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Tres años de recesión económica, más el impacto de la crisis sanitaria y el agudizamiento de la crisis política en un contexto electoral, han propiciado el aumento significativo de la pobreza en Nicaragua, perdiendo los esfuerzos logrados por años para reducir este flagelo, el cual “sigue siendo crónico”, sostuvo el economista Carlos Herrera Urbina.
En términos de reducción de pobreza, Herrera comparte que esta en 1990 estaba por encima del 50 por ciento y a la fecha, previo al estallido de la crisis sociopolítica de 2018 y a la crisis sanitaria por Covid-19 originada en 2020, se llegó a reducir hasta 32.9 por ciento. “Se puede decir que iba por buen camino, pero el problema sigue siendo crónico y continuamos siendo el segundo país más pobre de la región”.
Nicaragua es considerada la economía más empobrecida del istmo y la segunda en América Latina, situación que ha desencadenado la inseguridad alimentaria, el deterioro del poder adquisitivo, la migración, el desempleo, la violencia, la falta de acceso a la educación y salud pública, entre otras cosas.
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El economista, en su más reciente libro: “La heterogeneidad de la Pobreza en Nicaragua”, aborda el poder monopolístico que poseen las instituciones financieras en el país, las diferencias de ingresos entre hombres y mujeres y el cambio climático como causa potencial de la pobreza en el país.
A propósito de la publicación del libro, LA PRENSA conversó con el autor para conocer más a fondo las implicaciones y consecuencias de este flagelo en la vida de los nicaragüenses.
Las razones fundamentales
Para Herrera, existen cuatro puntos fundamentales para entender cuáles son los factores principales que propician el estado de pobreza en territorio nacional, siendo el primero referente a la estabilidad macroeconómica, “a veces tiene efectos un tanto exógenos y afectan mucho a través de la composición del tipo de cambio en el país”, aseveró.
“Afecta mucho a los hogares más pobres, con esto no digo que se tiene que descuidar la parte macroeconómica, pero sí tendría que estar más orientada, por lo menos desde el punto de vista cambiario, a la situación de los más vulnerables en el país”, indicó.

El segundo punto tiene que ver con el tema del poder monopolístico que poseen las instituciones financieras en el país, en donde, desde el punto de vista del economista, se ven banco y financieras como acumuladores en lugar de facilitadores de inversión, por lo tanto para muchas personas conseguir un préstamo, “lo puede llevar a una trampa, a una pobreza perpetua, en vez de ser un mecanismo para sacarlo de esta”.
“También tienen un poder monopolístico bastante significativo. En el resto de Centroamérica hay muchos más bancos, en Nicaragua siempre estamos en el promedio de entre seis y siete instituciones financieras, eso los lleva a fijar las tasas de intereses y a moldear los términos de riesgos a como ellos los estén tratando de implementar en su momento”, explicó.
En relación al tercer punto, este expone las diferencias de ingresos entre hombres y mujeres, Herrera sostiene que a pesar de que Nicaragua ha obtenido bastante progreso en el tema de educación, llevando a que actualmente las mujeres tienen más años de escolaridad en comparación con los hombres, en promedio, aún las mujeres siguen ganando menos.
“Eso se explica por factores que no son de mercado, son factores de sesgo, de ocupaciones y factores de incriminación o segregación de género, específicamente para las mujeres. Por ejemplo, la mayoría de los taxistas en Nicaragua son hombres y la mayoría de las enfermeras siguen siendo mujeres, esa falta de mezcla en las ocupaciones a nivel globalizado en la economía nicaragüense siempre hace que haya bastante segregación de género”, aseguró.
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Cambio climático debe preocupar
El último punto, que se llega a considerar como una causa potencial de pobreza, es la variabilidad climática, pero, ¿por qué no se habla tanto al respecto? El especialista considera que por las necesidades inminentes en temas de educación, infraestructura y salud del país, pero que eventualmente, en un corto plazo, va a ser un problema mayor.
“Mi estudio ha llegado a cierta conclusión, por cada milímetro de variabilidad en la precipitación, el consumo se reduce en 1.6 por ciento, ¿Cómo se traduce esto en términos de pobreza? Es que si la pobreza actual la medimos en base al 32.9 por ciento de pobreza general, la vulnerabilidad de tener gente más pobre en el país es de 47.30 por ciento, ese 14.4 por ciento que se da de la resta de las cifras, es lo que le llamo pobreza potencial, todo eso debido al cambio climático, que es un tema que se está dejando bastante por fuera”, enfatizó.
Y es que, según el último informe de coyuntura de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides), la tasa de pobreza general en 2020 fue de 27.9 por ciento, es decir que aproximadamente 1.8 millones de personas viviendo con menos de 1.76 dólares diarios.
En relación a la pobreza extrema, se estima que en el mismo periodo la cifra se situó en 7.0 por ciento, lo se traduce en más de 467 mil nicaragüenses que no contaron con el ingreso suficiente para costear sus necesidades básicas.
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Según las proyecciones de Funides, para este año se estima que la economía crezca 3.7 por ciento, lo que conllevaría a que la tasa de pobreza general se posicione en 24.5 por ciento y la tasa de pobreza extrema se sitúe en 5.9 por ciento.
Inversión extranjera debe impactar más
A criterio de Herrera, la Inversión Extranjera Directa (IED) ha tenido un impacto bastante positivo en la generación de empleos. No obstante, desde el punto de vista macroeconómico, “la entrada de montos notables de IED, sumado con las remesas y con lo que fue en términos de cooperación internacional pudiera ser de que contribuyó un poco a la apreciación de la moneda. Las políticas públicas tienen que ir de la mano considerando las cosas que dan ventaja y a su vez, algunas externalidades que se tienen que ir nivelando poco a poco”.
Nicaragua tiene una posición geográfica privilegiada al estar cerca del mercado principal del mundo, Estados Unidos. Asimismo, cuenta con salidas marítimas y terrestres para poder sacar la producción desde diferentes puntos del territorio, ¿Qué tipo de inversión extranjera debería apostar el país?
“Lo ideal sería inversión que genere productos con valor agregado, pero para eso Nicaragua tendría que pasar a cierto nivel o graduarse en otro nivel de desarrollo, teniendo como ejemplo a países como Malasia o Singapur, todos los países que han logrado convertir su matriz exportadora de materias primas a materias con valor agregado, a productos o servicios con valor agregado”, explicó Herrera.
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Siguiendo esta línea, agrega que esa situación “les ha ayudado (a eso países asiáticos) a alcanzar niveles no solo de erradicación de pobreza, sino también de niveles de riqueza dentro de sus ciudadanos, ese es el tipo de modelo que Nicaragua debería de apuntar, esos son los modelos exitosos”.
Al ser consultado sobre el papel que juega el sistema financiero en el esfuerzo de reducir la pobreza en el país, Herrera respondió que su contribución hasta la fecha ha sido “tímida, ya que ellos tienen siempre el fantasma del riesgo bancario a la hora de colocar un crédito y por eso sus índices de rentabilidad son elevados, porque cobran tasas de interés relativamente altas”.
“Si las tasas y los plazos de los créditos son más adecuados al nivel de pobreza que tiene el país, entonces obviamente sí van a contribuir a que yo realice inversiones, tanto como microempresario, como pequeño productor en el campo y logre salir adelante. Si la inversión que yo hago es meramente para subsistir y pagar los créditos, entonces el papel de las instituciones financieras se ve bastante limitado”, enfatizó.
Reducir brecha salarial entre hombres y mujeres
Como se mencionaba anteriormente, la alta diferencia salarial existente entre mujeres y hombres en Nicaragua ha contribuido en los históricos índices de pobreza, ¿Qué políticas se requieren desde el Estado para mitigar esta problemática?
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Para Herrera, se necesitan políticas “en términos de tratar de mitigar un poco lo que sería la segregación de género. Tratar de que en diferentes sectores y ocupaciones se logren incluir a mayor número de mujeres para que estas mantengan siempre una mejoría en sus ingresos”.
“Por ejemplo, el tema de más mujeres en el sector construcción, podría ser, y cómo lograr eso a través de políticas públicas que incentiven a las empresas constructoras a tener mujeres en sus plantillas, como trabajadoras. Ese tipo de políticas que no son tan complejas ayudan mucho a que las mujeres participen de forma más equitativa en la sociedad nicaragüense”, agregó.
Por otro lado, el tema del cambio climático también incide en el nivel de desarrollo económico de un país. En el caso de Nicaragua, se ve más afectada puesto que se encuentra en el sexto lugar a nivel mundial de afectación de riesgo por este fenómeno.
Por ejemplo, los huracanes Eta y Iota, que azotaron al país a finales del año pasado, perjudicaron el volumen de las exportaciones, es decir que si los precios internacionales no hubiesen aumentado, las exportaciones nicaragüenses en relación con el valor hubiesen caído, junto con el volumen. Muchos productores y familias nicaragüenses hubiesen sufrido pérdidas económicas.

Por otro lado, el cambio climático también provocó el retraso del invierno en Nicaragua, el cual se suponía debía establecerse en el país durante la semana del 17 al 21 de mayo. Situación que agobia a los productores agrícolas, puesto que el atraso del periodo lluvioso trajo consigo altos costos en la producción, porque algunos tuvieron que asumir el sistema de riego para mantener las cosechas.
Ante esta situación, ¿cómo se tendría que preparar a los productores para adaptarse a este fenómeno? Herrera explica que en el país deberían existir políticas públicas y programas de asistencia técnica a los productores, principalmente a los pequeños. A su vez, proveerles información en tiempo real de posibles efectos provocados por el cambio climático.
“También a través de programas de financiamiento para ellos para que puedan obtener, por ejemplo, mejores tipos de semillas que sean resistentes a las diferentes variabilidades climáticas que hay y que ellos puedan continuar e inclusive aumentar su producción en ese sentido. Que puedan defenderse o tener cierta resiliencia al cambio climático”, añadió.
¿Qué tan importante es esto para la economía del país? El economista considera que uno de los pilares fundamentales para la economía nicaragüense es el sector agropecuario, cuya contribución al Producto Interno Bruto (PIB) es relevante, al igual que en términos de generación de empleos.
¿Nicaragua podrá cumplir los objetivos de desarrollo en el 2030?
El autor de “La heterogeneidad de la Pobreza en Nicaragua” considera que en Nicaragua es un poco compleja la situación debido a las dos crisis, económica y sanitaria, que ha experimentado en los últimos años. Esta situación deja en tela de duda sobre si el país podrá cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) propuestos por la Organización de Naciones Unidas (ONU), entre los que se encuentran poner fin a la pobreza en el mundo, erradicar el hambre, lograr la seguridad alimentaria, entre otras cosas.
Al respecto, Herrera dice que puede ser posible si Nicaragua aprovecha estos años de recuperación y expansión económica mundial y también, el nuevo ciclo de precios altos de materias primas; de esta manera puede ser que se recupere el trecho perdido.
“Si no se da el caso creo que es poco probable que el país alcance las metas de desarrollo, pero no creo que quede tan largo tampoco, hay que reconocer que hay cierto progreso en muchos indicadores, tanto como educación y como acceso a la salud pública”, agregó.
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Por otro lado, en Nicaragua la evolución de la pobreza se mide basada en consumo y no en la mejora del bienestar de la población, el especialista explica que de todas las metodologías la más aceptada a nivel internacional es la antes mencionada “y en base a eso es que se puede, de cierta forma, comparar como está un país respecto a otro”.
“El tema de consumo tiene algunas desventajas, que no logra medir en el tiempo ciertos progresos, pero es la metodología aplicada más aceptada”, indicó.
La informalidad, otro obstáculo
Otro punto que el autor abordó en su libro es que Nicaragua posee casi el 80 por ciento de informalidad, “tratamos de incluir este tema en la parte de segregación de género y también en las diferencias de ingresos. Es un poco complicado lograr estos datos no validados, simplemente a través de entrevistas es difícil comparar cómo están los temas de diferencia de ingresos, por ejemplo, en Chinandega con el que está en Rivas”, explicó.
Herrera mencionó que como nicaragüense ha observado que la sociedad se encuentra desmotivada pensando que la pobreza es perpetua e igual en todas las regiones, “para mi Nicaragua es un país rico y la pobreza en este país es un impedimento temporal”.
“Si se logra rediseñar y aplicar unas nuevas intervenciones a través de inversión de políticas públicas creo que en un generación Nicaragua pudiera estar a nivel competitivos como Costa Rica y eso es lo que el país tiene que apuntar y eso es lo que los jóvenes deberían aspirar. Sé que es difícil y puede sonar como un sueño, pero es científicamente posible”, concluyó.