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Los primeros inmigrantes que llegaron a Nicaragua fueron los indígenas que Cristóbal Colón y los españoles encontraron en 1502: los caribisis o chontales, que arribaron al país en el siglo IV de la era cristiana. También los chorotegas.
Desde entonces, son los inmigrantes los que han ayudado al desarrollo del país, como ocurre con toda Centroamérica, explica el historiador Eddy Kühl, quien, como descendiente de alemanes, se ha dedicado al estudio del aporte de los inmigrantes a Nicaragua.
Además de los españoles, que colonizaron la región entre 1527 y 1821, otros inmigrantes llegaron al país, especialmente en el siglo XIX, atraídos por la idea de que se iba a construir un canal interoceánico, que hasta la fecha no existe.
Sin embargo, llegaron y se quedaron para trabajar.
Edificios, obras de arte, estatuas, libros, entre otras muchas creaciones se encuentran entre el aporte que estos inmigrantes y sus descendientes han legado a Nicaragua para convertirla en la nación que hoy es.
Muchas familias de inmigrantes se pueden mencionar. Las más conocidas podrían ser Tefel, Pellas, Vaughan, Rothschuh, Mántica, Tünnermann, Bernheim, Caligaris, Delaney, Vogl, Kühl, Haslam, Hollman, Kruger, Rappaccioli, McGregor, Quant, Wong, Hassan, Bunge, entre muchas otras.
La Revista DOMINGO les ofrece en esta ocasión diversas obras que son producto del trabajo de estos extranjeros que se quedaron a vivir en Nicaragua.
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Los automóviles
En 1909, los managuas se quedaron maravillados al ver por primera vez un vehículo que no era jalado por animales, cuenta el historiador Gratus Halftermeyer, en su libro Managua.
El primer automóvil que recorrió las calles del país era un Ford T, propiedad del entonces gerente general de la compañía de luz eléctrica, el estadounidense Teófilo Mauricio Salomón.
El presidente José Santos Zelaya adquirió uno seguidamente y después ya había como 50 carros circulando en la capital.
El beisbol
El inicio del beisbol en Nicaragua se produjo en 1888, cuando el comerciante estadounidense Albert Addlesberg, radicado en ese momento en Bluefields, se aburría viendo jugar el cricket a los pobladores y se dispuso a enseñarles el beisbol.
Luego de varias prácticas, Addlesberg pidió a los Estados Unidos los primeros implementos de beisbol que llegaron a Nicaragua. Para el 9 de mayo de 1889, se formaron en Bluefields los primeros equipos de beisbol: el Southern Base Ball Club del barrio Sur de Bluefields y el White Rose que representaba al barrio Norte.
Luego, en 1891, jóvenes nicaragüenses que estudiaban en Estados Unidos formaron equipos en Managua en lo que se conoció como la Sociedad de Recreo.
Y, en 1905, por iniciativa del cónsul norteamericano Chester Carter Donaldson, su hijo Agustín y el maestro barbero nicaragüense, Francisco Rodríguez Caparro, se fundó el Bóer, el equipo de beisbol más popular del país y que existe en la actualidad.
La llegada de los marines norteamericanos, en 1909, ayudó a que el beisbol se estableciera definitivamente en el país y llegara a ser el deporte rey de los nicaragüenses.
Los marines también ayudaron a que se consumieran bienes y se practicaran actividades norteamericanas que en Nicaragua eran vistas como “modernas”. Entre ellas se encontraban el fonógrafo, los radios, las medias, los vestidos sin mangas y el lápiz labial.
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La aviación
El italiano Enrique Massi llegó con el primer avión a Nicaragua, la tarde del 17 de diciembre de 1922, desde Honduras, y aterrizó en la antigua Academia Militar. Llegó de sorpresa y la gente salía a ver el aparato en el aire. Realizó maniobras acrobáticas en Managua, Granada, Masaya y León.
Años después Luis Venditti, otro italiano, puso una escuela de aviación en las costas del lago y en la explanada de la Loma de Tiscapa, cuenta Ricardo Ramón Boza Paíz en su libro La aviación en Nicaragua.
Luego, los marines norteamericanos trajeron aviones de guerra y escenificaron lo que el historiador Jorge Eduardo Arellano calificó como “primer ataque aéreo en picada” en el continente americano, cuando, en julio de 1927, dos aviones pilotados por norteamericanos atacaron la ciudad de Ocotal, que estaba tomada por tropas del general Augusto C. Sandino.
La primera pista de aterrizaje se construyó al oeste de la vieja Managua, en terrenos de Alfonso Estrada y Bertha Pasos y parte del Hospicio Zacarías Guerras y se le llamó Campo de Aviación Xolotlán, inaugurado antes del terremoto de 1931 y construido por ingenieros estadounidenses y nicaragüenses.
El café
La tradición de la sabrosa taza de café que se toma en Nicaragua cada mañana inició en 1796, con la llegada al país de refugiados haitianos, que fueron los primeros en plantarlo en Mateare, afirma el historiador Eddy Kühl.
Al inicio no fue bien recibido, porque la población nicaragüense estaba acostumbrada al cacao.
Este café de Mateare se extendió a las Sierras de Managua y, para 1849, el escritor y explorador George E. Squier plasmó que en Nicaragua se tomaba café regularmente “en casi todas las casitas”.
Kühl agrega que el café llegó a la zona de Matagalpa gracias a la ciudadana alemana Katharina Braun, quien sembró café de pergamino en San Ramón, en 1865.
Luego, otros alemanes se encargaron de perfeccionar el cultivo del café en Matagalpa, como el joven mecánico Otto Kühl, abuelo de Eddy Kühl, quien inventó una máquina despulpadora consistente en dos cilindros de madera con grapas de alambre sobresaliendo en su superficie, las cuales removían la pulpa (cáscara roja).
Esculturas
De los escultores que ha tenido Nicaragua la más grande es Edith Grøn y su obra más conocida es “la escultura en mármol blanco de la cabeza de Rubén Darío”, de la cual son una copia todas las cabezas en yeso que se ven en oficinas y despachos públicos del país. El original está en los salones de la Biblioteca Roberto Incer, del Banco Central.
Grøn nació en Copenhague, Dinamarca, un lunes 19 de febrero de 1917, pero, a consecuencia de la Primera Guerra Mundial, su familia migró y llegó a Corinto un 1 de septiembre de 1923, cuando la futura artista tenía 6 años de edad.
Es la autora de estatuas como la del cacique Diriangén, el Andrés Castro que está en la entrada de la Hacienda San Jacinto, la del poeta francés Víctor Hugo, el poeta Pablo Antonio Cuadra y el periodista Gabry Rivas.
Además, tiene otras como Macheteros, Mozo de la Finca, El Lechero, Muchacho Obrero y El Baile de la Vaca. Y también religiosas, como La Piedad y El Sembrador (un Jesús), pieza que le dedicó a su padre al morir, escribió el periodista de temas culturales, Arnulfo Agüero.
A Nicaragua llegaron también dos escultores y arquitectos italianos que dejaron su huella en el país, Mario Favilli y Giorgio Pasqualini.
En 1913, arribó Favilli como empleado de la empresa italiana Luisi y Ferracuti, la cual vendía esculturas de mármol en El Salvador, Nicaragua y Honduras. Favilli era el encargado de instalar las esculturas vendidas, pues quien lo hiciera debía ser un experto.
En 1927, el comité que impulsaba la construcción de un monumento al poeta Rubén Darío lo buscó para que se encargara de la obra. Favilli se dedicó apasionadamente, como un místico, a familiarizarse con la vida del poeta nicaragüense, buscando en todas sus facetas la inspiración creadora del genio para realizar su monumento consagratorio.
El italiano tardó varios meses modelando el boceto y estudiando al poeta. Luego, se trasladó a Italia, en Pietra Santa, donde Favilli había estudiado escultura, llevando en el boceto la fisonomía, los gestos y todo lo estudiado acerca del poeta, y todo eso fue plasmado en el mármol.
El monumento se instaló frente a las aguas del lago Xolotlán, cerca de la Catedral de Managua y del Parque Central. La inauguración se llevó a cabo el domingo 24 de septiembre de 1933.
Giorgio Pasqualini llegó a inicios de la década de 1950 y los liberales le encargaron casi inmediatamente instalar una estatua del dictador Anastasio Somoza García, frente al recién construido Estadio Nacional de beisbol y también hacer a la par una fuente luminosa.
Tras la inauguración del monumento a Somoza, Pasqualini se tuvo que quedar en Nicaragua porque el propio Somoza se lo pidió: “Vamos a forrar Managua con mármol”.
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Emblemáticos edificios y sitios
En 1898, el francés Louis Leirac diseñó y construyó el primer parque central de Managua, con estilo clásico francés, el cual fue inaugurado el 8 de noviembre de 1899. Tenía muro perimetral de columnas y verjas de hierro y hacía buen conjunto y armonía con el majestuoso Palacio de Gobierno, diseñado por el ingeniero suizo Teodoro Hüeck, quien también había diseñado la antigua Estación del Ferrocarril como un edificio clásico europeo en hierro forjado.
Después del terremoto de 1931 sufrió varias transformaciones, perdiendo su estilo original. El arquitecto español Víctor Sabater lo remodeló y, además, en 1939, edificó el Templo de la Música en estilo Art-Deco. En 1943, ayudó en la construcción de la Tribuna Monumental, ubicada en la loma de Tiscapa.
En la década de 1920, el ingeniero suizo Pablo Dambach, con su empresa Dambach & Gautier construyó la antigua Catedral de Santiago de Managua, copiándose de la Catedral de San Suplicio en París.
Dambach también diseñó y construyó el antiguo Gran Hotel de estilo Art Deco americano, la antigua Casa Pellas, también Art Deco, y la Colonia Dambach en estilo de villa italiana mediterránea.
Un arquitecto, que era nicaragüense, pero hijo de la inmigrante estadounidense Matilde Peters, fue Alfredo Osorio Peters, quien diseñó la pirámide del Hotel Intercontinental Managua y apoyó la edificación del Teatro Nacional Rubén Darío.
Además, Osorio Peters desarrolló miles de viviendas en las urbanizaciones de Ciudad Jardín, Bello Horizonte y Villa Fontana. En el país de su madre, Estados Unidos, construyó más de 300 casas cuyo costo oscilaba entre los 250 mil y el millón de dólares.
Académicos y políticos importantes
Dos extranjeros que han aportado mucho a Nicaragua son Enrique Gottel y Fabio Carnevallini, asegura el historiador Eddy Kühl.
Gottel nació en Prusia en 1831, pero muy joven migró a Estados Unidos. A Nicaragua llegó en 1850 y se instaló en Rivas y desde entonces se convirtió en un inmigrante que aportó mucho al país.
En 1857, gestionó el mejoramiento del camino por donde rodasen los carros tirados por caballos de una compañía de diligencias. En 1861, firmó contrato con el gobierno comprometiéndose a mejorar la compañía de diligencias y el gobierno a abrir caminos con fondos públicos entre las principales ciudades del Pacífico.
En octubre de 1866, con una imprenta propia, fundó en Rivas el bisemanario El Porvenir, primer periódico moderno, apartidista e informativo, que estaba cerca del parque central de Managua. Y, en 1869, fundó la Compañía de Diligencias Gottel y Tejada, que cubrió la ruta de Granada a Rivas, pasando por Nandaime.
El italiano Carnevallini, por su parte, hizo de Nicaragua su segunda patria y dirigió El Porvenir después de la muerte de Gottel. En ese periódico solía colaborar el poeta Rubén Darío. En 1866, el italiano también fundó su propio periódico, El Managüense.
Por muchos años, los estudiantes nicaragüenses estudiaron historia con una traducción de Carnevallini de la obra Walker, la guerra de Nicaragua.
Kühl también considera que algunos de los grandes académicos nicaragüenses son hijos o nietos de inmigrantes, destacándose Guillermo Rothschuh Tablada, Carlos Tünnermann o los hermanos Bolaños Geyer, Alejandro y Enrique, este último fue presidente de la República entre 2002 y 2007.
Kühl dice que Enrique Bolaños y René Schick son los únicos dos presidentes de Nicaragua descendientes de inmigrantes, pues Schick era de padre alemán.
El historiador matagalpino también destaca que la mayoría de los ministros de cooperación externa han sido descendientes de inmigrantes, resaltando a Erwin Krüger, David Robleto Lang, Salvador Stadthagen. Además, Ernesto Leal, descendiente del alemán Pablo Eisentuck, fue ministro de Relaciones Exteriores.
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Empresarios destacados
Muchos italianos llegaron a Nicaragua con mucho dinero, como los Caligaris, los Pellas y los Mántica.
Los Caligaris eran muy ricos y tenían minas de oro en Chontales y fincas de café en las Sierras de Managua. La Casa Vigil y Caligaris, en Managua, es propiedad de una nieta del primer Caligaris que llegó al país, afirma Eddy Kühl.
La familia Pellas es muy reconocida por ser dueños del Ingenio San Antonio, en Chichigalpa, Chinandega, así como de la licorera Flor de Caña. En los últimos años han destacado también como banqueros.
Los Mántica, por su parte, son dueños de la cadena de supermercados La Colonia. Uno de ellos, Carlos Mántica Abaunza, también fue un gran lingüista y folclorista, autor de varios libros, entre ellos El habla nicaragüense.