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La Cruz Roja estuvo en varios enfrentamientos entre Policías y manifestantes opositores en 2018. LA PRENSA

La Cruz Roja y su misión humanitaria durante las protestas de 2018

Arriesgaron su vida para salvar la de otros. Sandinistas y manifestantes opositores por igual. Visitaron a presos políticos, dieron asistencia, trasladaron heridos bajo las balas represivas del régimen hasta que fue confiscada y sus bienes robados.

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20 de abril de 2018. Tres de la tarde. “Juan”, un paramédico de la Cruz Roja, escucha por radio las noticias sobre la muerte de varios jóvenes durante los enfrentamientos que tuvieron estudiantes con la Policía en la parte trasera de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), al costado oeste de la Catedral de Managua.

“La Policía mantiene rodeado el sector de la avenida universitaria. ¡Están disparando a los jóvenes! Hay varios heridos. Nos vamos a retirar porque los gases lacrimógenos nos están afectando”, se escucha narrar a un periodista por radio.

—Muévanse para la UNI —le indican por radio al equipo de Juan que se trasladaba por la Carretera a Masaya en una ambulancia

—¡La Sangre de Cristo! —expresó uno de sus compañeros

El que tenía mayor experiencia en el grupo les dijo: “Nuestra labor es humanitaria. Vamos con precaución y cuidemos nuestras vidas para cuidar las de los demás”.

“Juan” es un joven que en 2018 trabajaba voluntariamente brindando asistencia prehospitalaria como parte de la Cruz Roja. Acababa de cumplir seis meses como socorrista voluntario cuando estallaron las protestas de abril. Su verdadero nombre nos solicita omitirlo por temor a represalias por parte del régimen.

Desde que comenzaron las protestas en Nicaragua, la Cruz Roja Nicaragüense desplegó a todo su personal en el país. LA PRENSA/ARCHIVO

Para aquel entonces Juan tenía 22 años y al llegar a la UNI, lo que más le sorprendió era ver a jóvenes de su misma edad con heridas de bala, fracturas expuestas y con heridas que dejarían algún tipo de secuelas. “En la ambulancia íbamos diciendo que cómo era posible que la Policía disparara de frente contra chavalos desarmados. No lo podíamos creer”, señala.

Aquella tarde, los jóvenes que se habían tomado la UNI por la mañana fueron atacados violentamente por la Policía y se vieron obligados a refugiarse en la Catedral de Managua. Juan recuerda que después de trasladar en la ambulancia a dos pacientes a un hospital, regresaron para trasladar a más heridos, pero agentes policiales les prohibieron el paso frente al Estadio Nacional de Beisbol.

El conductor regresó buscando Tiscapa y después del paso a desnivel en ese lugar ya no pudo avanzar porque la Policía también tenía bloqueada la calle. Estuvieron dando vueltas tratando de llegar a la Catedral, pero los antimotines y agentes de Tránsito no los dejaron pasar hasta cerca de las 6:00 de la tarde cuando los jóvenes ya estaban cercados en el interior de la Catedral.

“Entramos a la Catedral y la parte del templo estaba cerrada. Los chavalos estaban adentro cantando el himno, gritando consignas y desde afuera se escuchaba fuerte por el eco. Cuando llegamos, todos teníamos los sentimientos a flor de piel, pero no podíamos dejar nuestra labor imparcial y humanitaria”, señala. Juan confiesa que quería llorar. Ya se tenían noticias de más de diez personas fallecidas y la represión no se detenía.

La ambulancia se estacionó frente a la puerta principal de la Catedral de Managua. De ahí salieron tres jóvenes con heridas de bala. Uno de ellos tenía su nombre y el número de un familiar escrito en su brazo. “Ahí no pude más. Me puse a llorar y le tuve que decir a mis compañeros que me había afectado el gas lacrimógeno, pero mentira, si ya ni gas había. Nunca lo hablamos, pero creo que entendieron qué fue lo que me pasó”, comenta.

Durante las protestas de 2018, Juan señala que la mayoría de paramédicos de la Cruz Roja tuvo temor porque, a pesar de que estaban debidamente identificados, la Policía y paramilitares no tenían escrúpulos y podían disparar en su contra. “Algunas ambulancias quedaron con disparos”, comenta.

La Cruz Roja atendió a sandinistas y manifestantes opositores por igual. En la foto, un socorrista atiende a un agente policial herido. ARCHIVO

Protestas

Con el estallido de la crisis política en 2018, fue común ver a las ambulancias de la Cruz Roja en las zonas donde paramilitares y agentes policiales atacaban a manifestantes y en algunas ocasiones, las ambulancias quedaban en medio del enfrentamiento y las vidas de los socorristas corrían peligro.

“La gente no lo sabe, pero hubo voluntarios y paramédicos que quedaron en shock muchas veces o que se paralizaban por los disparos”, relata Juan, y agrega que los socorristas nunca se vieron como víctimas porque siempre priorizaron su labor humanitaria.

Estuvieron en la UNI, en la Universidad Nacional Agraria, en la UNAN. También en ciudades que fueron atacadas como Estelí, Matagalpa, Masaya, Jinotepe, León, Juigalpa. Se les vio en los tranques pidiendo paso para trasladar a heridos y sus ambulancias eran los únicos vehículos que dejaban pasar.

El excarcelado político Chéster Navarrete tenía siete años siendo paramédico del Benemérito Cuerpo de Bomberos cuando fue encarcelado por brindar asistencia humanitaria a los heridos durante las protestas en Masaya.

Navarrete recuerda que muchos socorristas que trabajaban en la Cruz Roja, cuando no les tocaba turno, se iban a los puestos médicos para ayudar. Algunos se quedaban en la sede de la organización para estar disponibles debido a que había escasez de personal para atender a tantos heridos.

“Desde el día uno la Cruz Roja estuvo a disposición de toda la cantidad de heridos y a pesar de todas las dificultades, de combustible, de falta de personal, todo el asunto logístico se superó”, cuenta.

LEA TAMBIÉN: Una historia de auxilio: la Cruz Roja en Nicaragua

En Masaya, Navarrete vio como las ambulancias de la Cruz Roja trasladaron varias veces entre barricadas y balas a pacientes hacia hospitales cuando se trataba de lesiones graves y puso a disposición de la población su puesto médico para atender heridos.

Según Juan, esto sucedió en casi todas las sedes departamentales del país. “Es que hubo como una orden implícita a nivel nacional que todas las sedes departamentales tenían que estar abiertas y salvar las vidas que más se pudiera, aún con los recursos limitados, porque había algunas sedes en las que no había ambulancias o que no tenían gasolina, o que se quedaron sin insumos médicos, apósitos y demás cosas”, relata.

La Cruz Roja atendió heridos en varias protestas opositoras. ARCHIVO

Juan también comenta que muchos socorristas salieron heridos o golpeados durante las manifestaciones. “Yo supe de un socorrista en León que le dieron con una bala de goma. Otro en el norte que las turbas lo golpearon y lo asaltaron porque iba a socorrer a un señor que era azul y blanco y que estaba herido”, cuenta.

Además de dar asistencia en las manifestaciones, la Cruz Roja también visitó a presos políticos y muchas veces sirvieron como mediadores para relajar tensiones entre los guardias del Sistema Penitenciario y los encarcelados.

Chéster Navarrete, quien fue convertido en preso político en octubre de 2018, vio llegar a una misión de la Cruz Roja cuando Eddy Montes fue asesinado en la cárcel La Modelo el 16 de mayo de 2019.

Según Navarrete, la Cruz Roja llegó tres horas después de que se conociera la noticia del disparo que le quitó la vida a Montes y llegaron para darle atención a los presos políticos que estaban heridos tras recibir una golpiza.

Como Navarrete tenía conocimientos en atención prehospitalaria, la Cruz Roja gestionó que los guardas del Sistema Penitenciario le facilitaran algunos insumos para que atendiera a otros presos. “No me dieron en cantidades, pero sí cosas que servían como analgésicos. Me sorprendió que facilitaran jeringas para poder administrarle medicamentos a los muchachos que estaban lesionados”, relata el excarcelado.

Cruz Roja en Nicaragua

Hasta antes de que Daniel Ortega cancelara y se robara todos los bienes de la Cruz Roja, la institución estaba por cumplir 92 años de operar en Nicaragua. Durante todo ese tiempo brindó asistencias en terremotos, guerras, huracanes, asonadas y más recientemente durante la crisis política que estalló en 2018.

La Cruz Roja nació gracias a un joven suizo llamado Henry Dunant quien hizo un viaje por negocios a Italia en junio de 1859. Para entonces, había una guerra entre italianos y franceses contra austriacos y una noche los enfrentamientos dejaron unos 40,000 muertos y miles de heridos quedaron tendidos en el campo de batalla. Esta escena conmovió tanto a Dunant que junto a unas mujeres del pueblo se fueron a socorrerlos sin distinguir a qué bando pertenecían.

Tres años después de ese hecho, Dunant escribió un libro llamado Recuerdo de Solferino, en el cual habla sobre lo sucedido en ese lugar y sobre la necesidad de preparar un cuerpo de voluntarios que pudieran brindar asistencia humanitaria en todas las grandes guerras alrededor del mundo.

El testimonio de Dunant provocó que cuatro de sus compatriotas se acercaran a él para crear este cuerpo. Estas personas fueron el abogado Gustave Moynier, los médicos Louis Appia y Théodore Maunoir, y el general Guillaume-Henri Dufour. Estos crearon el Comité de los Cinco y en 1863 pasaron a llamarse Comité Internacional de Socorros Militares y desde entonces adoptaron como principios la humanidad, imparcialidad, neutralidad y carácter voluntario.

En 1864, el Comité organizó una conferencia diplomática en donde participaron 24 representantes de 16 países de Europa y algunos observadores de Estados Unidos. Ahí se firmó el Primer Convenio de Ginebra y se estableció que cada equipo de socorristas llevaría una cruz roja sobre fondo blanco para ser reconocidos como un cuerpo de auxilio y no ser objeto de ataques. La idea de utilizar ese emblema surgió a partir de la bandera suiza, que es una cruz blanca sobre fondo rojo. Así nació la Cruz Roja como organización internacional.

En la Primera Guerra Mundial, entre 1914 y 1918, la Cruz Roja estima que salvó la vida de más de 450,000 personas y debido a su principio de neutralidad, sirvió para repatriar a medio millón de soldados que fueron hechos prisioneros de guerra.

Un retrato de Henry Dunant. ARCHIVO

A Nicaragua, la Cruz Roja llegó para el terremoto del 31 de marzo de 1931. En aquellos años, la organización ya estaba presente en los otros países de Centroamérica, de manera que, ante la gravedad del desastre y la necesidad de apoyo, socorristas de la Cruz Roja de Honduras, El Salvador, Guatemala, Costa Rica y Estados Unidos llegaron a Managua para brindar asistencia.

Después de esta tragedia, el vicepresidente de Nicaragua en aquel entonces, Rodolfo Espinoza Ramírez, vio la necesidad de contar con una Cruz Roja Nicaragüense y él mismo comenzó a crear las condiciones para que la organización comenzara a operar en el país y el 10 de enero de 1934, el presidente Juan Bautista Sacasa reconoció a la Cruz Roja Nicaragüense como sociedad con funciones en todo el territorio nacional.

En aquella vieja Managua, la Cruz Roja se ubicaba en la calle Momotombo, del hotel Michigan 3 cuadras arriba, en un viejo local con piso de tierra. Posteriormente, se movió la sede para el Club Intercontinental, que quedaba frente al Teatro González, y luego, estuvo en el barrio Frixione, en un terreno de 2,830 varas cuadradas.

En 1947, la primera dama y esposa del dictador Anastasio Somoza García, Salvadora Debayle, donó la primera ambulancia marca Dodge y los socorristas apodaron al vehículo: “La Salvadorita”.

La organización misma había comenzado a acondicionar otros vehículos para utilizarlos como ambulancias, los cuales eran parqueados en un garaje ubicado del viejo edificio de la Lotería, dos cuadras al sur, en un caserón de dos pisos conocido popularmente en la vieja Managua como “La Gota de Leche”. Ahí también se formaron los primeros conductores de ambulancia de Nicaragua que fueron: José Morgan Morales, Justo Pastor Obando, Alfonso Cisne y Salvador Obando.

Para el terremoto del 23 de diciembre de 1972, la Cruz Roja solo pudo recuperar el cinco por ciento de sus bienes. Su edificio principal quedó colapsado y bajo los escombros quedaron los equipos, mobiliarios y ambulancias.

La Cruz Roja tuvo que establecerse de manera provisional en el parque Las Palmas y en unas bodegas que tenía la Iglesia católica en ese sector. En diciembre de 1974, la Cruz Roja pasó a ubicarse en el reparto Belmonte en donde permaneció hasta que fue confiscada por la dictadura de Daniel Ortega.

El régimen de Ortega cerró la Cruz Roja y la renombró Cruz Blanca. ARCHIVO

Sandinistas

En los años ochenta, con los sandinistas en el poder, la Cruz Roja tuvo un periodo muy complicado para operar en Nicaragua.

Cuando Anastasio Somoza Debayle huyó del país el 17 de julio de 1979, y a la Guardia Nacional no les quedó más remedio que rendirse, muchos buscaron la protección de la Cruz Roja, sin embargo, los sandinistas presionaron a la organización para que esta entregara a los cientos de guardias que permanecían refugiados en un edificio cerca del aeropuerto, en espera de un avión que los sacara del país.

Los guardias finalmente fueron encarcelados y muchos de ellos salieron libres hasta 1990, cuando los sandinistas dejaron el poder.

En aquellos años, los sandinistas acusaban constantemente a la Cruz Roja de proteger a somocistas y señalaron a Ismael Reyes Icabalceta, entonces director de la organización, de darles empleo como una manera de protegerlos.

Entre 1984 y 1986, la Cruz Roja tuvo un periodo de escasez de miembros debido a que varios de los socorristas fueron reclutados para el Servicio Militar y muchos fueron integrados como sanitarios a los batallones.

Después de la guerra, la Cruz Roja colaboró con el Ejército de Nicaragua en la tarea de desminado en el territorio nacional y también brindó apoyo a los desplazados de guerra.

Cruz Blanca

El régimen de Daniel Ortega empezó su escalada represiva contra la organización en marzo de 2022 cuando sorpresivamente fue expulsado de Nicaragua el señor Thomas Ess, representante de la Cruz Roja Internacional. Su expulsión, según se supo días después, había sido en represalia porque Ess daba información a los familiares de los presos políticos sobre el estado de salud de estos.

En mayo de 2023, el régimen de Ortega confiscó todos los bienes de la Cruz Roja Nicaragüense, disolvió a la organización e introdujo una ley a la Asamblea Nacional para crear la Cruz Blanca, la cual actualmente opera en Nicaragua.

“Fue un golpe duro” para la población, señala Chéster Navarrete, pues la labor de la Cruz Roja muy difícilmente será repuesta por la dictadura. El exsocorrista Juan tiene una opinión similar. “Jamás van a poder remplazar a la Cruz Roja. Los principios de humanidad e imparcialidad son cosas que ellos no entienden. Si negaron la atención a tanta gente en 2018 que se pudo haber salvado. Esa Cruz Blanca, seguramente, si no sos sandinista, no te atiende”, valora.

La Prensa Domingo Cruz Roja Daniel Ortega Nicaragua

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