Es una nación independiente desde 1867, más joven que la mayoría de los países de América Latina, pero es la décima potencia económica mundial. Es una democracia plena. Indiscutible.
Tiene un gobierno parlamentario: tres partidos se disputan el gobierno, Liberales (LP) Conservadores (CP), y los Socialdemócratas (NDP). Esto es copia del modelo británico.
El liberal Justin Trudeau es primer ministro desde 2015. Desde hace 4 años ha mantenido la mayoría en el parlamento, en alianza con el Partido Nacional Democrático (NDP), liderado por Jagmeet Singh. Parece que la alianza está resquebrajándose. Ello ha desbalanceado a Trudeau, que ha cometido algunos errores en sus políticas domésticas e internacionales.
Su oponente conservador, Pierre Poilièvre parece que lo va a suceder si se dieran elecciones próximamente. La semana pasada un profesor de la universidad de Laval, Patrick Mundler publicaba en el periódico quebequense “Le Devoir” un bien argumentado artículo: “Lo que hace falta es un hombre de puño”, como para justificar que Poilievre es el indicado.
¿Algo más que favorezca a Poilièvre?
Al Sur, otro conservador, Donald Trump, ha sentado un precedente entre los casi 28 millones de canadienses que podrían ir a las urnas en 2025, si es que no hay antes, un voto de censura opositor.
A lo interno, Trudeau enfrenta estos problemas: 1) un número creciente de legisladores liberales (de su partido) quieren que convoque a nuevas elecciones y deje el poder; 2) ya ha alcanzado el máximo límite de sus predecesores; 3) 41 por ciento de canadienses sienten que ganan menos plata; 4) ha perdido mucha popularidad (según una encuesta, 57 por ciento quiere que renuncie, sólo 34 por cientolo apoya); 5) el triunfo de
Trump ha animado a más líderes ultraderecha a lanzarse al ruedo y ganar (Italia, Meloni; Holanda, Wilders; Brasil –en 2019– con Bolsonaro; Argentina, Milei).
A lo externo: OTAN (manejada financiera y estratégicamente dese Washington) exige un aumento de su cuota de membresía al 2 oor ciento, por el momento, Canadá sólo destina el 1.34 por ciento de su presupuesto. En los medios se cuestiona el rol de Canadá en la OTAN –el columnista del diario The Globe and Mail, Roger Cyr enfatizaba, “Canadá es una nación de mantequilla, no de armas”, y que una simple alianza militar bilateral con EE. UU. bastaría. Hay más temas harto difíciles… los conflictos comerciales con China; los problemas bilaterales con Estados Unidos.
El nacionalismo conservador está triunfando. Hay agotamiento en cuanto al Estado de bienestar, los impuestos altos y la admisión descontrolada de refugiados que desajustan el sistema operativo: salud y seguridad públicas, viviendas, educación.
Justin Trudeau no quiere lucir impopular. Hizo un video en Youtube; dijo haberse equivocado al abrir las puertas para que entraran masivamente millones de refugiados.
Con ello quiere rectificar y lucir humilde, reflexivo. Pero la sombra de Trump en Estados Unidos está al acecho.
El joven Justin sabe bien que los republicanos trumpistas no le ven bien. Por otra parte, una encuesta de Angus Reid Sondage reciente reveló que los canadienses creen que el líder conservador Pierre Poilievre manejaría mejor los temas con EE. UU frente a Trudeau (38 por ciento vs 24 por ciento).
Retomemos los temas con EE. UU.: 1) libre comercio; 2) fronteras (Washington se quejó de que Canadá es casi como la frontera mejicana –en este 2024 han ingresado hacia EE.UU., unos 200,000 ilegales; 3) una renegociación del tratado tripartido de libre comercio pretendería dejar afuera a México (AMLO jugó sucio favoreciendo a China); 4) la divergencia de enfoque en OTAN y la cuota de membresía aun baja; 5) la construcción de un oleoducto que pasaría, en trechos, por
territorio estadounidense es un tema espinoso también, que incluso, Joe Biden no quiso siquiera abordar.
Hay hasta 8 o 9 líderes, algunos parlamentarios, de su partido que están esperando que el gobierno caiga para postularse. ¿Pueden ser confiables? ¿Aquí cabrá la traición política que William Shakespeare siempre veía tras las bambalinas del poder?
¿Cuántos todavía le son fieles a Trudeau, si incluso con su Viceprimera ministra Christya Freeland hay roces fuertes y evidentes?
¿Un adelanto de elecciones le daría mayor estabilidad y tranquilidad a este país pacifista?
Hoy en día Canadá ya parece estar enfrentando problemas que el mundo actual ha estado pasando de mano en mano. Canadá parecía estar alejado del resto de la comunidad internacional, como una nación que invernaba con su propia geografía y asuntos políticos muy de baja intensidad, pocas tensiones, y voces suaves que dialogan muy cortésmente en parlamentos, periódicos, y los medios.
Si elijen a Poilievre, los canadienses podrán sentirse que han renovado el liderazgo que el país necesita. Sí habrá cambios. Pero muy a su estilo, se darán sin que haya desgarres o divisiones sociales dramáticas e intensas.
*Este análisis fue escrito para La Prensa por un nicaragüense residente en Canadá