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Daniel Ortega junto al viceprimer ministro y ex viceministro de Defensa de Rusia, Yuri Borísov. LA PRENSA / TOMADA DEL 19 DIGITAL

Rusia coquetea con países de Latinoamérica en medio de un posible conflicto en Ucrania. Nicaragua es de los más cortejados

Rusia busca reforzar y expandir su presencia en países de Latinoamérica por medio de llamadas entre Vladimir Putin con sus homólogos, visitas oficiales de funcionarios y promesas de aumentar la cooperación

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La comunidad internacional se mantiene en vilo ante la posible invasión de Rusia a Ucrania, que el presidente de Estados Unidos ha dicho estar “convencido” que sucederá en cualquier momento. Mientras tanto, Rusia busca reforzar y expandir su presencia en países de Latinoamérica por medio de llamadas entre Vladímir Putin con sus homólogos, visitas oficiales de funcionarios y promesas de aumentar la cooperación.

En la última semana, el viceprimer ministro y exviceministro de Defensa de Rusia, Yuri Borísov, inició una visita oficial en Latinoamérica. El miércoles estuvo en Caracas, el jueves en Managua y finalizó el viernes en La Habana. La gira de Borísov se dio casi un mes después de que el canciller ruso, Serguéi Lavrov, informó que el presidente Putin acordó ampliar la cooperación estratégica en todos los ámbitos durante intercambios con los jefes de Estado de los tres países.

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Además se espera que en esta semana el presidente de la Duma Estatal de Rusia, que es el equivalente a la cámara baja del Parlamento, Viacheslav Volodin, haga una visita oficial a Cuba y a Nicaragua, el 23 y 24 de febrero.

Pero todo inició en enero, cuando Putin llamó telefónicamente a Daniel Ortega, a Nicolás Maduro y a Miguel Díaz-Canel. Al dictador nicaragüense lo felicitó “calurosamente” por su reelección, ocurrida el 7 de noviembre pasado, y le reiteró “el apoyo a la soberanía de este país, así como la disposición a contribuir al desarrollo económico social de Nicaragua”, según la información oficial.

¿Qué busca Rusia en Latinoamérica?

Andrés Serbín, doctor en Ciencias Políticas, analista internacional y presidente de la Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales (Cries), dijo que se debe tomar en cuenta que “Rusia muestra a Estados Unidos que puede tener una presencia estratégica en su propia área de influencia (América Latina) como una señal frente a las presiones que recibe en torno a Ucrania, que considera parte de su área de influencia”.

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Añade que el acercamiento se puede traducir como una especie de reciprocidad simbólica en un momento de alta tensión entre las dos potencias. “Las visitas de altos funcionarios rusos y las declaraciones conjuntas en el caso de Nicaragua, Cuba y Venezuela buscan reafirmar la señal de que Moscú tiene un pie en el hemisferio occidental”, indicó Serbín.

Rosario Murillo, vicepresidenta designada y Daniel Ortega, presidente, junto al viceprimer ministro de Rusia. Foto tomada de El 19 Digital. Cortesía/LA PRENSA

Para Ortega, el acercamiento con Rusia es “un factor importante para romper su aislamiento y para legitimarse, mostrando que puede desarrollar alianzas con los adversarios estratégicos de EE. UU., tanto Rusia como China, en una coyuntura donde reafirma el carácter dictatorial de su régimen y la exclusión y persecución de sus adversarios políticos”, opinó Serbín.

Por su parte, Evan Ellis, profesor investigador de Estudios Latinoamericanos en el Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra del Ejército de los Estados Unidos, refirió que “se nota que las visitas que realizó Borísov son a los mismos tres actores anti-EE. UU. (Venezuela, Nicaragua y Cuba) que han sido el eje de la proyección de Rusia en el hemisferio en el pasado (…) y que, por lo menos públicamente, a pesar de declaraciones de cooperación en temas de defensa ha demostrado su naturaleza improvisada como respuesta del crisis, más que nada”.

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El ruso-colombiano, Vladimir Rouvinski, profesor de la universidad Icesi, dijo que se debe tener presente que Rusia regresó a Latinoamérica a finales de la década de los años 90 e inicios del 2000, pero que se intensificó en 2017 cuando Putin logró cuestionar el orden internacional existente con el liderazgo de EE. UU., y el lugar que ocupa desde la perspectiva de América Latina.

“Tiene que ver de la idea de las élites rusas que el orden internacional para ellos es cuando el mundo está dividido en las zonas de influencia, esto es lo que ellos llaman con etiqueta del orden multi-polar, pero en realidad se trata de la división del mundo. Para Rusia, las zonas de influencia son Ucrania y desde su perspectiva rusa, la actitud o prioridad que da EE. UU. a América es diferente, pero desde la visión de Rusia, América Latina sigue siendo la zona de influencia especial de EE. UU.”, consideró Rouvinski.

Vladímir Putin y Daniel Ortega. LA PRENSA / CORTESÍA
Vladímir Putin y Daniel Ortega en una visita efímera del presidente ruso al Aeropuerto Internacional de Managua en julio de 2014. LA PRENSA / CORTESÍA

Al mismo tiempo, aseguró que Rusia busca recompensar lo que considera las acciones inamistosas de EE. UU. en la zona de influencia rusa, es decir en Ucrania y Bielorrusia. “Aquí funciona la lógica de reciprocidad, que quiere decir si ustedes EE. UU. se están metiendo en mi zona de influencia, yo también puedo hacer lo mismo en su zona de influencia”.

El profesor dijo que la reciprocidad simbólica en muchos casos no se va más allá de algunas declaraciones fuertes, reuniones de los líderes, entre otros, pero “tampoco quiere decir que es inofensivo, este simbolismo trae la creación de unos vínculos de confianza entre Rusia y los países que no son democracia como Nicaragua y Venezuela”.

La otra razón de Rusia, para él, aunque menos visible, tiene que ver con la apuesta de Rusia como la potencia energética, ya que ese país tiene muchos recursos energéticos, pero no significa que se puedan vender fácil. “Para vender los recursos ubicados en una zona muy lejana hay que construir una infraestructura, construirla cuesta un montón de plata que Rusia no necesariamente tiene”, subrayó. Todo lo anterior se resume en que Putin busca invertir en el sector energético en América Latina.

Rouvinski enfatizó que el interés de Rusia en Nicaragua tiene que ver con “la división de América Latina como el patio trasero o la zona de influencia de EE. UU., Nicaragua está ubicada relativamente cerca con EE. UU. y por otro lado, el gobierno de Ortega durante tantos años ha mostrado que está dispuesto a jugar con las reglas impuestas por Putin”.

Otros países

Pero la influencia rusa ha tratado de ir más allá de los tres países gobernados por totalitarismos. Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, llegó a Moscú el pasado 17 de febrero para sostener un encuentro con Putin. Tras finalizar, calificó las conversaciones de “sustanciales” y “constructivas”.

Serbín refirió que la visita de Bolsonaro a Rusia responde a la “dinámica política doméstica y a una búsqueda de diversificación de las relaciones de Brasil”. Mientras que Ellis indicó que la presencia de Bolsonaro en Moscú “hasta cierto punto se puede interpretar como un contrapeso al tratamiento frío que recibió por la Administración de Biden sobre sus políticas medioambientales y su discurso polémico”.

Otro que llegó hasta el Kremlin a inicios de febrero fue Alberto Fernández, presidente de Argentina, quien manifestó que su país “debe ser la puerta de entrada” de Rusia en América Latina. 

Ellis afirmó que lo de Argentina quizás refleja parcialmente un intento del presidente Fernández de apaciguar la izquierda dentro de peronismo.

¿Qué podrían ofrecerle estos países a Rusia?

Sobre esta interrogante, Ellis dijo que lo que podrían ofrecer los países latinoamericanos, pero particularmente Venezuela, Cuba y Nicaragua, a corto plazo es mostrar que no está aislado internacionalmente en esta crisis, que también tiene amigos en el hemisferio occidental a quienes puede utilizar para proyectar amenaza estratégica.

Carlos Malamud, catedrático e investigador principal de América del Real Instituto Elcano, subrayó que Rusia está presente en América Latina gracias a que “la Nicaragua de Ortega es una de las grandes bases de sustentación de la presencia de Putin” y porque es parte de su enfrentamiento global con EE. UU.”.

El dictador nicaragüense, durante el encuentro que sostuvo con el viceprimer ministro de la Federación de Rusia elogió su acercamiento con Moscú. “Con Rusia nos hemos encontrado siempre en una lucha por la paz y el mejor referente que tiene la humanidad, en lo que es la defensa de la paz, la lucha por la paz es la sangre, es el heroísmo del pueblo ruso, cuando enfrentó al fascismo y lo derrotó, salvando a Europa, a Estados Unidos y a la humanidad. Eso no se puede olvidar”.

¿Hay peligro?

De la misma manera existen interrogantes sobre si hay algún peligro o consecuencia tanto para Nicaragua en cuanto a sus relaciones internacionales y Estados Unidos sobre su seguridad. Ellis indicó que “el peligro principal para Nicaragua es que (Rusia) ayuda mantener la viabilidad del régimen de los Ortega y circunvalar su aislamiento internacional, y en el proceso, aumentar la dependencia de Nicaragua en Rusia (y China) mientras que se profundiza su aislamiento de mercados tradicionales como los EE. UU. y Europa”.

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Mientras que Malamud añadió que de alguna manera significa una amenaza, pero, sobre todo “EE. UU. recela más de la presencia china, el tema de Irán y Rusia puede traer algunas complicaciones, pero desde el punto de vista geoestratégico son menores que el dolor de cabeza que le causa a Washington la presencia de China en América Latina”.

Por su parte, Rouvinski refirió que lo que vive América Latina “es un cambio dramático del contexto internacional global”, que durante años ha logrado a grandes rasgos evitar ser epicentro de peleas entre grandes potencias. “Pero ahora la rivalidad de las potencias está llegando a Latinoamérica, Rusia está, China está aquí y EE. UU. está muy sensible y pendiente de los desarrollos en su casa”.

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