Aunque a nadie le sorprenden los ataques verbales del dictador Daniel Ortega, no deja de ser inquietante para los opositores la política exterior errática de Ortega y lo que puede haber detrás de su intención de causar polémica con los insultos a los presidentes colombiano, Gustavo Petro, y chileno, Gabriel Boric, a quienes llamó “traidor” y “Pinochetito”, respectivamente.
Un experto en política exterior que habló con LA PRENSA bajo condición de anonimato, valoró que la arremetida de Ortega contra Petro y Boric confirman que el dictador no congenia ni siquiera con los gobernantes de la izquierda latinoamericana, que se supone son sus “iguales ideológicos”, y no duda que el próximo blanco de insultos sea el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, porque a pesar de que Lula insiste en mantener las relaciones y el diálogo con Ortega “empieza a dar muestras de cansancio ante lo infructuoso de sus esfuerzos”.
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El experto también manifestó que Ortega intentó distraer la atención del escándalo del cónsul honorario de Nicaragua, de origen ruso, Viktor Trukhin, que fue detenido en Rusia por malversar fondos rusos para la planta de vacunas Mechnikov en Nicaragua.
“La lluvia de improperios contra Colombia y Chile le sirve de cortina de humo para desviar la atención de la podredumbre que corroe su servicio exterior, como testifica el escándalo por corrupción y la detención de su cónsul honorario en Rusia”, manifestó la fuente.
El servicio exterior de Nicaragua es un espacio donde Ortega ha empleado a extranjeros con mala reputación a nivel internacional. Además del caso del ahora detenido cónsul Trukhin, existen otros extranjeros que son diplomáticos de Nicaragua, entre ellos el embajador de origen italiano, nacionalizado nicaragüense, Maurizio Gelli, hijo del fallecido mafioso italiano Licio Gelli, un fascista confeso y orgulloso, líder de una poderosa logia masónica, que se vio envuelto en los mayores escándalos de la historia reciente de su país.
También el embajador de origen libio, Mohamed Farrara Lashtar, sobrino del dictador libio asesinado Muamar Gadafi. Y el caso del expresidente de El Salvador, Mauricio Funes, y su hijo Diego Funes, ambos prófugos de la justicia de su país, que no solo están exiliados en Nicaragua, sino que son asesores en la cancillería de Nicaragua.
Política exterior “partidista y obsesionada”
El politólogo Félix Maradiaga valoró que la “sumisión servil” de Ortega a Rusia “le ha colocado incluso en una posición adversa hacia sus antiguos aliados de la izquierda latinoamericana”. “Políticos como Gustavo Petro, de Colombia y como Gabriel Boric, de Chile, saben que la confrontación directa contra Estados Unidos es adversa para la política exterior de un país en democracia. También saben que una alineación ideológica con China y con Rusia es el camino al fracaso”, manifestó Maradiaga.
Maradiaga a la vez apuntó que Ortega no se preocupa por las consecuencias de sus actos, por eso “conduce la política exterior de Nicaragua sin el más mínimo interés en velar por el bienestar común de nuestro país”.
“Su visión es personalista, partidista y obsesionada en encontrar un patrocinador para su dictadura familiar. Es por esa razón que vemos a un Ortega acelerando sus vínculos con China, Rusia, Corea del Norte, Irán, Cuba y otros regímenes totalitarios”, expresó el politólogo.
“Error político de Ortega”
Para el sociólogo y analista político Oscar René Vargas, Ortega comete otro error político, pero además consideró que por experiencia el dictador teme que más voces se levanten en Latinoamérica contra él, por eso los intenta callar con insultos.
“Fueron dos primeros países que comenzaron a criticar a Somoza y después se sumaron otros países. Yo creo que esa experiencia la tiene en su cabeza, ya que la vivió en los años 78 0 79, por eso es su reacción presidente Petro y el presidente Boric”, dijo Vargas.
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En cuanto al tema del cónsul honorario de Nicaragua de origen ruso, Vargas dijo que el caso de la malversación de fondos para la vacuna “eso es secundario para Ortega, porque la corrupción generalizada en Nicaragua es incontenible”.
“Un robo más, un robo menos, no le afecta en su estrategia política de crear puentes con Rusia, que le permite tener esa cobertura política internacional, por eso no dice nada sobre el caso de la corrupción de las vacunas”, agregó el sociólogo.
“Vulgaridad diplomática”
La opositora en el exilio Haydée Castillo manifestó que Ortega practica la “vulgaridad diplomática”.
“Cada vez que un presidente, presidenta, que un país se exprese en desacuerdo con los actos de la dictadura, este es el tipo de comportamiento que muestra la pareja dictatorial, porque saben que es un terreno que van perdiendo y que les va a hacer imposible recuperar, entonces como quien dice: ‘Ya los perdí, pues los pierdo de una sola vez y aquí va mi vulgareo'”, dijo Castillo.
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Desde que Ortega regresó al poder en 2007, él y su esposa y vocera, Rosario Murillo, no escatiman en insultos contra diplomáticos extranjeros, embajadores, cooperantes, cancilleres y presidentes de otros países, que condenan sus crímenes y represión contra opositores.
Entre los últimos casos que más trascendieron se cuentan los ataques a la ministra de Relaciones Exteriores de España, Arancha González, a quien Murillo llamó “trasnochada”; y la declaración de non grata y expulsión de la embajadora de la Unión Europea, Bettina Muscheidt, en 2022.