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Daniel Ortega y Rosario Murillo. LA PRENSA/Archivo

Escenario político de Nicaragua en 2023: aumento de la represión y posibles oportunidades para aprovechar

Expertos instan a las fuerzas democráticas a aprovechar los signos de aparentes debilidades y rupturas del régimen para presionar por un cambio político. Pero advierten mayores etapas represivas

Las movidas de la dictadura orteguista a finales de 2022 e inicios de 2023, entre ellas el supuesto intento de la instauración de un posible diálogo, “suavizar” el trato y condiciones de los presos políticos en el Chipote, incluso la reunión de Daniel con su hermano –el general en retiro Humberto Ortega–, deben ser aprovechadas para generar un cambio político en el país, coinciden expertos. Sin embargo, avizoran que la violencia represiva del régimen aumentará.

“Debido a su inmenso desgaste, desprestigio y necesidad de respirar para preparar su sucesión dinástica, (Ortega) podría dialogar para hacer algunas concesiones y exigir mucho a cambio, para ganar en la negociación”, dijo José Dávila Membreño, analista político y exdirector ejecutivo de la opositora Alianza Cívica.

Agregó, sin embargo, que si la oposición se unifica y reemprende la lucha por la democracia con una mejor estrategia, debe tomar muy en cuenta que “Ortega podría radicalizar aún más la dictadura y aumentar la represión”.

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El politólogo Manuel Orozco, director del programa de Migración, Remesas y Desarrollo Económico de Diálogo Interamericano, señaló en un artículo de opinión publicado esta semana en Confidencial que “el 2023 muestra un escenario opaco en donde la continuidad autoritaria entra en cuenta regresiva, pero su violencia prevalecerá en medio del contrapeso de la comunidad internacional y los movimientos cívicos democráticos”.

Actualmente Ortega mantiene en las cárceles de Nicaragua a más de 200 personas presas políticas. Una gran parte fue encarcelada en 2021 mientras la oposición intentaba organizarse para competir en las votaciones presidenciales de noviembre de ese año.

Un exdiplomático nicaragüense dijo, bajo condición de anonimato, que “en términos generales no se vislumbran cambios en la situación de cara al 2023. Esta inmovilidad podría aparentemente interpretarse como consecuencia de una supuesta fortaleza del régimen, pero analizada en mayor profundidad significa lo contrario”.

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Señaló también que la falta de espacios para generar cambios dentro de Nicaragua, la ausencia de flexibilidad y el cierre a cualquier negociación son un riesgo mayor de fractura interna de la dictadura.

En su artículo, Orozco dijo que “el cambio político en Nicaragua podrá ser asumido de parte de quienes aprovechen los espacios de ruptura que están ocurriendo al interior del sistema y que representan una oportunidad toda vez que sean capaces de coordinar un amplio frente de acciones nacionales e internacionales en los momentos de mayor debilidad de la dictadura”.

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El trato a los presos políticos

Los familiares de los presos políticos que se encuentran en la Dirección de Auxilio Judicial (DAJ), más conocida como el nuevo Chipote, emitieron un comunicado esta semana en el que hicieron referencia a las visitas realizadas en diciembre, en el marco de la celebración de la Concepción de María, Navidad y Año Nuevo, y aseguraron que las condiciones han mejorado para los detenidos.

Las autoridades, dijeron las familias, les dieron espacio de patio sol y les permiten colchonetas, frazadas y almohadas.

Ese “asuavizamiento”, criticó Dávila, si bien da alegría a sus familiares por razones humanas, políticamente es una maniobra típica de regímenes totalitarios, “que primero son crueles, y luego bajan la crueldad un poco y exigen elogios”.

“Todos esos presos son inocentes, sus juicios (son) adefesios jurídicos, y deben ser puestos de inmediato en libertad incondicional, si Ortega quiere dar una señal franca de que quiere negociar para encontrar una salida a la grave crisis del país”, dijo Dávila.

El analista político Enrique Sáenz comentó que estas movidas se tratan de las “truculencias” acostumbradas del dictador a lo largo de su trayectoria política.

“Siempre se dijo, y es verdad, que los prisioneros políticos son rehenes que Ortega pretende utilizar como moneda de cambio en el momento que considere apropiado para alcanzar sus objetivos, que al final siguen siendo los mismos: impunidad para él y su círculo; garantía para la riqueza familiar y de sus allegados; eliminación de sanciones y preservación de su poder. En definitiva, el equivalente a la negociación con un terrorista con rehenes”, expresó Sáenz.

El papel de Murillo en las posibles negociaciones

La reunión entre los hermanos Ortega, para muchos, es el indicio de un posible diálogo, uno en el que la primera dama y vicepresidenta Rosario Murillo tendría temor de quedar fuera.

“Independientemente del grado de afectación de la salud del general Humberto Ortega, la nota pública emitida por la vicepresidenta Murillo evidencia un intenso temor de esta a quedar fuera de cualquier reacomodamiento de fuerzas a lo interno del régimen y en una eventual negociación con importantes actores externos”, expresó el exdiplomático en condición de anonimato.

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El analista político Eliseo Núñez Morales dijo para un artículo reciente que a Murillo le “molesta muchísimo” el encuentro entre los hermanos, porque eso podría significar que su esposo estaría escuchando otras valoraciones que la excluyan a ella de la sucesión del poder.

Otro evento que marcó la última noche del año fue una evidente discusión entre Ortega y Murillo, cuando ambos llegaron al acto en conmemoración del beisbolista puertorriqueño Roberto Clemente. Ella se retiró del lugar y Ortega presidió el acto sin su vicepresidenta.

¿Qué deberían hacer las fuerzas democráticas?

Orozco señaló que el reto de las fuerzas democráticas radica en “aprovechar las crecientes debilidades, las posibles rupturas y recuperar el espacio que los ha minimizado, en miras de devolver la confianza y la autoestima al pueblo para presionar por un cambio político mostrando a los altos funcionarios del régimen, civiles y militares, que no hay salida con Ortega y Murillo, y los crecientes costos de transacción en los que incurren estos no les favorecerán una vez que estén en más desgracia económica, social y política”.

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Para Sáenz, los desafíos de la oposición siguen siendo los mismos: “Concertar y conectar”. “Concertar una estrategia de lucha realista para restablecer la democracia, adecuada a la circunstancia de que enfrentamos una dictadura despiadada, y un programa mínimo de cambio. Y conectar en discurso y práctica con las aspiraciones, zozobras y realidades de los nicaragüenses, incluyendo micro, pequeños y medianos empresarios”, afirmó.

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