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Migrantes detenidos por tropas de la Patrulla Fronteriza y la Guardia Nacional de Estados Unidos en Eagle Pass, Texas, el 22 de mayo de 2022. LA PRENSA/AFP

El espejismo del migrante. Historias de nicaragüenses a quienes el sueño americano se les convirtió en pesadilla

Abandono, explotación laboral, hambre y calle. Los peligros de la migración irregular a Estados Unidos no acaban tras cruzar el río Bravo, advierte organización

Llegó. Logró sortear todos los peligros del camino, desde Wiwilí, Jinotega, hasta el sur de Texas. El joven, al que llamaremos Mario, es uno de los 84,055 nicaragüenses que en el primer semestre de este año fue detenido por la patrulla fronteriza de Estados Unidos después de cruzar la frontera de manera irregular.

Para salvarse de la represión del régimen Ortega Murillo, huyendo de la pobreza o el desempleo y con la ilusión de alcanzar el “sueño americano”, miles exponen su vida en una brutal travesía hacia América del Norte. La mayoría avanza con la convicción de que al pisar territorio estadounidense alcanzarán la meta, pero en muchos casos, se estrellan con una realidad aún más difícil. Cruzar también puede ser el inicio de sus pesadillas.

“Del otro lado”, en los Estados Unidos, la vida puede convertirse en un calvario inimaginable que ha llevado a algunos a suplicar a las autoridades que los envíen de regreso a Nicaragua. Tal es el caso de Mario, quien hace unos tres meses entró sin visa y con ayuda de un “compatriota de buen corazón” salió del centro de detención en el que estuvo recluido. Como todos, creyó que al salir de ese lugar quedarían atrás los peligros que implicó la travesía, y que se abrirían las puertas a esa nueva vida de grandes oportunidades laborales, ganando dólares a diario, con lo que los migrantes sueñan.

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Trabajar por techo y un poco de comida

Sin embargo, al trabajo duro se juntó la escasez. Durante varias semanas estuvo en casa del “buen samaritano” que le ayudó a salir del centro de detención y lo llevó a una ciudad en el Estado de Florida.

En ese tiempo, ni siquiera en sueños visitó los emblemáticos parques de Disney World, ni las playas que son los principales atractivos de ese Estado. Lo que hizo fue trabajar de sol a sol en obras de demolición y construcción, soportar todo tipo de privaciones, incluso de alimentos, ya que solo le daban una ración por día, el mínimo para recobrar fuerzas y empezar cada día su jornada.

A pesar de trabajar del amanecer al ocaso, nunca vio ni un solo dólar en sus manos. Y el día que se atrevió a reclamar, su benefactor lo trató de mal agradecido por no reconocer el apoyo que le brindó y sin reconocerle ni un solo centavo por las semanas de trabajo lo echó a la calle.

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Para poder cruzar la frontera entre México y Estados Unidos los migrantes deben cruzar el río Bravo. LA PRENSA/ AFP

Querer regresar, pero no poder ser deportado

Sin un centavo en la bolsa, al sentirse abandonado en una enorme ciudad en la que no conocía a nadie, se le ocurrió caminar hacia el aeropuerto, para entregarse a las autoridades para que lo deportaran. Durante las tres horas que duró la caminata, el sol de esta época de verano calentó tanto la suela de sus zapatos que sus pies se llenaron de ampollas, pero eso no fue lo peor.

Al llegar al aeropuerto supo que para ser deportado se necesita que un juez ordene que lo trasladen a un centro de detención para deportación, donde debe permanecer por semanas o meses, hasta que se complete la cuota necesaria (casi 300 personas) para que se gestione un vuelo humanitario a su país de origen.

La otra opción es comprar un boleto que cuesta unos 500 dólares y en el caso de no tener pasaporte, deben tramitar un salvoconducto o un pasaporte temporal, ya que sin esos documentos no puede abordar un avión. Mientras tanto, desde Nicaragua su familia pide ayuda a organizaciones humanitarias para que lo regresen a su tierra natal. ¿Y si es perseguido político? Otra drama le espera.

Cuidado con perseguir el espejismo

Según representantes de la organización Texas Nicaraguan Community, casos como el de Mario se repiten cada vez con más frecuencia. Es por ello que la organización aconseja que si no tienen a una persona confiable y las garantías de que puede recibirlos y apoyarles, mejor no migren.

Otro problema es que en la mayoría de los Estados no es fácil alquilar un lugar donde vivir cuando no se tienen “papeles”; identificación, permisos de trabajo, número de seguro social, cuentas bancarias o tarjetas de crédito asociadas.

La mayoría de los dueños de apartamentos o casas piden el seguro social del inquilino ya que con ese documento verifican todo el historial del solicitante, de este pequeño código depende abrir o cerrar puertas. Entonces la única opción es conseguir un cuarto con algún conocido de confianza.

El hecho de no tener permiso para trabajar implica, además de desafiar las reglas de ese país, exponerse a personas inescrupulosas que pagan menos de lo establecido por ley o sabiendo que la persona no tiene a quién acudir, obligarla a trabajar a cambio de techo y comida. Es como volverse esclavo en un lugar lejano, tal como le ocurrió a Mario.

Pero por ahora Mario está a salvo, afortunadamente encontró a una persona que de momento lo está ayudando, mientras resuelve su situación y logra gestionar de una u otra forma su retorno. Sin ese “ángel” seguiría en las calles, con hambre y expuesto a muchos peligros.

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Quedar varados en el “oasis”, los que son abandonados al llegar

Según dirigentes de Texas Nicaraguan Community, otros casos muy comunes son los de migrantes que cuando están en el centro de detención, la persona que les ofreció recibirlos no les vuelve a contestar las llamadas. Quedan varados en lo que creían un oasis.

Otro llamado que hace la organización es para las personas que empiezan a trabajar, les recomiendan que ahorren y se preparen para su cita ante el juez, ya que son muchos los nicaragüenses a los que están deportando, justamente porque no llegan preparados a la cita con el juez. Si fuera el caso de pedir asilo político o humanitario, no basta con decir que se es opositor, hay que demostrar con hechos concretos, testimonios reales, verosímiles y verificables sobre el peligro que se alega.

Conocieron recientemente el caso de otro joven quien desde que llegó, deslumbrado por su “prosperidad” y buena suerte, invirtió todo lo que ganaba en ropa y zapatos de marca y otros artículos de lujo. Cuando acudió a su cita con el juez no pudo demostrar que su vida peligra en Nicaragua y el juez ordenó su inmediata deportación.

Todo lo que compró quedó en el apartamento donde vivía porque en los vuelos de deportación no permiten llevar nada. Y él en sus bolsillos apenas llevaba unos pocos dólares. Es decir, regresó a Nicaragua igual o peor de como salió.

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Cada vez más nicas deambulando en las calles

Estos y otros casos, junto al reciente reporte de más nicaragüenses que deambulan por las calles de distintas ciudades, instó recientemente a la Texas Nicaraguan Community a hacer un llamado a los compatriotas que planean migrar.

“La gente que está aquí puede comentar su experiencia y es dura, si no tienes a nadie que te apoye, tenés que ser fuerte y aferrarte a salir adelante, con uñas y dientes. Venir a trabajar de lo que sea y no poner horario porque en Nicaragua trabajaba de día. Si no vienen con esa mentalidad de superación, quédate donde estás”, dice parte del mensaje de la organización.

Además, advierte que no es racional “venir a los Estados Unidos y comenzar a presumir tus zapatos de marca, gorras y ropa de marca gastando todo lo que recibes, sin saber que tu estatus legal está en el limbo”. Insisten en ahorrar lo más que se pueda, porque “si en tu cita de migración te dejan adentro y te deportan tienes recogido tu dinero para hacer algo en Nicaragua y no regresar con las manos vacías… Para estar en los Estados Unidos en la calle, sin familia ni pan, mejor estoy con familia en mi país”, concluye el mensaje que es un llamado a la reflexión para los nicaragüenses que planean migrar.

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