La primera dama y vicepresidenta designada por el poder electoral, Rosario Murillo, acusó este lunes a Monimbó, barrio histórico de la ciudad de Masaya, de ser un “centro de torturas” donde se asesina, días después que la pareja presidencial no pudo entrar a esa comunidad para conmemorar el aniversario del Repliegue.
Murillo no mencionó, en sus palabras agresivas contra Monimbó, que la represión policial y de fuerzas paramilitares ha dejado al menos 35 muertos en Masaya, la ciudad donde está el histórico barrio combatiente.
La vicepresidenta cuestionó los crímenes de odio, cometidos contra las fuerzas policiales, se solidarizó con los familiares del suboficial, Gabriel Vado Ruiz.
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En las redes sociales, circuló un video donde aparece el cadáver de Vado, quemándose en el suelo, a la par de una barricada, el día en que la Policía y las fuerzas paramilitares atacaron a la población del barrio Monimbó, horas después que Ortega llegó a Masaya, rodeado de antimotines y hombres encapuchados.
El secretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos , Paulo Abrao, ha expresado que hechos como éstos deben ser investigados y que cualquier salida a la crisis debe pasar por el respeto a la dignidad humana.
El ataque a monimbó
Los ciudadanos en Monimbó ha estado sometida al terror desde el inicio de la crisis. La población mantiene barricadas en casi todo el barrio, las que ha levantado para protegerse de los posibles ataques de la Policía y los grupos paramilitares, que portan armas de guerra letales.
El viernes 13 de julio, Ortega y Murillo visitaron Masaya, protegidos por decenas de policías. Ya habían pasado 17 días del aniversario 39 del Repliegue, que conmemora cuando los sandinistas huyeron a esta ciudad, perseguidos por la Guardia Nacional, en los últimos días de la dinastía de Somoza en 1979.
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Murillo no mencionó nada del sufrimiento de Monimbó a manos de las huestes de su partido, pero mencionó al oficial Rodrigo Alfredo Vargas Flores, otro policía, de quien ella aseguró fue secuestrado y torturado en Monimbó.
“Denunciar que hay centros de torturas, precisamente en Monimbó, adonde fue llevado, en esos tranques de muerte”, dijo Murillo a los medios oficiales.
El discurso de la vicepresidenta designada fue duro contra quienes se oponen a su gobierno. Los acusó de golpistas y agregó que son “unos pocos, malignos, siniestros, diabólicos, satánicos y terroristas”, en momentos que la Asamblea Nacional, controlada por el oficialismo, estaba aprobando reformas a la Ley de la Unidad de Análisis Financiero y la Ley de lavado de dinero y crimen organizado, que podría ser utilizada para castigar a sus adversarios.
“Esa atrocidad no va a gobernar Nicaragua, el terrorismo no va a gobernar Nicaragua, los diabólicos no podrán nunca gobernar Nicaragua”, manifestó Murillo.
La vicepresidenta orientó, a través de una circular dirigida a sus simpatizantes, las actividades previas a la celebración del 19 de julio, en las que declara la “derrota del golpismo”. En ese documento, dice, que seguirán “trabajando unidos, en restitución de lo destruido por los terroristas”.
La tragedia de Nicaragua
El país vive una crisis desde el pasado 18 de abril, cuando el gobierno de Daniel Ortega ordenó reprimir las protestas civiles, lo que ha dejado más de 350 muertos, más de 2,000 heridos y más de 60 desaparecidos, según las organizaciones de defensa de Derechos Humanos.
La población de Masaya, particularmente el barrio indígena de Monimbó, ha resistido más de tres meses la represión policial. La represión la han ejercido las fuerzas paramilitares, la Policía y las tropas de choque, que han aterrorizado no solo las movilizaciones, sino también los barrios donde han atacado sin misericordia.
Organismos internacionales han repudiado la violencia contra la población pacífica, pero además empujan que la salida sea pacífica, a través del Diálogo Nacional. Ortega hasta ahora se ha pronunciado en contra de comicios adelantados.