estamos exportando cuyos precios están bien, en un pico, que posiblemente se va a mantener y eso siempre trabaja a nuestro favor”, indicó. 

Y por otro lado las importaciones tienden a abaratarse, agregó. “Estos dos factores podrían volcarse a favor de una economía como la de Nicaragua”. 

Efecto directo en zonas francas

No obstante, coincide con su colega en que otros sectores sí se podrían contraer, es el caso de la exportación, a través de las zonas francas, de textiles y arneses. “Están siendo dos mercados bastante dinámicos en donde el consumo de estos sectores ha estado fuerte”, señaló. 

Un tercero en apoyar esta previsión es Oscar René Vargas. Tras el aumento de las tasas en EE. UU., considera que se va a contraer el consumo y se va a incrementar el desempleo. Por lo tanto, la primera repercusión posible para Nicaragua es que la producción de las empresas zona franca se va a ver obligadas reducir sus exportaciones por la caída de la demanda del país norteamericano.

La baja productividad

El segundo economista en anonimato mencionó, no obstante, que algo que preocupa es que la productividad ha venido descendiendo, se están logrando mejores ingresos por exportaciones a causa de los buenos precios internacionales, pero se está produciendo menos volumen. 

“Esa es una tendencia preocupante y no necesariamente positiva, que nos favorecen los buenos precios de nuestros productos de exportación, no es una situación deseable la que estamos viviendo, ni es sostenible”, planteó. 

El “rebote” y qué esperar de crecimiento 

Dijo que actualmente la economía nicaragüense vive la etapa de “rebote”, después de la recesión provocada por la crisis sociopolítica de 2018 y la pandemia. “Los indicadores muestran una mejoría”, apuntó. 

Dijo que hay discrepancia sobre las cifras de crecimiento económico al cierre de 2022. 

“Hay quienes dicen que es 1.8 por ciento y el Gobierno que dice que se podría llegar hasta el 5 por ciento, el FMI dice que 3.8 por ciento y la Cepal junto al Banco Mundial apuntan al 3 por ciento, considero que vamos a terminar, probablemente entre 3 y 4 por ciento”, aseveró. 

Un crecimiento que a su juicio no es lo que el país requiere, “se necesita crecer de manera sostenida 7 por ciento anual, para duplicar el PIB per cápita en 10 años”. 

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Datos del BCN indican que el PIB per cápita creció 10.2 por ciento en 2021, luego de tres años de tendencia negativa. 

“Este año estaríamos desacelerándonos respecto al año pasado y el próximo continuaría esa tendencia, por ello no hay una situación deseable o sostenible, podrían venir más límites en la capacidad de generar crecimiento, ahí la clave será mejorar el problema de incertidumbre que tenemos”, apuntó. 

Dijo que hay amenazas de interrupción de flujos financieros que pueden comenzar a impactar. 

“Tenemos sin duda un riesgo país elevado, sin duda”, apuntó. 

El panorama internacional

Los rendimientos de los bonos del Tesoro de EE. UU. a 10 años subieron el lunes (19 de septiembre) a su nivel más alto desde 2011, mientras los inversores ajustaban posiciones tras la decisión de la FED de subir sus tasas de interés por un mayor tiempo del esperado, ya que la inflación se mantiene cerca de máximos de varias décadas, explicó el economista Oscar René Vargas.

Recordó que la Fed subió los tipos de interés por quinta vez consecutiva este año, con ello, los dejará en el nivel más alto desde 2008, cuando empezaba la gran recesión derivada de la crisis financiera 2008-2009. “Desde entonces, los estadounidenses no conocen lo que son tipos de interés oficiales por encima del 2.5 %. Ahora van a situarse por encima del 3 por ciento”, indicó. 

Impacto en las remesas

Además de los efectos en las exportaciones de zonas francas, Vargas señaló que la segunda repercusión sería que los emigrantes nicaragüenses pierdan empleos y, por lo tanto, tengan que reducir los montos de las remesas familiares. “Ambas repercusiones significan incremento o congelamiento del empleo en la zona franca y reducción del consumo interno. Lo que se traduce mayor descontento social y empobrecimiento de la población”. 

Una tercera posible repercusión sería una disminución de las Inversiones Extranjeras Directas (IED) en Nicaragua, también en Centroamérica, que también repercute en la creación de empleos y reducción del consumo. Por lo tanto, la reducción de las remesas y de las IED implica una reducción del PIB.

Señaló que antes de la recesión global que se pronostica para el próximo año, diferentes instituciones internacionales estiman que Nicaragua tendría un crecimiento entre el 2.0 por ciento y el 2.5 por ciento en el 2023, por lo tanto, la tendencia será crecer menos a los pronósticos. 

Además citó algunos ejemplos de síntomas preocupantes en las economías más grandes, es el caso del cierre que decidió Rusia a inicios de septiembre, del gasoducto Nord Stream I que abastecía de gas a Europa, ha encendido las alarmas de recesión en toda Europa.

Entrada de la sede de Uniper en Duesseldorf, Alemania llegó a un acuerdo para nacionalizar el atribulado gigante del gas Uniper, mientras el sector energético se tambalea por las consecuencias de la guerra de Rusia en Ucrania. El acuerdo dejará a Alemania con una participación del 99 por ciento en la compañía de gas cargada de deuda, dijo el Ministerio de Economía en un comunicado. LA PRENSA/AFP

También refirió la nacionalización plena de Uniper —la gran distribuidora de gas alemana a la que Berlín—, anunciada el miércoles pasado, no ha podido salvar de la quiebra pese a los desembolsos de más de 12,500 millones de euros desde el inicio de la contienda bélica en Ucrania.

Por otro lado indicó que los índices de capacidad de compra de la industria en las cuatro mayores economías del euro y en naciones como Polonia, se aproximan o han penetrado ya en territorio negativo. Además, entidades especializadas anticipan cifras negativas para Francia, Alemania e Italia. 

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“Los principales posibles efectos de una recesión económica global que podemos observar en el 2023 en Nicaragua se van a manifestar a través de un incremento del desempleo, restricción del crédito al encarecerse, reducción de la producción, caída de la inversión y de los salarios reales, varias quiebras de empresas (ya sean pequeñas, medianas o grandes), disminución de las ganancias de los bancos y de las empresas, dificultades en el Sistema Financiero, montos reducidos de comercio y contracción del consumo”, concluyó Vargas.

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