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Daniel Ortega, el dictador en Nicaragua y Pedro Sánchez, presidente de España. LA PRENSA

Qué perdería Nicaragua de España con el retiro de su embajador en Madrid

Este año, Ortega ha dado golpes a las relaciones diplomáticas con España, Colombia y el Vaticano. Retiró a su embajador en Madrid, retiró las credenciales al colombiano en Managua y obligó al nuncio apostólico a dejar el país tras retirarle el beneplácito

Las relaciones diplomáticas entre el régimen de Daniel Ortega, en Nicaragua, y el gobierno de Pedro Sánchez, en España, han escalado hasta un “punto crítico”, según analistas en relaciones y derecho internacional consultados por LA PRENSA. Esto después de que Ortega retiró de sus funciones al embajador nicaragüense, Carlos Midence, en ese país alegando presuntas “presiones y amenazas injerencistas”.

Tras los fuertes cuestionamientos de la comunidad internacional por las polémicas elecciones celebradas en noviembre de 2021, con las que consumó su cuarto mandato presidencial consecutivo desde que retornó al poder en 2007, Ortega ha tomado decisiones diplomáticas que han deteriorado las relaciones con algunos países.

El Ministerio de Relaciones Exteriores (Minrex) el 23 de febrero retiró las credenciales al embajador del gobierno de Iván Duque en Nicaragua, Alfredo Rangel Suárez. El 6 de marzo retiró el beneplácito al nuncio apostólico en Nicaragua, Waldemar Stanislaw Sommertag, y lo expulsó del país. Y la acción más reciente, el 10 de marzo, fue retirar a su embajador en España.

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La tensión entre Nicaragua y España inició en junio de 2021, cuando en ese momento el presidente Sánchez envió un mensaje directo a Ortega, tras el encarcelamiento de los aspirantes presidenciales. A Ortega le dijo “juegue limpio, libere a los opositores y concurra en juego limpio y en buena lid a ese proceso electoral“.

Posteriormente, el régimen arremetió contra Arancha González Laya, quien en ese momento era ministra de Asuntos Exteriores, además contra la Unión Europea, la Cooperación de España, y actualmente contra el sucesor de González, José Manuel Albares, canciller español.

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En agosto de 2021, Albares llamó a consultas a la embajadora española en Nicaragua, María del Mar Fernández, en respuesta a un comunicado que en ese momento publicó el régimen de Ortega en el que acusó a España de “intromisión, injerencia e intervención” en asuntos internos de Nicaragua.

Desde entonces la diplomática no regresó a Managua y, el 11 de marzo, un día después del retiro del embajador nicaragüense, el canciller español aseguró que el régimen orteguista siempre mantuvo una postura de rechazo al ingreso de la embajadora española a Nicaragua.

¿Por qué están en crisis las relaciones?

Para el costarricense, Carlos Cascante Segura, profesor de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA), la relación entre ambos países está ante un típico caso de “retorsión” por la vía diplomática, que consiste, según explicó, en una serie de actos que demuestran discrepancia o molestia por la conducta que han llevado los dos países.

“En este caso, el primero en realizar ese acto de molestia fue el gobierno español, vinculado por la represión de Ortega, y el acceso al poder de Ortega-Murillo después de unas elecciones consideradas por la comunidad internacional como fraudulentas. La respuesta del régimen Ortega-Murillo consiste en negarle la entrada a la embajadora, que a su vez motiva al gobierno español a protestar contra ese acto y el gobierno de Ortega toma una decisión fuerte en diplomacia que significa quitar a su embajador en Madrid”, dijo Cascante Segura.

España llamó a consultas a su embajadora en Managua, María del Mar Fernández Palacios. Foto de Embajada de España en Nicaragua.

En términos generales, lo que ha ocurrido es “una reducción del nivel de la representación y eso significa que la relación está en crisis”, dijo el especialista.

Mientras tanto, el politólogo y exdiplomático nicaragüense, José Dávila, aseguró que las relaciones entre ambas naciones se encuentran en “una situación muy crítica, quizás la más crítica a través de la historia”. Dijo que el “no haber dejado regresar a Nicaragua a la embajadora española, y ante los reclamos, retirar al propio embajador, son parte de un manejo errático e ideologizado, y hasta inmaduro de lo que son las relaciones internacionales. Pero ante todo es la continuidad de una política exterior arbitraria y enrevesada, que ha sido la constante del régimen de Ortega”.

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Lo anterior lo reforzó el experto en derecho internacional, temas de integración y catedrático de la Universidad de Costa Rica (UCR), Carlos Murillo Zamora, quien dijo que el negarle la entrada a la funcionaria española es igual a que Ortega le haya quitado “el beneplácito como embajadora”.

Murillo Zamora subrayó que “cuando el Gobierno le retira el beneplácito al embajador, eso es casi una ruptura de relaciones o un bajón en el nivel de las relaciones”.

¿Cuál podría ser el efecto?

Partiendo de que España es una de las naciones que en medio de la pandemia de la covid-19 se ha convertido en uno de los principales donantes para Nicaragua de vacunas, y de otros programas de cooperación, los expertos no descartan que esta tensión provoque la reducción de esas cooperaciones.

Cascante Segura refirió que aparte de provocar “efectos simbólicos”, la tensión “va a provocar que Madrid trate de reducir su cooperación con el gobierno nicaragüense”, además va a empujar a que España sea “muy vocal en los foros internacionales sobre la condición de derechos humanos en Nicaragua y probablemente que se acerque más a brindar un apoyo más claro a la oposición en Nicaragua”.

A lectura de Alberto Cortés, politólogo y catedrático de la Universidad de Costa Rica (UCR), el retiro del embajador refuerza sin duda el “aislamiento internacional de Nicaragua y desprestigia a la dictadura dinástica de Ortega y Murillo, por el tipo de discurso impropio de jefes de Estado o cancillerías”.

Lea más en: Canciller español dice que el retiro del embajador no va a impedir «que España reclame democracia en Nicaragua»

Cortés insistió en remarcar que España tiene “un peso significativo en la relación con América Latina y Europa. Es, además, un gobierno progresista que puede tener una influencia importante en gobiernos de distinto signo en los dos lados del Atlántico”.

Para Murillo Zamora, lo que busca Ortega con este tipo de comportamientos es “evitar que haya más críticas de los juicios contra opositores para poder mantener el control del país y eso implica consolidar aún más la dictadura”.

El presidente Daniel Ortega en Nicaragua. LA PRENSA / TOMADO MEDIOS OFICIALISTAS

El exdiplomático Dávila afirmó que Ortega “no permite que sus funcionarios apliquen lo que dicen las cartillas básicas sobre diplomacia y relaciones internacionales, que se asume, conocen”.

“Se sigue haciendo el régimen de Nicaragua el harakiri internacional y profundiza su aislamiento. España es la puerta de la Unión Europea para América Latina y Nicaragua solo lleva las de perder si se distancia de España, que tanto ha ayudado a Nicaragua en las últimas décadas”, dijo Dávila.

Después de este tipo de tensión, el exdiplomático nicaragüense no descarta que surja la interrogante entre los pasillos diplomáticos: ¿Después de la Santa Sede y España, quién sigue?

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