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Daniel Ortega con Nicolás Maduro y Miguel Díaz-Canel durante su quinta toma de posesión en Nicaragua. LA PRENSA/TOMADA DE INTERNET

¿Qué busca EE. UU. con el cambio de su política hacia Cuba y Venezuela? ¿Podría pasar lo mismo con Nicaragua?

LA PRENSA consultó a expertos en relaciones internacionales y analistas políticos quienes responden a estas dos interrogantes y analizan el eventual escenario.

En esta semana el Gobierno de Estados Unidos, a cargo del presidente Joe Biden, realizó “giros inesperados” en su política hacia los regímenes de Cuba y Venezuela, dirigidos por Miguel Díaz-Canel y Nicolás Maduro, respectivamente, al informar sobre una serie de acciones que buscan flexibilizar el trato hacia estos países. Dos de las grandes interrogantes tras las medidas son: ¿A qué obedecen o qué busca EE. UU. con esta flexibilización? y ¿Qué probabilidades existen de que pase lo mismo con Nicaragua?

LA PRENSA consultó a expertos en relaciones internacionales y analistas políticos quienes responden a estas dos interrogantes. Cabe destacar que el anuncio se da previo a la celebración de la IX Cumbre de las Américas que se celebrará en Los Ángeles en junio venidero, y en la que estos tres países probablemente serían excluidos, exclusión que despertó el malestar de países latinoamericanos como México, Bolivia, Honduras, Argentina y Chile quienes abogan por que no haya exclusiones.

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Cabe destacar que Maduro y Díaz-Canel fueron dos de los tres mandatarios latinoamericanos que participaron de la quinta toma de posesión de Ortega el pasado 10 de enero.

Respecto a La Habana, Biden anunció el restablecimiento del Programa de Permiso de Reunificación Familiar Cubana (CFRP, por sus siglas en inglés), la autorización de los vuelos comerciales regulares y chárter a Cuba, que solo llegaban a La Habana, y la suspensión del límite de 1,000 dólares por trimestre a las remesas, dando marcha atrás en algunas de las políticas más duras implementadas por el expresidente Donald Trump.

Sobre Venezuela, el gobierno norteamericano anunció que aliviará sus sanciones económicas contra el poder ejecutivo de Maduro como gesto para que se reanuden las negociaciones políticas con la oposición en Ciudad de México. Biden permitirá a la empresa petrolera estadounidense Chevron, la única que aún permanece en Venezuela, negociar sus “actividades potenciales para el futuro” con la estatal PDVSA y la remoción de la lista de sanciones individuales de Carlos Erik Malpica Flores, un exdirectivo de PDVSA y sobrino de la primera dama de Venezuela y dirigente del Partido Socialista Unido, Cilia Flores.

¿Qué busca Estados Unidos en Cuba y Venezuela?

Los expertos consultados por este Diario no dudan en señalar que EE. UU. lo que busca o pretende con el cambio de su política hacia los países mencionados es “un acercamiento mínimo”, como consecuencia de varios factores como: la oleada migratoria hacia territorio americano y el incremento de los precios del petróleo.

Carlos Cascante Segura, profesor de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA), considera que la Administración de Biden está condicionando su política hacia América Latina en tres elementos.

“Primero, la presencia de China que siempre está ahí y que EE. UU. teme; segundo el incremento de los precios del petróleo e hidrocarburos, los EE. UU. previendo que la guerra en Ucrania se extienda, tiene que buscar mecanismos para bajar el precio del petróleo, y tercero que estos tres países tienen una línea común”, explica Cascante Segura.

Los presidentes Miguel Díaz-Canel y Nicolás Maduro. TOMADA DE INTERNET

Por su parte, el experto en derecho internacional, temas de integración y catedrático de la Universidad de Costa Rica (UCR), Carlos Murillo Zamora, refiere que en el caso de Cuba es “para evitar la oleada de migrantes y en Venezuela supongo que el tema es petróleo”.

Un experto en derecho internacional, quien habló con LA PRENSA bajo la condición de anonimato por temor a represalias, opina que EE. UU., busca un acercamiento mínimo al tener cada día más una oleada antiestadounidense en América Latina, gracias a su posición ambivalente. Rememora que el expresidente Trump fue duro en su política y no se acordó de la región por sus intereses en China, Corea del Norte y Rusia.

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Por lo que refiere que las políticas migratorias hicieron que muchos países no apoyen como antes a Estados Unidos. “En el caso venezolano se inició por la criminal invasión rusa a Ucrania y la decisión de no comprar más petróleo ruso. Venezuela tiene petróleo e inició acercamiento. Con Cuba, debe ser algo derivado del acercamiento con Venezuela, o sea, a solicitud de Maduro para que Biden sea más flexible y les permita respirar económicamente”, indica.

Agrega que “es una negociación donde ganan todos, EE. UU., acceso a petróleo más barato, Venezuela y Cuba una relajación de las sanciones impuestas por varios años ya”.

Un académico en derecho internacional reconoce que en el caso venezolano “Estados Unidos ha dejado claro que este cambio es reversible, es decir, que si no hay avances o si hay retroceso, cualquier medida que se esté suavizando puede volver a imponerse”, y añade en relación con Cuba que los motivos son distintos, debido a que “se pretende aliviar los estragos humanitarios en la población a causa de límites en las remesas y visitas de sus familiares. También, con la reactivación de procesamiento de visas, se pretende evitar el drama humanitario de la migración irregular, que ha visto un marcado aumento, tanto por mar como por tierra”.

Jalapa, Nicaragua. 10-Mayo-2022. Migrantes, en su mayoría procedentes de Cuba, Venezuela y Haití, usan el corredor de Jalapa para poder cruzar la frontera entre Teotecacinte del lado de Nicaragua y de Trojes del lado de Honduras. La mayoría de los cubanos usan vuelos charter La Habana-Managua, mientras que el resto de migrantes vienen por tierra transbordando y llegando a la terminal de buses de Jalapa, donde luego son trasladados por cuenta propia a la frontera de Teotecacinte y usar ese corredor de forma ilegal. LA PRENSA.

“En esto último Nicaragua juega un papel relevante, al servir de tránsito desde la isla hacia el norte”, agrega el académico.

En noviembre de 2021, el régimen orteguista aprobó el libre visado para que los ciudadanos cubanos ingresen a Nicaragua y de cierta manera, el país sirva de trampolín para que empiecen la migración irregular que tiene como objeto llegar a EE. UU., o alcanzar el sueño americano.

¿Podría pasar lo mismo con Nicaragua?

A principios de este mes el periódico The New York Times informó que Laureano Ortega Murillo, hijo de la pareja presidencial, buscó acercamiento con EE. UU., a través de una tercera persona con el fin de negociar el cese de las sanciones a funcionarios y familia de los Ortega-Murillo. Acercamiento que posteriormente confirmó el Departamento de Estado y que aparentemente no ha terminado sino empezado.

Posteriormente LA PRENSA conoció que Yadira Julieta Leets Marín, expareja de Rafael Ortega Murillo —hijo mayor de Ortega y Murillo— ingresó el lunes 9 de mayo pasado a Atlanta, Estados Unidos, usando el pasaporte diplomático nicaragüense número A00000205. Leets y sus hijas Ariana y Libia Ortega Leets, salieron de Ciudad Panamá a las 3:48 de la tarde de ese día, en el vuelo 1810 de Delta Airlines rumbo a Atlanta.

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Estos dos hechos, según expertos, evidencian las posibilidades de que existe una eventual negociación de EE. UU. con el régimen. El experto en derecho internacional, bajo la condición de anonimato, subrayó que existen indicios claros de primeros intentos de acercamiento o cambio de política.

“Algo se está moviendo, primero la noticia del hijo de Ortega, ahora la exnuera, podrían ser los primeros intentos de negociación para relajar las sanciones a cambio de que Ortega rebaje tensiones con la oposición política del país. Sin embargo, eso podría tardar en el tiempo y no ser algo que se vea pronto”, considera este experto.

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Cascante Segura se muestra optimista al asegurar que lo posible es que EE. UU. hago lo mismo con Nicaragua, en referencia al cambio de política con Cuba y Venezuela, y aprovecha a destacar que prueba de ello es la decisión de EE. UU. de enviar embajador a Nicaragua y no dejar la embajada sin embajador.

“Esto demuestra que efectivamente quiere tener una política distinta hacia Managua siempre y cuando se intercambie un poco por la reducción de la agresividad del régimen contra sus opositores”, considera Cascante Segura.

El pasado 6 de mayo, Biden nominó a Hugo F. Rodriguez Jr., para el cargo de embajador estadounidense en Managua, según un comunicado de prensa publicado el viernes 6 de mayo. Es el Congreso de los EE. UU. el que aprobará la nominación para que Rodríguez sea el embajador en Managua y sustituya a Kevin Sullivan, quien está en el cargo hace más de tres años.

Hugo F. Rodriguez Jr.

El analista para Centroamérica de Internacional Crisis Group, Tiziano Breda, precisa que en el caso de Nicaragua la probabilidad que se traduzcan en acciones concretas dependerá en larga medida de “la voluntad de Ortega y su necesidad de paliar el impacto político y económico de la guerra en Ucrania, además la capacidad de EE. UU. de usar esta necesidad como palanca para negociar concesiones realistas y la implementación de los acuerdos a los que se ha llegado con Venezuela y Cuba, y los pasos siguientes que se puedan dar”.

En es línea, Murillo Zamora ve poco probable que pase igual con Nicaragua con respecto a Venezuela y Cuba: “No creo que Nicaragua tenga algo que ofrecer, excepto liberar a los presos y negociar una salida al régimen, lo cual no veo posible por ahora”.

El experto en derecho internacional, bajo la condición de anonimato, agrega que sin duda EE. UU. “ha perdido poder en la zona, por ello necesita recuperarlo a través de esos países que en algún momento fueron parte del ‘eje del mal’ latinoamericano. Cada vez hay más gobiernos de izquierda y obviamente son menos propensos a seguir una relación estable con Estados Unidos”.

Insiste en recordar que “son negociaciones y relajación de medidas por cuestiones específicas, en cualquier momento las quitan y volvemos a la ‘normalidad'”.

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Por su parte, Eric Olson, director de Políticas e Iniciativas Estratégicas, del Wilson Center Global, con sede en Washington DC, comentó a la Voz de América, que el levantamiento de sanciones es una medida positiva, pero solo cuando “el Gobierno toma pasos positivos”.

El analista señaló que en Nicaragua una buena señal sería la liberación de todos los presos políticos que permanecen detenidos, aunque reconoce “que no hay justificación alguna para mantener” a los opositores bajo prisión.

“El tema de las sanciones no se entiende mucho, yo creo que es una herramienta que tiene EE. UU. y cualquier país puede utilizar para señalar su desacuerdo con algo y si hay cambios en los gobiernos, se deben remover sanciones”, agregó.

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