No es pues solo importante luchar contra los psicópatas poderosos, sino contra las ideas que pueden volver antisociales a poblaciones enteras.
Humberto Belli Pereira
Peligros de la antropología
Los padres fundadores de la democracia norteamericana bebieron más bien de la antropología tradicional cristiana: conscientes de la propensión del hombre al abuso del poder, decidieron limitárselo.
¿Existe el diablo?
San Pablo ya lo había advertido: “Nuestra lucha no es contra seres humanos sino contra los poderes que gobiernan este mundo de tinieblas; contra los espíritus malignos…” (Ef. 6:12).
¿Van por buen camino los Ortega Murillo?
Aislados en el Carmen, que desde hace rato parece una zona en guerra, no dormirán tranquilos sabiendo que dentro de sus propias filas pululan quienes los detestan y que, a medida que envejecen, salivarán por sustituirlos algunas de las fieras que les sonríen.
Tratando de entender a los Ortega-Murillo
Ningún jefe de Estado inteligente, por atrincherado que esté en el poder, haría acciones que multipliquen innecesariamente sus enemigos o perjudiquen su prestigio. Aumentar simpatías es siempre mejor que aumentar antipatías.
Las monjitas y el diablo
Por qué los Ortega-Murillo actuaron con tanta hostilidad, y sin beneficio discernible alguno, contra unas monjitas consagradas exclusivamente al servicio de Cristo.
¿Insurrección cívica o golpe de Estado? Tratando de entender abril
El régimen, con la complicidad secreta del mando militar, decidió aplastar de una vez por todas a la resistencia opositora armando a millares de sus militantes con armas de guerra.
Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella
Aunque las fuerzas del mal parezcan triunfadoras o invencibles, sucumbirán ante los batallones de Cristo. La Iglesia vencerá. Lo dijo Él.
¿Aplastarán las tradiciones?
La libertad de profesar pública y privadamente la religión es uno de los derechos más sagrados. El papa Benedicto XVI la llamó “la más preciada de las libertades americanas”.
Por fin vimos a monseñor
Ha sido un gran alivio ver a monseñor Álvarez vivo y sonriente, en una escenografía evidentemente montada para hacer creer que está siendo bien tratado en una especie de Tipitapa Hilton.