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La inflación está “secando” el bolsillo de los nicaragüenses y destroza las expectativas de Gobierno. Esta es la grave situación

Por qué la inflación debe preocupar a los nicaragüenses y cómo entender su impacto en el hogar. Dos economistas analizan el sombrío panorama

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La percepción de que han subido los precios de manera constante este año se comprueban con las estadísticas oficiales. “Todo está mas caro”, dice “Esperanza”, nombre ficticio de una ama de casa de Managua que solicitó la omisión de su identidad por temor a represalias del régimen de Daniel Ortega.

La economía nicaragüense presenta una inflación acumulada de 7.58 por ciento hasta agosto, de acuerdo a cifras oficiales, sin embargo, el aumento es más considerable al compararla con el mes de agosto del año pasado: 12.15 por ciento. Esta realidad pone distancia a las proyecciones del presidente del Banco Central de Nicaragua (BCN), quien reiteró hace tres semanas que la inflación para este año cerrará entre 7 y 8 por ciento.

La tasa de inflación se mide a través del Índice de Precios al Consumidor (IPC), y refleja la variación sostenida de los precios que pagan los consumidores por los bienes y servicios, a más alto el índice, implica más encarecimiento en la economía. 

Según el Instituto Nacional para Información para el Desarrollo (Inide), en la inflación mensual de agosto, se observó “contribuciones positivas”, es decir incrementos, en nueve de las 12 divisiones que conforman la canasta del IPC, que es la agrupación de sectores económicos para evaluar el comportamiento de precios, destacándose Restaurantes y hoteles, bienes y servicios diversos, y alimentos y bebidas no alcohólicas, entre otros. 

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También mostraron incrementos prendas de vestir y calzado; muebles, artículos del hogar y para la conservación; transporte; Alojamiento, agua, electricidad, gas y otros combustibles; Recreación y cultura y en menor escala, educación.

En el otro lado, muestran abaratamiento de precios, los sectores salud, comunicaciones y bebidas alcohólicas y tabaco.

Esperanza señala que “a inicios del año me iba a hacer las compras al supermercado para una semana con 1,500 córdobas (unos 41 dólares) y llevaba lo que necesitaba, ahora me ha tocado reducir las compras, pero cuando es muy necesario ya no son 1,500 córdobas, sino 3,000 (83 dólares), lo que pago por lo menos”.

Aumentar tasas de interés

El economista Néstor Avendaño, en el reciente análisis realizado en su blog, asegura que en el actual contexto, para reducir la tasa de inflación se deberá incrementar las tasas de interés, con lo que se restringirá la demanda interna (consumo e inversión) y la producción, y aumentaría la tasa de desempleo abierto, según sus cálculos, hasta cerca del 5.0 por ciento que es su tasa natural en el país, y también la tasa de  inactividad económica, que afecta a un tercio de la población de 14 años y más de edad.   

Por su parte, un economista consultado por LA PRENSA, bajo condición de anonimato, señaló que “el gobierno está cuidando la inflación probablemente más que el crecimiento y en cierta forma no tiene muchas opciones, porque la inflación al final de cuenta es también al final golpea más a los sectores pobres”. 

“Han estado presionando hacia un alza en la tasa de interés para contribuir a que la inflación no se les dispare”, apuntó.

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El BCN ha incrementado la tasa de referencia monetaria (TRM) en cuatro ocasiones desde abril hasta julio del año en curso, al pasar de 3.5 por ciento hasta 5.5 por ciento, que es parte de las acciones de política monetaria para inyectar o absorber liquidez en la economía (disponibilidad de dinero), a través de las operaciones de mercado abierto, siendo una de las alternativas para estabilizar la inflación.

Una mayor tasa de interés desincentiva la inversión y el consumo, de esta manera se limita la cantidad de dinero disponible en la economía, con lo que el nivel de precios disminuye.

“Desaceleración deliberada”

A juicio del economista, bajo condición de anonimato, el gobierno “se está moviendo de acuerdo al contexto internacional, está cuidando que la inflación no se salga de control, hay una tendencia a la desaceleración económica deliberada hasta cierto punto, porque es lo que hacen las tasas de interés, al elevarlas la economía se va a desacelerar para ayudar a que la economía no se sobrecaliente y no perder el control de la inflación”. 

“El incremento de las tasas de interés va a desincentivar el uso del préstamo pero va a ver disponibilidad para prestar y muchos van a querer aprovecharlo”, agregó refiriendo que el sistema financiero nicaragüense va en una etapa constante de recuperación.

Pronosticó también aumentos en las tasas de interés para los ahorros, “efectivamente eso debería de ocurrir, si no lo hacés la gente puede decidir sacar su plata hacia afuera, los bancos tratan de mantenerse en línea con lo que esté pasando afuera”.

Sin embargo considera que las proyecciones oficiales de 6 a 7 por ciento de inflación anual, no serán efectivas partiendo del acumulado hasta agosto (7.58 por ciento), “podría terminar en 9 puntos”, auguró. 

Este miércoles, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), anunció una subida de tres cuartos de punto de sus tasas (0.75%), y “anticipa que serán necesarias alzas suplementarias”, ante una inflación alta y difícil de controlar.

Inflación para arriba

El economista Avendaño, agrega que los índices mensuales de la estacionalidad del IPC siempre han mostrado una trayectoria decreciente entre junio y septiembre de cada año, resultante principalmente de la salida de la cosecha de la primera fase del ciclo agrícola del país.  Sin embargo, el IPC del mercado local se aceleró en el lapso de enero-agosto de este año, excepto en junio al registrar una levísima desaceleración.   

En tanto, la tasa de inflación subyacente, que excluye los precios volátiles de los combustibles y de los alimentos y que debe ser controlada por la banca central, se aceleró 9.35 por ciento en agosto, de acuerdo a los datos del Inides. “Esta aceleración de la inflación subyacente implica que las expectativas inflacionarias de mediano plazo de los consumidores y de los productores están creciendo, están fortaleciéndose, razón por la que el economista recomienda reducir las expectativas inflacionarias. 

“La autoridad monetaria del país (Banco Central) tendría que reducir la actual tasa de inflación subyacente de 9.35 por ciento hasta 4.0 por ciento, el mínimo de su rango, o hasta 4.5 por ciento el máximo de ese rango”, propone. 

Agrega que el objetivo de reducir la alta inflación, que se mide en córdobas, está sujeto a una restricción muy severa: la excesiva dolarización extraoficial de la economía.

Los “choques” externos

Detalla que al 31 de agosto, el córdoba participó apenas con el 27.8 por ciento en la liquidez total de la economía, mientras que el dólar dominaba el 61.2 por ciento del mercado monetario y el córdoba con mantenimiento de valor, que es un dólar disfrazado, figuraba con el 10.4 por ciento, esta situación según Avendaño complica la estabilidad de una tasa de inflación baja, pues por el alto nivel de moneda extranjera, inciden directamente los “choques” que provienen del exterior y no pueden ser aplacados por la política monetaria. 

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Comentario con el que coincide el economista bajo condición de anonimato. “Tenemos una inflación importada que es fuerte, simplemente porque a nivel mundial así están las cosas y nosotros tenemos una gran dependencia de las importaciones en la economía”, agregó.
 
“Esos choques inflacionarios por el lado de la oferta son causados por el resurgimiento de la pandemia del Covid-19 con las reaperturas de las economías y los cuellos de botella de la cadena de suministros de materias primas y bienes terminados, y por el conflicto geopolítico-militar entre Rusia y Ucrania”, explica Avendaño. 

Mientras las alzas persistan, Esperanza ha venido sacando de la lista de compras varios productos y busca alternativas “más baratas”. “Hay cosas básicas como el aceite que se debe comprar, no hay de otra, y es una de las cosas que se ha venido encareciendo, pero otras toca cortarlas, ya no da la bolsa”, indicó.

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