El 21 de marzo de 1988 las representaciones del más alto nivel del gobierno sandinista y la dirigencia de los rebeldes armados se juntaron en la localidad de Sapoá para negociar el fin de una guerra que ninguno de los dos bandos podía ganar.

El 21 de marzo de 1988 las representaciones del más alto nivel del gobierno sandinista y la dirigencia de los rebeldes armados se juntaron en la localidad de Sapoá para negociar el fin de una guerra que ninguno de los dos bandos podía ganar.
¿La gente y los gobiernos de Nicaragua tendrán la capacidad y la voluntad de cuidar apropiadamente la enorme territorialidad y riqueza marítima que ya poseen y que podría aumentar en mucho más. Y no solo explotarla y aprovecharse de ella, sino también cuidarla y preservarla?
Las sanciones a la economía de Nicaragua empobrecerían más a la gente y muchas más personas desesperadas se irían del país, a Costa Rica y Estados Unidos, en busca de mejores oportunidades.
Mi padre murió en 1981, a una edad que ahora yo he sobrepasado, y lo he recordado cuando la fiel y servicial Corte Suprema de Justicia de Nicaragua me ha despojado de algo que sólo a él debo, mi título de abogado y notario.
Los gemelos heredaron de su madre una gran hermosura y de su padre una furia incontenible, y un par de alas cada uno, que les nacieron cuando llegaron a la pubertad.
Todo este ambiente de preocupaciones requiere de un compromiso colectivo para proteger la cultura de los derechos humanos, y no ahogarse en mezquindades, sabiendo que todo depende de nosotros, también esa marea idílica necesita del verso nuestro para ser inmensidad de oleaje en comunión.