La comunidad democrática internacional está aplicando la estrategia política y diplomática de la presión suave, apostando a la posibilidad de que las elecciones del 28 de julio próximo en Venezuela sean libres. Pero además a que sus resultados sean acatados por el que pierda, pues solo así podrían servir para que el país comience a salir de la profunda crisis socioeconómica, política y humanitaria, causada por la revolución bolivariana y el “socialismo del siglo 21”.
Decimos la comunidad democrática internacional, porque nos referimos a los países donde hay libertad y democracia; no a la comunidad internacional en general que incluye a las grandes potencias y demás países autoritarios. Estos son aliados naturales y amigos de la dictadura bolivariana y su apuesta es a que Nicolás Maduro gane las elecciones para que siga detentando el poder y arruinando a Venezuela.
La estrategia diplomática y política que está aplicando la comunidad democrática internacional en Venezuela, es la del llamado “poder blando”, como se le llama a la presión suave que pretende tener la eficacia que generalmente no se logra con las medidas drásticas y confrontadoras.
El concepto de Soft Power o “poder blando” fue creado por el profesor de geopolítica y estrategias políticas internacionales de la Universidad de Harvard, Joseph Nye, quien sirvió a las administraciones de los presidentes estadounidenses Jimmy Carter, Bill Clinton y Barack Obama.
Joseph Nye definió de esa manera una estrategia de política exterior destinada a influir en los intereses y las decisiones de otro u otros países, valiéndose de medios diplomáticos y políticos, como el diálogo y la persuasión, en vez de recurrir al uso de la fuerza que casi siempre o muchas veces resulta contraproducente.
La estrategia del poder o la presión blanda diferencia y prefiere la aplicación del “poder sutil de la cultura o de las ideas”, en vez de formas más coercitivas de ejercer la presión, llamadas “poder duro”, como son el uso de la fuerza o la amenaza de usarlo, y las sanciones económicas destinadas a arruinar al país sancionado.
En el caso de Venezuela, en la actualidad, con la presión suave se pretende ayudar a la creación del ambiente político favorable a que las elecciones programadas para el 28 de julio próximo sean libres, y que sus resultados sean respetados por las partes participantes. Con ese fin, la Unión Europea decidió el lunes de esta semana aflojar las sanciones que ha impuesto al régimen venezolano, igual que lo ha hecho EE.UU.
Concretamente, la UE ha cancelado temporalmente las sanciones individuales impuestas al presidente del Consejo Nacional Electoral de Venezuela y otros miembros del mismo organismo. Además, prorrogó el resto de sanciones hasta el 10 de enero de 2025, cuando debe comenzar el período presidencial de quien gane las elecciones de julio próximo.
“Con esta importante y positiva señal, reconocemos los recientes pasos alentadores y reconfirmamos nuestro compromiso y apoyo para el buen desarrollo de proceso electoral”, informó Peter Stano, vocero para la política exterior de la UE, refiriéndose a la inscripción de la candidatura presidencial del representante de la oposición unida, Edmundo González Urrutia.
Stano agregó que la UE espera poder enviar una misión de observación electoral a Venezuela que pueda evaluar de manera imparcial e independiente la celebración de “unas elecciones inclusivas y competitivas”. No importa que el régimen la llame misión “de acompañamiento”, lo importante es que cumpla las funciones de la observación electoral internacional.
No hay muchas razones para confiar en que el régimen de Maduro cumplirá finalmente el compromiso de celebrar elecciones libres y competitivas; y menos en que si cumple y gana la oposición reconocerá su derrota y le entregará el gobierno.
Pero no hay otra opción. La alternativa sería el uso de la fuerza en cualquiera de sus formas, para lo cual no hay —o no parece que haya— en Venezuela las condiciones políticas y el ánimo de la gente indispensables para que se pueda hacer tal cosa. De manera que no queda más remedio que confiar en que el poder blando o la presión suave podrá tener los buenos resultados que se quieren y se necesitan.