Al menos tres civiles y un policía muerto, de forma preliminar, dejó este martes el descomunal ataque de fuerzas paramilitares en conjunto con la Policía Nacional contra la población del barrio indígena de Monimbó, en Masaya, según datos de la Asociación Nicaragüense pro Derechos Humanos (ANPDH).
La ola de violencia inició alrededor de las 6:00 de la mañana, cuando grupos de encapuchados empezaron a sitiar la ciudad de Masaya desde diferentes puntos: los tanques de Mebasa, el camino viejo a Niquinohomo y la calle real de Monimbó. Las campanas de las iglesias sonaron para alertar a los pobladores del ataque.
Los monimboseños resistieron detrás de sus barricadas, mismas que habían sido alzadas contra el régimen del presidente designado por el poder electoral, Daniel Ortega, desde el 19 de abril. Las trincheras habían resistido varios ataques anteriores; sin embargo, este martes fueron tomadas por los paramilitares, después que los monimboseños soportaron por unas cinco horas la refriega con sus bombas artesanales ante hombres con armas de guerra.
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El ataque contra los civiles fue atroz. Los magazines eran descargados sin piedad, uno tras otro, mientras los hombres con sus rostros cubiertos y uniformados con camisetas azules avanzaban sobre una de las calles de Monimbó, se reían y gritaban: “Llegaron los azules”.
Los monimboseños les respondían con pólvora, que por momentos logró frenarlos. En medio del enfrentamiento, un paramilitar le gritó a los otros: “Retirada”, “retirada”, y se replegaron.
Los paramilitares operan bajo el mando de un líder, quien dio la orden de retirada, usan radios, también chalecos y se auxilian de drones para conocer los movimientos de los manifestantes.
Ambulancias
La refriega terminó cerca del mediodía, mientras los armados ganaban terreno bajo la excusa de ejecutar la “operación limpieza”, que ha dejado dolor y sangre derramada en todo el país.
Álvaro Leiva, de la ANPDH, aseguró que en el ataque murió el oficial de la Policía Nacional, Kevin Javier Rivera Lainez, tras recibir un disparo en la cabeza.
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En el sector del camino viejo de Monimbó a Niquinohomo, las ambulancias entraban y salían. Se conoció que al Hospital Regional Santiago de Jinotepe llegaron nueve paramilitares heridos, entre estos tres en estado de gravedad. Otros menos graves fueron trasladados a Masatepe.
“Nosotros nos tiramos al piso, y protegimos a nuestros niños. Los muchachos de este sector están desaparecidos y los armados pasaron rafagueando las calles, ni la cabeza sacamos”, dijo una ciudadana.
Heridos
Los pobladores aseguraron que fue difícil sacar a los heridos porque el barrio está sitiado. La sangre corrió por algunas aceras de las trincheras ubicadas en la entrada principal de Monimbó. Los ataques más fuertes se desarrollaron en el sector de las Cuatro Esquinas y Olinto Valle.
“No pudimos llevar a los muchachos heridos, está complicada la ruta de emergencia. Hay varios baleados, porque están disparando a cualquier parte, sin importar los niños y ancianos. La situación está muy difícil en Monimbó. Hay varios heridos, pueden fallecer desangrados, que nos ayuden por favor, andamos buscando resguardar nuestras vidas”, dijo un monimboseño.
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Asimismo, pobladores denunciaron que paramilitares destruyeron un transformador en el barrio Países Bajos para dejar sin energía eléctrica esa zona.
Al cierre de esta edición, los paramilitares se mantenían en el barrio de Monimbó y se desplazaban por las calles bajo la total impunidad, junto con antimotines, mientras una pala mecánica barría las trincheras de adoquines dispuestas en el barrio rebelde.
Inició la cacería
Con el ingreso de paramilitares, una “cacería” de ciudadanos también ha sido ejecutada en el barrio histórico. Álvaro Gómez, padre de una de las primeras víctimas de la represión en Masaya —quien también tiene su mismo nombre y fue asesinado a los 23 años—, fue capturado, así como otros pobladores que fueron sacados de sus casas. Mientras tanto, otras personas que participaron en las barricadas están huyendo de estos grupos armados.
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El asedio contra Monimbó fue sentenciado por el mismo comisionado general de la Policía Nacional, Ramón Avellán, quien dijo a medios oficialistas que era una orden “limpiar los tranques” a nivel nacional y que esta se iba a cumplir en Masaya “al costo que sea”.
Condenan ofensiva
El embajador de Estados Unidos ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Carlos Trujillo, dijo, por medio de su cuenta de Twitter, que los actos repetidos de violencia y represión del Gobierno solo llevarán a un mayor aislamiento y sanciones. Demandó detener de inmediato el genocidio.
En tanto el subsecretario adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental en el Departamento de Estado de los Estados Unidos, Francisco Palmieri, llamó al cese de la violencia. “Instamos enérgicamente al presidente Ortega a que no ataque a Masaya”, escribió en Twitter.
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La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) se refirió a los hechos y recordó “al Estado de Nicaragua que ya existe un marco para detener la violencia y abrir canales de diálogo que eviten más pérdidas de vidas”.
Obispos piden rezar
Ante el ataque que vivió la población de Monimbó, el obispo auxiliar de la Diócesis de Managua, monseñor Silvio Báez, demandó a Ortega que detuviera la represión y a la población que se protegiera: “¡Que Daniel Ortega detenga la masacre! ¡A la gente de Monimbó les ruego, salven sus vidas!”, expresó. Asimismo denunció el ataque y dijo que las balas llegaban hasta la parroquia María Magdalena. Por su parte, el cardenal Leopoldo Brenes pidió a “ todos nuestros fieles de la Arquidiócesis y de otras iglesias hermanas a mantenernos en oración permanente rogando al Dios de la vida que nos proteja”.