Villa Wanda es un caserón con tinte ambarino de cuatro pisos, muchas habitaciones, más ventanas, uno que otro balcón y románticas tejas color naranja pardo. Está ubicada a pocos metros de la Vía Andrea della Robbia, una calle que serpentea las tranquilas colinas de la ciudad de Arezzo, en el centro de Italia. Hasta el pasado martes 15 de diciembre, la mansión fue el hogar del “inefable”, “el misterioso”, “el tenebroso” y el ahora difunto Licio Gelli, un expartidario de Mussolini, de Franco y posiblemente de Hitler. Un fascista confeso y orgulloso, líder de una poderosa logia francmasónica, que se vio envuelto en los mayores escándalos de la historia reciente de su país, y cuyo cuarto hijo, también italiano, es el embajador de Nicaragua en Uruguay.
Gelli murió en su habitación, hace cinco días, en la turística región de Toscana, con 96 años de edad. Su rostro había perdido ya el aire severo que exhibe en algunas fotografías de los ochenta y lo había reemplazado por una apariencia de abuelo bonachón. Los últimos 34 años de vida los pasó mayoritariamente en su villa, al sur de Arezzo. La misma morada de lujo donde dos magistrados milaneses descubrieron en 1981 el documento más infame de la Italia post-guerra: una lista de 962 personas, muchas de ellas parte de la élite del poder político, económico, religioso y militar italiano, que pertenecían a una sociedad francmasónica secreta e ilegal llamada Propaganda Due (P-2), liderada por Gelli en calidad de Maestro Venerable.
Conozca la historia de un hombre que vivió casi un siglo, que se cruzó estratégicamente de corriente política cuando fue necesario, tejió sabios vínculos entre el Estado y la Mafia, se fugó de prisión para después entregarse y ganar casa por cárcel, fue nominado al Premio Nobel de Literatura, según el periódico más grande de Italia, y su candidatura hasta habría sido apoyada por la Madre Teresa de Calcutta.
EL HOMBRE CAMALEÓN
Licio Gelli nació el 21 de abril de 1919 y a lo largo de su vida proclamó en múltiples ocasiones: “He nacido en el fascismo, luché en apoyo del fascismo, soy fascista y moriré fascista”. Repetir la misma palabra cuatro veces en una oración, sin embargo, no garantizaba que el hombre permanecería cada día atado a esa ideología totalitaria creada por el Duce (líder) Benito Mussolini. Máxime si defenderla ponía en peligro su vida.
A los 17 años Gelli fue expulsado del colegio e ingresó a la Milicia Voluntaria para la Seguridad Nacional de Italia, más conocida como los Camisas Negras, de Mussolini. La división en la que estaba Gelli eran las fuerzas expedicionarias, y con ellas se enrumbó a España para dar apoyo a los fascistas de Francisco Franco, en la Guerra Civil de ese país. Después fue a hacer lo mismo a Albania y el siguiente paso lógico era apoyar a Hitler y su Alemania nazi.
Según la investigación “Masonería al descubierto”, del doctor y catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona, Pepe Rodríguez, “en la Segunda Guerra Mundial, mientras se producía el desembarco aliado en Italia, Gelli era miembro de la división Herman Göering de la SS nazi, obtuvo datos de gran valor sobre personajes poco conocidos pero de gran importancia para la Italia futura, que llegaría tras la guerra, y reapareció con documentos firmados por comandantes de la resistencia partisana agradeciéndole los servicios prestados”.
Después, no obstante, en el obituario a Licio Gelli publicado tras su muerte por el diario inglés The Telegraph, se indica que el toscano no corrió con tanta suerte y fue acusado por torturar a guerrilleros antifascistas. Pero no sucumbió. Se las ingenió para cruzar el océano Atlántico y desembarcó donde muchos italianos han soltado ancla: la República de Argentina.
Lejos de las peripecias del viejo continente, con la experiencia acumulada en una guerra mundial y con toda la vida por delante, Gelli construyó lazos que derivarían en una sólida amistad con el político y militar Juan Domingo Perón. Y en 1944, se casó con el amor de su vida, Wanda Vannaci, con quien tuvo cuatro hijos.
Gelli regresó a su patria en 1960, pasada la primera etapa de la presidencia de Perón (1946 a 1955). Desenvainó nuevamente su talento para crear relaciones, fue tachando nombres de periodistas, banqueros y empresarios en su lista de personas importantes por conocer y en 1965 ingresó a la potente logia masónica Propaganda Due o Propaganda Dos. Los años más intensos de su vida recién comenzaban.
EL PANDEMÓNIUM DEL BANCO AMBROSIANO
Se dice que cuando era pequeño, Licio Gelli quería manipular marionetas. Hacerlas hablar, que interactuaran entre ellas en un teatro divertido e inocente, propio de un niño. A la larga, su quehacer fue prácticamente el de un titiritero. No pasó mucho tiempo antes que Gelli trepara a las más altas estancias de la asamblea de francmasones, y antes de saberlo, lo nombraron Maestro Venerable.
De lo que viene no hay certezas al cien por cien. La justicia italiana no logró encontrarlas y Licio Gelli se llevó los secretos a mejor vida el pasado martes. Pero la verdad comenzó su camino hacia la luz un 17 de marzo de 1981.
Los magistrados Gherardo Colombo y Sergio Turone, mientras investigaban a Michele Sindona, un banquero siciliano bien conectado con la Mafia y con el partido Cristiano Democrático, registraron, siguiendo pistas, la casa de Licio Gelli: Villa Wanda.
Ante su sorpresa, dieron con la lista de miembros de la logia francmasónica P-2. El total de nombres era monstruoso: 962. Entre ellos, según el diario italiano Corriere Della Sera, había jefes del Servicio de Inteligencia italiano, tres ministros, 18 magistrados, 49 banqueros, 27 periodistas, 44 diputados, 120 empresarios y muchos otros. El hallazgo conmocionó la vida pública del país y provocó la dimisión del primer ministro, Arnaldo Forlani.
De manera directa o indirecta, la P-2 apareció enlazada a la estrepitosa caída del banco privado más grande de Italia, el Banco Ambrosiano. Su director, Alberto Calvi, se había encargado de posicionar muy bien al banco en los setenta, época en la que trabajaba de maravillas con Michele “El Tiburón” Sindona. Los dos hombres estaban siendo investigados y figuraban en la lista de la logia masónica dirigida por Gelli.
El Ambrosiano, además, tenía estrechos enlaces con el Banco del Vaticano y se cree que el propio Gelli atenuaba las relaciones triples entre las instituciones financieras, las políticas y la Cosa Nostra o Mafia siciliana.
A Sindona lo atraparon y condenaron a cadena perpetua por el asesinato de un abogado que le seguía los pasos, pero murió envenenado en prisión por una taza de café. Con Calvi el asunto fue un poco más turbulento.
La Justicia lo investigaba desde 1978. Tardaron tres años en sentenciarlo a prisión por exportaciones ilegales de capital, pero mientras estaba libre por una apelación pendiente, en junio de 1982, el banquero huyó a Londres con un maletín repleto de información sumamente delicada, con la cual, se sospecha, Calvi pretendía chantajear al Vaticano para comprar su tranquilidad y la de su banco. Una semana después, un repartidor de correos encontró su cadáver guindando y ahorcado bajo el puente londinense Blackfriars.
En agosto de ese año, el Banco Ambrosiano quebró. Y mil millones de dólares desaparecieron súbitamente. De acuerdo con The Telegraph, el hecho de que Calvi era miembro de la logia de Gelli, quienes se hacían llamar “monjes negros” (black friars en inglés), y que su cuerpo pendiera precisamente del puente con el mismo nombre, inculpaba a la P-2, pero en aquél entonces el veredicto del muerto “flotando” sobre el río Támesis fue suicidio.
Cabe destacar que la P-2 de Gelli no solo era ilegal sino que ni siquiera era reconocida por el Gran Oriente de Italia, los francmasones oficiales, pues la habían disuelto en 1976. Gelli siguió operando al margen de ello.
MUCHA MÁS SANGRE
Además de la lista colosal de miembros de la logia P-2, las autoridades encontraron en la casa de Gelli un documento llamado “plan para un renacer democrático”, que llamaba a una consolidación de medios de comunicación, la supresión de uniones comerciales y la reescritura de la Constitución de Italia. Una comisión parlamentaria estudió el texto y declaró que la P-2 buscaba ejercer control anónimo sobre el país de forma oculta. Algunos piensan que esto pudo lograrse con la ayuda de Estados Unidos (EE.UU.) y su Agencia Central de Inteligencia (CIA), llevando a cabo acciones de “bandera falsa”.
En 1978, el exprimer ministro de Italia, Aldo Moro, se dirigía al Parlamento para votar por una nueva forma de gobierno en la que él había negociado. Una que uniría por primera vez al Partido Comunista con el Gobierno. Tanto EE.UU. como la Unión Soviética habían rechazado la iniciativa, y un grupo paramilitar de izquierda llamado las Brigadas Rojas secuestró a Moro por 55 días y lo asesinó.
Uno de los acusados por el crimen es Alessio Casimirri, un ex Brigada Roja que vive en Managua desde 1983. Desde hace años, y con un último énfasis en marzo pasado, el Gobierno de Italia pidió que Casimirri sea extraditado a su país natal para enfrentar una condena de 11 cadenas perpetuas, pero la respuesta de la Corte Suprema de Justicia nicaragüense, a través del magistrado Francisco Rosales, fue: “Eso es cosa juzgada y no puede ser extraditado ni encarcelado”. Casimirri tiene un restaurante en el kilómetro 13 de Carretera sur, en el departamento capitalino del país centroamericano.
Las Brigadas trabajaban muy de cerca con la Escuela de Lengua Hyperion de París, la misma que en un reporte policial italiano figuraba como “la oficina europea más importante de la CIA”. La conexión con la P-2 de Gelli es que el jefe de la Inteligencia italiana era miembro de la logia y se le acusó de actitud negligente al no impedir la muerte de Moro.
Pero a la P-2 y a su cabecilla se le liga más con la CIA y con la Operación Gladio (una iniciativa de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, para erradicar el comunismo de Europa Occidental) por las bombas de Bolonia, el peor atentado terrorista en la historia de Italia.
El hecho ocurrió el 2 de agosto de 1980, en la estación de trenes de la ciudad. Las explosiones mataron a 85 personas y más de 200 resultaron heridas. Se acusó a Gelli de ser una de las mentes maestras detrás del horror que empañó al país ese día, en un intento de desestabilizar al Etado, y se le arrestó en Ginebra, Suiza, en 1982.
¿CÁRCEL? NO, GRACIAS
Pero el italiano no estaba hecho para acomodarse tras los barrotes de una prisión. Sobornó a un guarda de seguridad y logró escapar del centro de detención suizo unos meses después. Por cuatro años Europa le perdió el rastro, aunque probablemente se refugió en América del Sur, se cree que en Chile. En 1987 regresó por su cuenta a Suiza y se entregó voluntario. Lo condenaron a dos meses de prisión por soborno mientras una corte italiana lo procesaba por financiar actividad terrorista en los setenta. Suiza aceptó extraditarlo a Italia y comenzó un vaivén de acusaciones, nomenclaturas jurídicas y negociaciones con hábiles abogados.
En concreto, Gelli fue sentenciado a 18 años y medio de cárcel en 1992 por obstruir la investigación de los bombardeos de Bolonia, que después fueron reducidos a 12 en la apelación. El mismo año entró a juicio como uno de los 16 miembros de la logia P-2 acusados de conspiración política, espionaje, revelación de secretos de Estado y amenazas a la Constitución, sin embargo, debido a los términos bajo los cuales Suiza aceptó la extradición, Gelli solo enfrentó cargos por calumnias y falsa representación. La corte lo encontró culpable en 1994 y se le sentenció a 17 años tras las rejas. Dos años más tarde sus abogados convencieron a los jueces que Licio Gelli tenía complicaciones cardíacas y accedieron a darle casa por cárcel con vigilancia las 24 horas del día. Sí, en su lujosa Villa Wanda, con tres hectáreas de olivos, muchos árboles y bancas de hierro para descansar bajo sus sombras frescas.
Aún así, el espíritu combativo del antiguo camisa negra de Mussolini le dio fuerzas y en 1998 desapareció de la mansión. La Policía registró la morada y encontró 160 kilogramos de lingotes de oro macizo escondidos en bonitas macetas de geranios y begonias. Se especuló que podían ser lo que restaba de un botín de proporciones bíblicas que el mismo Gelli habría introducido a Italia en 1942 desde Yugoslavia. Un total de 55 toneladas de oro que don Licio habría escondido bajo un tren de la Cruz Roja repleto de enfermos con condiciones altamente contagiosas y que ningún guarda quiso revisar a cabalidad.
Por enésima vez, eso sí, Gelli fue detenido en la turística ciudad francesa de Cannes, a orillas del mar Mediterráneo, y regresó a su cómodo arresto domiciliario, quizá para pulir su poesía o su narrativa, pues era un literato practicante.
Entre algunos documentos de la logia Propaganda Due donados al Estado de Pistoia, ciudad natal de Gelli, y publicados por Corriere Della Sera, está uno en el cual se asegura que el italiano habría sido nominado al Premio Nobel de Literatura en 1996. Y a las nominaciones de ese año, que la Real Academia de las Ciencias de Suecia hace públicas después de 50 años, las decoraba la frase de apoyo: “Licio Gelli merece la victoria”, proclamada por la Madre Teresa de Calcutta. Junto a ella, 58 personas más apoyaban al Venerable Maestro fracmasón por “sus méritos poéticos”.
Cinco días después de su muerte, hay quienes debaten acerca de quién era más poderoso, si don Licio Gelli o Pablo Escobar. Se puede escoger a cualquiera. Lo cierto es que el italiano, que metió mano en la política de cada suelo que tocó –inició inclusive en la masonería a Juan Domingo Perón, en 1973–, es digno del más oscuro filme de gangsters, al mejor estilo de El Padrino (donde inspiró al personaje de Licio Lucchesi). De hecho, él mismo compartía esa reflexión, pues antes de morir vendió a la cadena Fox los derechos para registrar su vida en la pantalla grande.
“Teníamos a Italia en nuestras manos. Nunca quisimos atacar pero éramos como un sentinela, asegurándonos cuidadosamente que el Partido Comunista nunca emerja”. Licio Gelli, fascista confeso y líder francmasónico.
¿QUÉ ES LA FRANCMASONERÍA?
La francmasonería o masonería es una institución de carácter iniciático que afirma tener como objetivo la búsqueda de la verdad, el estudio filosófico de la conducta humana, la moral, las ciencas y las artes.
El catedrático mexicano Héctor Calderón, en su investigación “Definición de la Francmasonería Moderna y descripción de sus linderos”, la describe como “una fraternidad secreta, libre, jerárquica y selectiva, de extensión internacional y estructura federal, que tiene una tradición racional y humanista”.
En el mundo existen diversas logias oficiales de francmasonería. Francia, Alemania, Italia, México, Venezuela e Indonesia son algunos ejemplos de países donde este tipo de instituciones están bien organizadas y cuentan con varias logias.
En la logia Propaganda Due también estaba Silvio Berlusconi, una de las personas más influyentes de Italia quien fungió como primer ministro en cuatro ocasiones.
EMBAJADOR HIJO DE LA MAFIA
El 5 de marzo de 2013, Maurizio Gelli, hijo más joven de Licio Gelli, presentó sus cartas credenciales ante Uruguay para fungir como embajador de Nicaragua en el país sudamericano. El entonces presidente José Mujica las aceptó y los políticos puntualizaron en la importancia de firmar acuerdos comerciales bilaterales.
El artículo 152 de la Constitución de Nicaragua establece que para ser embajador del país se necesitan dos requisitos fundamentales: “Ser nacional de Nicaragua o, los que hubieren adquirido otra nacionalidad, deberán haber renunciado a ella cuatro años antes de la fecha de su nombramiento”.
Revista Domingo trató de contactar a la embajada de Nicaragua en Montevideo para conocer la situación del italiano que representa al país, pero no obtuvo respuesta.
FUENTES: Corriere Della Sera (Italia), La Nación (Argentina), The Telegraph (Inglaterra).