Las recientes declaraciones del presidente panameño, José Raúl Mulino, sobre la dictadura en Nicaragua y su reclamo por la realización de actividades políticas en la Embajada nicaragüense en Panamá que realiza el exmandatario Ricardo Martinelli ―asilado desde febrero de este año en dicha sede diplomática―, reflejan que las fricciones entre Panamá y Nicaragua podrían intensificarse. Según especialistas consultados por LA PRENSA, esta situación podría incluso desembocar en una ruptura de relaciones diplomáticas.
El jueves 12 de diciembre, en una conferencia de prensa, Mulino confirmó que la Cancillería panameña llamó a la embajadora de Nicaragua, Consuelo Sandoval, debido a las acciones de Martinelli en la Embajada, señalando que se trató de “una primera advertencia” emitida por el Ejecutivo de Panamá.
“Yo le pedí al canciller que hiciera eso. Esa no es una decisión del canciller, lo pedí yo, para poner un poco de orden ahí, que cumplan con los convenios internacionales de asilo. Tan sencillo como eso. No transformemos ni esa ni ninguna Embajada en un centro político ni de actividad político-partidista ni a favor ni en contra de nadie”, señaló Mulino.
El mandatario pañameno agregó que espera que la “República de Nicaragua entienda eso y es la primera advertencia que hacemos, en ese sentido”.
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Tensiones con Panamá pueden escalar
Mulino también añadió: “Estamos ante un país que no tiene ni Dios ni ley. Es Nicaragua. Hay que entender también que no estamos trabajando con un país común y corriente, respetuoso del derecho internacional. Este no respeta ni el internacional, ni el interno, ni ningún derecho en Nicaragua”.
El analista político panameño Edwin Cabrera no descarta que, si las tensiones incrementan a un nivel extremo, Panamá podría romper relaciones diplomáticas con Nicaragua, aunque considera probable que el régimen Ortega Murillo continúe apoyando a Martinelli.
“Esto podría desembocar en una ruptura de relaciones entre Panamá y Nicaragua. Si esto ocurre, Nicaragua tendrá que decidir qué prefiere: mantener a Martinelli en su Embajada con todos los conflictos que esto conlleva, o priorizar las relaciones de Estado a Estado con Panamá. Sospecho que Nicaragua seguirá apoyando a Martinelli, incluso si eso implica sacrificar las relaciones con Panamá”, explicó Cabrera.
Advertencia del presidente de Panamá “es muy fuerte”
El especialista en relaciones internacionales y catedrático de la Universidad de Panamá, Euclides Tapia, considera que la advertencia que hizo Mulino en su conferencia de prensa es una acción “muy fuerte” y coincide en que podría desembocar en una ruptura de las relaciones diplomáticas entre ambos países.
“Si Nicaragua permite que Martinelli continúe incidiendo en la política panameña desde la Embajada nicaragüense, es muy posible la ruptura diplomática. Sobre todo, cuando ya hay evidentes fisuras entre Mulino y Martinelli”, dijo Tapia.
¿Martinelli está en desventaja?
Por su parte, Cabrera sostiene que, si las fricciones entre Martinelli y Mulino aumentan, el expresidente estaría en “una clara desventaja”.
“Por lo tanto, lo que dijo el presidente significa que el Gobierno de Panamá está llegando a un punto de saturación en cuanto a la permisividad, por no decir complicidad, del régimen nicaragüense hacia el expresidente”, refirió.
¿Ruptura de relaciones afectaría a Martinelli?
El exdiplomático panameño Guillermo Cochez considera que las acciones de la administración de Mulino son “tardías”, ya que desde que asumió el poder, el 1 de julio de 2024, ha permitido que el exmandatario incida en las gestiones del Ejecutivo desde la Embajada de Nicaragua.
“Me parece que es un poco tardía la medida, pero me parece que en respeto a la Convención de Viena, Panamá debe exigir al Gobierno de Nicaragua que pare el trato que le está dispensando a Martinelli. Las declaraciones de Mulino son una señal de que la relación entre ambos países puede deteriorarse y eso puede alterar la situación de Martinelli”, dijo Cochez en declaraciones a LA PRENSA.
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Martinelli se reúne con personalidades políticas panameñas y constantemente publica videos mostrando las comodidades de las que goza en la sede diplomática.
“Ricardo Martinelli está haciendo lo que le da la gana, sosteniendo reuniones políticas, dirigiendo desde ahí, mandando todo tipo de mensajes. El presidente pretende poner un alto a algo que el Gobierno ha tolerado a pesar de las múltiples críticas”, agregó Cochez.
Martinelli lleva diez meses en la Embajada
La justicia panameña condenó el pasado 2 de febrero a Martinelli a una pena de diez años y seis meses de prisión por lavado de activos, y él se convirtió en el primer expresidente de Panamá en recibir una condena de cárcel por este tipo de delitos en la historia democrática del país. Luego de esto, Martinelli se asiló en la Embajada de Nicaragua en Panamá el 7 de ese mismo mes.
Según informó el régimen Ortega Murillo en febrero, la intención de Martinelli en ese momento era trasladarse a Nicaragua, ya que la vocera de la dictadura, Rosario Murillo, solicitó a las autoridades panameñas “brindar las seguridades para la pronta salida y traslado humanitario” de Martinelli hacia Nicaragua. Sin embargo, esto no fue posible debido a la negativa de la Administración de Laurentino Cortizo.
El 4 de marzo, el régimen Ortega Murillo notificó a las autoridades panameñas que su consulado funcionaría en una casa contigua a su sede en la urbanización Alameda. El gobierno panameño respondió al comunicado asegurando que “no reconoce” el traslado, basándose en la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares de 1963, que estipula que un país no puede modificar la ubicación de su consulado sin el consentimiento del gobierno anfitrión. El 19 de marzo, Nicaragua respondió afirmando que solo se trataba de una ampliación de sus instalaciones diplomáticas y consulares.
Las tensiones continuaron escalando. El 22 de abril, Panamá llamó a consultas a su embajador en Nicaragua “por la actitud permisiva” hacia Martinelli.