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Daniel Ortega y Rosario Murillo durante la celebración del 19 de julio en 2024. TOMADA DE EL 19 DIGITAL

Las purgas actuales en el régimen responden a una vieja práctica del sandinismo

Las actuales purgas dentro de las filas del régimen constituyen una limpieza en el sandinismo, en la familia dictatorial y en las instituciones públicas

Cuando el dictador Daniel Ortega asumió el poder en 2007, el cambio en las estructuras del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) se aceleró: ya no primaba la lealtad a los ideales del discurso y la narrativa revolucionaria, sino que comenzaría a pesar más la lealtad hacia la figura de Daniel Ortega y Rosario Murillo. A consideración de politólogos consultados por LA PRENSA esto abrió el camino que desembocó en las actuales purgas que constituyen una limpieza entre las filas del sandinismo, la familia de la dictadura y las instituciones del Estado.

Desde antes que el FSLN llegara el poder en 1979 tras derrocar a la dictadura de Anastasio Somoza, estaba compuesto por diversas corrientes ideológicas, lo que llevaron a disputas internas. No obstante, hoy en día las tensiones están alejadas de discrepancias ideológicas y responden más a lealtades e intereses.

“Rosario Murillo se tomó el partido después de las elecciones de 2011, aunque desde antes ya tenía presencia porque comenzó a desplazar a toda la estructura que gestionaba el partido a partir de 2006, pero en 2007 comienza la purga”, dijo el sociólogo y politólogo Juan Carlos Gutiérrez a LA PRENSA.

Gutiérrez señaló que los nuevos patrones de represión de la dictadura Ortega Murillo existían desde que el dictador retomó el poder en 2007, pero no eran tan visibles como lo fueron a partir del estallido de la crisis sociopolítica en abril de 2018.

“Antes de 2018 había un control de los oponentes políticos. Los mecanismos de represión no eran tan visibles porque había un funcionamiento del Estado, pero todos aquellos que comenzaban a cuestionar el poder sentían el peso (de la represión)”, dijo Gutiérrez.

Juan Carlos Gutiérrez Soto, sociólogo y politólogo. Foto: Cortesía.

En ese sentido, el desplazamiento de antiguas filas del FSLN y funcionarios públicos fue notorio desde el mismo día de la toma de posesión de Ortega, el 10 de enero de 2007, cuando a través de decretos presidenciales Ortega creó el Consejo de Comunicación y Ciudadanía, bajo la dirección de Murillo y que tenía plenos poderes para administrar la agenda de Ortega, asistir al dictador en los actos de gobierno y en todo lo relativo al despacho oficial; coordinar la comunicación de la Presidencia, organizar conferencias y toda actividad que se realice en la casa de gobierno. Esto permitió un avance significativo de Murillo en su influencia en las instituciones del partido y de implementar las primeras purgas.

Purgas más visibles en los últimos tres años

Sin embargo, desde 2021 se volvieron más visibles las purgas y “castigos” de la dictadura contra leales, funcionarios, personas cercanas y hasta integrantes de la familia. El caso más reciente es el del comisionado general, Marcos Alberto Acuña Avilés, quien fue por 25 años jefe de escolta del dictador Daniel Ortega.

Según la Policía al servicio de la dictadura, Acuña fue dado de baja deshonrosa y será juzgado por “incumplimiento de deberes, desobediencia e insubordinación”, refiriendo que esto puso en riesgo la seguridad ciudadana.

Los dictadores Rosario Murillo y Daniel Ortega. Foto: Presidencia.

Pero el régimen no solo ha castigado a funcionarios, sino que también al mismo hermano del dictador, Humberto Ortega Saavedra, quien permanece incomunicado y bajo custodia policial desde el pasado 19 de mayo, luego de brindar una entrevista al medio Infobae. El 20 de ese mismo mes, la Policía informó que un equipo de médicos y especialistas del Ministerio de Salud visitó a Ortega, confirmando que el general en retiro se encontraba en casa por cárcel.

Otra de las recientes purgas es la de Carlos Fonseca Terán, aliado y cercano al régimen Ortega Murillo, después de meses de una aparente caída paulatina.

Lea también: Régimen destituye al jefe de escoltas de Ortega con “baja deshonrosa” y lo enjuicia

A consideración de Gutiérrez, a raíz del estallido de la crisis sociopolítica en abril de 2018, la dictadura arremetió primeramente contra los líderes de oposición que representaban una amenaza y posteriormente, a raíz de la paranoia, las dudas se extendieron contra los leales, cercanos y trabajadores de instituciones públicas.

La “autofagia” de los regímenes autoritarios

Analistas políticos consultados por LA PRENSA consideran que el régimen Ortega Murillo continúa con una etapa de “autofagia”, una práctica de los regímenes autoritarios con una gran desconfianza que intentan disminuir a través de la represión.

“El monstruo siempre termina devorándose a sí mismo. Ejemplos en la historia sobran, las ‘purgas’ de Stalin, Mao y de los Castro. Hitler liquidando a la SA, su principal fuerza de choque en los años iniciales, entre otros. La paranoia de los dictadores y tiranos es bastante conocida, se aíslan, desconfían de todo y todos, se quedan solos y enloquecidos, con sus delirios, fantasmas y demonios”, dijo el catedrático venezolano, Ángel Lombardi.

Ángel Lombardi, exrector de la Universidad Católica Cecilio Acosta y de la Universidad de Zulia. Foto: Cortesía, Aula Abierta.

El politólogo y economista Douglas Castro coincidió con Lombardi en que esto se debe a la paranoia de la dictadura ante el aislamiento, y en el caso de Fonseca Terán, refirió que es un mensaje a la reducida militancia sandinista.

“Si están purgando al hijo del fundador del Frente Sandinista, que se olviden otros de la mínima tentación de pensar que van a levantar la cabeza contra el régimen. Lo que busca es disciplinar y enviar el mensaje de que están asediados y que cualquier crítica es traición. Es una represión preventiva que es natural en este tipo de regímenes”, refirió Castro.

Limpieza de cara a la sucesión dinástica

A consideración del politólogo Douglas Castro, la limpieza en las estructuras, además de tomar en cuenta los niveles de lealtad a la dictadura, también enfoca a los que representen amenazas a la sucesión dinástica.

“Creo que es parte de la sucesión dinástica que crea problemas con los antiguos cuadros. Creo que esto es lo que más golpea a sandinistas de larga trayectoria que apoyan al régimen”, dijo Castro.

Al respecto, Gutiérrez asegura que la sucesión dinástica causa rechazo en los antiguos cuadros del FSLN que tienen más lealtad al partido o a Ortega que a la familia dictatorial heredera del poder.

“Rosario Murillo comenzó a limpiar a lo interno del Estado y los que dicen que son del FSLN, y también la narrativa de lo heroico que mantiene Daniel Ortega y Rosario Murillo de la Revolución comienza a disminuirse. Ni la familia Ortega Murillo ni Rosario Murillo tienen experiencia política, ni fundamentación ideológica de izquierda. Ellos son pequeños burgueses y son nuevos ricos. Por lo tanto, nada de la narrativa histórica del FSLN cuaja con ellos y por eso tienen que eliminarlo”, remarcó.

Rosario Murillo, Daniel Ortega y Carlos Fonseca Terán. Foto: Presidencia

Por esta razón, figuras como Carlos Fonseca Terán (hijo de Carlos Fonseca Amador, fundador del FSLN) y el mismo Humberto Ortega Saavedra, tampoco contaron con garantías ante la nueva etapa del régimen Ortega Murillo.

“A nivel de hipótesis, se encuentran mecanismos para determinar que hay una traición a la línea de lealtad. Cuando se piensa en sucesión, la interesada en esa sucesión va a sacar a las personas que no le garanticen lealtad una vez que Ortega no esté. Por eso, habrá que ver cómo se va alineando la estructura”, manifestó el catedrático y politólogo costarricense, Carlos Humberto Cascante.

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A consideración de la socióloga Elvira Cuadra, las purgas se producen porque los regímenes autoritarios descansan en estructuras de poder construidas sobre la base de lealtades, no sobre el mérito ni las capacidades de las personas.

“Son estructuras ‘instrumentalistas’, de tal manera que mantienen a las personas en la medida en que son útiles para los propósitos del régimen. Cuando se agota esa utilidad, usualmente son descartados”, refirió.

Los pecados de los purgados

En tanto, Gutiérrez opina que cualquier persona que esté dentro del partido, de las estructuras de gobierno o de la misma familia pueden sufrir un “ajuste de cuentas” si tienen un liderazgo más allá de lo autorizado o si piensan más de lo permitido.

“Y esto es porque no existe un partido, lo que hay son líneas verticales de mando que solo se activan si hay autorización por parte de la Secretaría del Frente. Las bases, en estas circunstancias, puede que estén en incertidumbre por no saber hacia dónde va eso que le llaman partido o gobierno y porque los que se ven como leales también están perdiendo. Solo hay temor y con eso no se sostiene ni una estructura ni un país”, refirió.

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Por su parte, Cascante coincidió con Gutiérrez y señaló que las purgas pueden debilitar a corto y mediano plazo al mismo régimen.

“Las purgas en general tienen un problema: debilitan la estructura. Si constantemente se hacen purgas, los cuadros se llenan con gente con menos capacidad y en el largo plazo eso puede debilitar la coalición que sostiene al régimen”, puntualizó Cascante.

Política dictadura en Nicaragua FSLN

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