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Conclusión: mitos y más mitos

Sandino nunca pensó integrarse a la vida cívica ni entregar sus armas. Más bien aspiraba a crear un ejército liberador de Centroamérica. Su empecinamiento influyó mucho en su encontronazo letal con el estado mayor de la GN.

¿Fue perversa la intervención de EE. UU. de 1926? (2)

Sacasa primero, y Somoza después, politizaron al ejército purgándolo de conservadores y abriendo las puertas a la dictadura. Se abría así otro nuevo capítulo de la historia nicaragüense en que sería el lastre de su cultura política, sectaria y autoritaria…

Sandino, ¿héroe o villano?

Lo que planteaba Sandino era un conflicto irreconciliable entre él y la GN. Ante sus presiones Sacasa, débil de carácter, le concedió reestructurar a la GN y nombrar comandante de la zona norte al general sandinista Horacio Portocarrero.

Sandino, ¿héroe o villano? (4)

Sandino nunca fue un demócrata. Su personalidad y mesianismo lo hacían un hombre con vocación totalitaria. Quería extirpar de la faz de la tierra a todos los conservadores y no ocultaba su odio y deseos de muerte hacia sus enemigos.

Sandino ¿héroe o villano? (3)

Sandino siguió su guerra manteniendo el aplauso de la izquierda mundial y los comunistas… Sus admiradores también fueron ciegos a su crueldad. Si hoy nos horrorizamos ante los islamistas de ISIS decapitando cautivos, recordemos que los sandinistas hacían lo mismo.

Sandino, ¿héroe o villano? (2)

Sandino amaba la guerra y el protagonismo… Al comienzo de su rebelión proclamó: “Nosotros permaneceremos en armas, mientras el Gbno. sea conservador y entregaremos las armas solamente a un Gbno. liberal aun cuando no seamos partidarios de él, y después nos buscaremos en el campo de la lucha civil”.

Sandino, ¿héroe o villano? (1)

Las nuevas generaciones nicaragüenses necesitan tener un conocimiento veraz de quien es presentado como su más grande héroe y símbolo de su nacionalidad. Obtenerlo exige abrirse a un espíritu crítico y no dejarse llevar por la propaganda o las leyendas.

La Nicaragua del día después

Si algo enseña la historia es la frecuencia y rapidez con que ocurren cambios tremendos e inesperados. Conviene por tanto estar siempre preparados, lo que exige tener una oposición bien estructurada y un adecuado plan de nación.

¿Podemos imitar a Singapur?

Con empeño y decisión nuestro país podría llegar a ser el país más próspero de Latinoamérica dejando atrás a Costa Rica y demás vecinos. ¿Por qué no adoptar entonces, como agenda de la oposición, hacer de Nicaragua el Singapur de América?