En medio de los esfuerzos de más de 150 mil ganaderos para superar los rezagos que les impiden procesar industrialmente gran parte de la leche y la carne que producen para obtener mejores precios, el 24 de junio el régimen Ortega Murillo canceló la personería jurídica de la Federación de Asociaciones Ganaderas de Nicaragua (Faganic), una de las pocas organizaciones gremiales que seguía con vida, tras casi medio siglo de trabajo en favor de la actividad pecuaria. Más que una agresión al sector privado, consideran que este cierre es la estocada final a la productividad y competitividad de la ganadería.
Dirigentes del sector advierten que un retroceso en la productividad pondrá en riesgo los principales mercados del sector, que son Estados Unidos para la carne y El Salvador para los productos lácteos. Perder estos mercados será catastrófico para las más de 150 mil familias, la mayoría de pequeños productores que tienen fincas ganaderas, y también para sus colaboradores.
Pero también para el país, ya que el sector ganadero, a través de la carne, el queso y otros lácteos, aporta más del 25 por ciento de los ingresos totales que genera la exportación de productos locales. Por ejemplo, las estadísticas de comercio exterior que publica el Banco Central de Nicaragua (BCN) detallan que el año pasado, de los 4,034 millones de dólares que generaron las exportaciones de productos nicaragüenses, 688.7 millones los aportó la carne y 274.2 millones el queso y otros lácteos. Es decir, 963 millones de dólares que representan cerca del 25 por ciento del total de los ingresos.
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Sin organizaciones no hay acceso a recursos
La cancelación de la personería jurídica de Faganic es parte de la embestida que el régimen Ortega Murillo mantiene contra el sector privado desde 2018, cuando se rompió la alianza que mantenían; y ocurre mientras el sector ganadero enfrenta una reducción del acopio industrial de leche, tras la salida del mercado del Grupo mexicano Lala, y el cierre de la Compañía Centroamericana de Productos Lácteos SA (Prolacsa) de Matagalpa, donde la empresa suiza Nestlé elaboraba leche en polvo de la marca Nido.
Además, tanto Lala como Nestlé invertían sumas millonarias en la ejecución de proyectos para mejorar la capacidades de los ganaderos que les abastecían su producción láctea, y también para elevar la calidad de la leche que producían.
“El cierre de Faganic y de toda la red de organizaciones gremiales que existían en Nicaragua impactará negativamente en la productividad y competitividad de la ganadería frente a otros sectores; pero también frente a competidores internacionales que sí cuentan con asociaciones gremiales sólidas. Esto definitivamente nos deja en desventaja en la competencia por clientes en los mercados internacionales”, advierte un dirigente del sector lácteo que por temor a represalias pide no identificarlo.
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Sin libertad de tener organizaciones gremiales
Además, explica que la falta de certificación oficial de las gremiales ganaderas representa una limitación significativa para el sector, ya que les impide acceder a recursos, y a oportunidades que les permitirían mejorar, tanto la producción ganadera como sus habilidades para la comercialización de productos cárnicos y lácteos en el mercado nacional e internacional.
Con la aniquilación de Faganic, de las Asociaciones de Ganaderos y de la Unión de Productores Agropecuarios (Upanic), de la que Faganic era parte, e incluso del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep) —el gran paraguas que cubría a todos los gremios empresariales—, también desaparecen los foros, ferias y congresos que ellas organizaban periódicamente para mantener actualizados a sus miembros sobre nuevas técnicas, equipos, maquinaria y otros conocimientos indispensables para mejorar la productividad y garantizar la calidad de la producción láctea y cárnica.
Entre los eventos que desaparecieron están la feria Expica que reunía a ganaderos de toda la región. En julio de 2022 el régimen Ortega Murillo le canceló la personería jurídica a la Asociación para el Desarrollo Agropecuario de Nicaragua (Expica) y dos meses después la Procuraduría General de la República (PGR), con apoyo de la Policía, se tomaron el parque de ferias de Expica y las oficinas de la Comisión Nacional Ganadera de Nicaragua (Conagan).
Competitividad ganadera en riesgo
Otra afectación provocada por estos cierres es que las organizaciones gremiales debidamente inscritas, incluidas las de la ganadería, tenían acceso a recursos financieros, técnicos y logísticos que les permitían ofrecer a sus asociados programas de capacitación, asesoramiento y apoyo para mejorar sus sistemas productivos.
“Todo esto es fundamental para que los ganaderos adquieran conocimientos actualizados, intercambien experiencias y se mantengan al tanto de las últimas tendencias en el sector y adquieran mejores prácticas. Todo esto conducía a una mayor eficiencia y productividad en toda la cadena de valor de la ganadería, pero ahora ya no lo tendremos”, lamenta otro dirigente ganadero que también pide anonimato.
Además, agrega que la falta de libertad para asociarse generará diversas repercusiones en la productividad y competitividad de la industria ganadera. “Al no poder unirse en gremios o asociaciones, los ganaderos enfrentarán la falta de acceso a información y capacitación actualizada; la imposibilidad de negociar en bloque mejores condiciones de venta de sus productos; y dificultad para implementar prácticas sostenibles y de mejora continua”.
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Ausencia de organizaciones limita actividad
Los dirigentes de la ganadería mencionan que la ausencia de la estructura gremial limitará la capacidad de los ganaderos para innovar, adoptar tecnologías modernas y acceder a mercados de manera más efectiva. En última instancia, esto puede impactar negativamente en la productividad y competitividad de los ganaderos frente a otros sectores y competidores internacionales que sí cuentan con asociaciones gremiales sólidas.
Para los dirigentes gremiales, la aniquilación de la red de organizaciones los deja en desventaja frente a sus pares de la región y esto se suma a otras amenazas. Aunque la carne nicaragüense sigue compitiendo en el mercado estadounidense, que es su principal comprador, gracias al cero arancel que le otorga el Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica, República Dominicana y los Estados Unidos, conocido como DR-Cafta, existe un peligro latente de perder ese beneficio arancelario. Además, el mercado salvadoreño también está en riesgo.
“Existe el peligro latente de que se suspenda el Cafta como consecuencia de las sanciones que impone Estados Unidos por las graves y constantes violaciones a los derechos humanos que comete el Estado de Nicaragua. Y el mercado de El Salvador, que es el segundo gran comprador para la carne bovina y el primero para el queso y otros lácteos, está a punto de comenzar a importar carne bovina de Colombia y otros países del Cono Sur, que por los altos volúmenes que producen pueden vender a precios más bajos y ofrecer menor calidad y sacarnos fácilmente de ese mercado”, advierte un dirigente de la industria cárnica.
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Ganaderos no esperan mucho de China
Y añade que “si bien el mercado chino está abierto para Nicaragua, para los importadores chinos resulta más atractivo comprar carne en Brasil que por sus altos volúmenes de producción tiene precios más bajos. En promedio la carne brasileña cuesta un dólar menos por kilo que la nicaragüense. Además, ahorita tenemos problemas sanitarios, estamos conviviendo con el gusano barrenador, que reduce la productividad del sector”, explica el dirigente de la industria cárnica.
Ante todas las dificultades que enfrenta la ganadería y la situación del país, los dirigentes del sector consideran que la única opción que les queda es reinventase y buscar alianzas con organizaciones internacionales, organismos de cooperación y otros actores que puedan llenar el vacío que dejó la aniquilación de la red de organizaciones ganaderas y brindar el apoyo técnico, financiero y de representación que la red les garantizaba.
Uno de los dirigentes lamenta que incluso organizaciones gremiales con gran reconocimiento y representación nacional, creadas durante el primer gobierno de Daniel Ortega en los años 80, entre ellas la Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos (UNAG) corren peligro de desaparecer. Desde hace más de dos años están presentando los requisitos que les exige, ahora del Ministerio del Interior (Mint), y hacen las gestiones para que les tramiten y entreguen sus certificados de cumplimiento, pero hasta ahora no se los entregan.
“Llevan al país a un estado donde no existan organizaciones privadas sin fines de lucro, igual que en Cuba donde no existe una sola ONG. Esto es lamentable, ya que muchas organizaciones nacieron en los años 80 con la Revolución sandinista, cuando éramos considerados la fuerza organizativa y productiva del país. Pero ahora ni las mismas organizaciones de ellos, ni a las partidistas les está entregando su certificado el Mint”, lamenta uno de los dirigentes ganaderos.