En los discursos de Daniel Ortega y su consorte, Rosario Murillo, el Gobierno de Estados Unidos suele ser un tema frecuente. Palabras como “imperio”, “potencial imperial” y “yanquis invasores” se encuentran fácilmente, y en abundancia, en sus monólogos y alocuciones, y su vocabulario incluso ha permeado el discurso oficial del Estado.
Sin embargo, Estados Unidos no ha sido el único blanco de las diatribas del régimen Ortega Murillo. Países como España, Canadá y Costa Rica también han llevado su parte, por alzar la voz en contra de la represión a la ciudadanía nicaragüense, pedir la liberación de los reos de conciencia de la dictadura o simplemente tomar medidas que no agradaron a la pareja gobernante.
Estos son algunos de los casos más sonados a nivel internacional, grandes exponentes de la diplomacia nicaragüense en tiempos de los Ortega Murillo.
La “inmoralidad” y “miseria humana” de Canadá
El reciente hallazgo de cientos de tumbas sin nombre en antiguos internados para niños indígenas, en Canadá, fue visto por la diplomacia sandinista como una oportunidad para descalificar al país norteamericano, que ha condenado las acciones represivas del régimen Ortega Murillo e incluso sancionado a varios de sus funcionarios. Primero se pronunció la vicepresidenta, primera dama y vocera gubernamental, Rosario Murillo, y pronto apareció una nota de prensa firmada por la cancillería.
Murillo se refirió al caso como “esas prácticas canadienses inmorales y absurdas, nada lejanas del nazismo hitleriano”. “Igualmente nosotros no concedemos a Canadá ninguna potestad para seguir juzgando nuestro camino”, agregó.
“Tantas hipocresías, señores gobernantes de Canadá, tanta osadía, tanta miseria humana no tiene nombre ni perdón. Se ufanan de 60 años de relaciones (con Nicaragua), de juzgamientos, se atreven a juzgar (…). Qué les cuesta aceptar que los ojos, los suyos, están llenos de telarañas y de pajas, lo sabemos”, insistió Murillo.
“No podemos los nicaragüenses dejar de elevar nuestra voz ante tantos crímenes de un racismo exterminador, que no solo negaron la condición humana de tantas víctimas, sino que apostaron a aniquilar y extinguir culturas y modos de vida”, recalcó.
Por otro lado, la cancillería dijo que le “conmueven profundamente estos crímenes infernales, cometidos a nombre de la civilización, mostrando ‘orgullo’, superioridad, y validación del odio como cultura arrasante”.
La conclusión de este documento fue parecida a la de Murillo: Canadá no tiene “ninguna autoridad moral para reclamar absolutamente nada” a Nicaragua.
“Igualmente, tampoco concedemos al Gobierno de Canadá ninguna potestad para seguir juzgando nuestros caminos de dignidad, identidad, valores, honras y decencias nacionales”, sentencia la nota diplomática.
El pasado 9 de junio Canadá condenó la detención de precandidatos presidenciales y líderes opositores en Nicaragua y pidió su liberación inmediata. Antes, el 22 de junio de 2019, el gobierno canadiense sancionó a nueve funcionarios del régimen Ortega Murillo, incluidos Rosario Murillo y su hijo Laureano Ortega Murillo.
La “trasnochada mandamás” de España
El 26 de junio de 2021 el Ministerio de Relaciones Exteriores del régimen Ortega Murillo emitió una carta llena de insultos, nada propia de una institución que se dedica a la diplomacia. Esto sucedió solo un día después de que Rosario Murillo arremetiera contra el Gobierno de España y la canciller española Arancha González Laya.
Murillo aprovechó su acostumbrada llamada de mediodía para hablar de la colonia española, Cristóbal Colón y las tres carabelas, pocas horas después de que González Laya rechazara las acusaciones de Daniel Ortega, quien ha señalado al país ibérico de “conspirar” para imponer un candidato opositor en Nicaragua, todo porque el gobierno español ha solicitado la liberación de los ciudadanos apresados en las recientes semanas.
“Esos que vinieron en las tres carabelas, ¡¿qué les pasa?! Este es otro mundo y toda esta América reclama y exige respeto”, rezongó la primera dama y vicepresidenta. Pero la nota diplomática del siguiente día elevó incluso más el tono.
La cancillería tachó de “ignorancia atrevida y una ferocidad impropia” las declaraciones de González Laya, quien calificó como “excusas” los señalamientos de “intromisión” realizados por Ortega.
“Mostrando una ignorancia atrevida, y una ferocidad impropia para la diplomacia, la señora González se dirige al presidente de un pueblo libre y soberano, con voz de alguacil, sin percatarse en su perorata delirante de trasnochada mandamás, que llevamos siglos sin dominio español, además de nunca haber reconocido bondad alguna en esos furibundos crímenes hispánicos, crímenes de lesa humanidad”, reza el documento, abundante en descalificativos.
La nota diplomática también le recordó a la señora canciller que ya no estamos en tiempos de la Colonia y la acusó de exhibir “desconocimiento tosco e irrespetuoso que produce cierta pretensión, burda y ridícula de superioridad”.
A juicio de la cancillería sandinista, los “insultos, ofensas e improcedentes amenazas” de la funcionaria española “solo muestran debilidad, de carácter y de argumentación, evidentes en la ausencia del lenguaje y las prácticas obligadas de la diplomacia”.
Costa Rica se cree un país “europeo”
A pesar de que ha expresado un evidente repudio por el período de la Colonia española, el 20 de mayo de 2020 Rosario Murillo levantó su teléfono para acusar a Costa Rica de sentirse un país europeo, superior al resto de Centroamérica.
La vicepresidenta y primera dama arremetió contra la nación vecina por la decisión del gobierno tico de limitar el ingreso de transportistas extranjeros a su territorio nacional; esto con la finalidad de evitar que las fronteras acabaran convirtiéndose en focos de contagios de Covid-19.
“Esta situación está planteada en Centroamérica, donde miles de familias dependen del trabajo honrado de los transportistas centroamericanos y donde se impondrá, estamos seguros, el bien”, expresó Murillo. “Es decir, el derecho que tienen las familias de todos los países de Centroamérica a vivir con trabajo, porque nadie está encima de nadie”.
“Vivimos en Centroamérica, no vivimos en Europa”, les recordó a los costarricenses. “No hay un país europeo y los demás países centroamericanos”.
Según ella, hay “países que se dicen europeos donde se desprecia la identidad y la idiosincrasia de los pueblos originarios”. “Nos dicen indios”, denunció.
Carlos Alvarado es “injerencista”
El 15 de octubre de 2018 el régimen Ortega Murillo calificó de “injerencista e irrespetuoso” al presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado, quien expresó su preocupación por la violencia de la Policía orteguista.
“Hago un llamado urgente al cese inmediato de la represión en Nicaragua. Las detenciones arbitrarias y la intimidación contra medios de comunicación, estudiantes, defensores de los derechos humanos y miembros de la Iglesia católica son inaceptables”, manifestó Alvarado en su cuenta de Twitter.
En respuesta, el régimen envió una carta de protesta, declarando que “ante las irrespetuosas e injerencistas declaraciones del presidente Carlos Alvarado sobre asuntos internos de Nicaragua”, expresaba su “desacuerdo y rechazo categórico”.
“También rechazamos la interferencia pretenciosa e insolente del comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de Costa Rica, publicados ambos este domingo 14 de octubre”, agregaba la misiva.
En ese comunicado que tanto ofendió al régimen Ortega Murillo el Gobierno de Costa Rica solicitaba el cese inmediato de la represión y las detenciones arbitrarias contra los ciudadanos nicaragüenses que participaban en las protestas contra Ortega.
“Las desapariciones forzadas, las detenciones arbitrarias, la intimidación contra manifestantes, medios de comunicación, estudiantes, defensores de los derechos humanos y miembros de la Iglesia católica son actos inadmisibles, que deben terminarse cuanto antes”, manifestó el gobierno costarricense.
La respuesta de la pareja Ortega-Murillo fue que “el Gobierno de Nicaragua no interfiere en los asuntos internos de ningún país y no comenta ni pontifica sobre problemas de otras naciones o sobre las decisiones soberanas que los Estados toman en relación a sus problemas”.