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¡Empatados!

En mis artículos previos sobre las elecciones norteamericanas de 2024, me he concentrado en las reglas del juego de la contienda presidencial, los candidatos y los temas que han surgido durante la campaña. Hoy analizo cómo anda la contienda prácticamente a seis meses de la votación —que será el primer martes de noviembre— y las perspectivas de ambos candidatos. Para esto me baso en diferentes insumos, incluyendo encuestas, las fuerzas y debilidades de ambos partidos y candidatos, y el estado de la Unión Americana.

Comenzando por las encuestas, estas abundan. Las contratan los medios de comunicación, los partidos políticos y los propios candidatos, entre otros. Y se actualizan continuamente para medir el pulso de la campaña. 

El serio periódico británico, The Economist, les da seguimiento continuo a estas mediciones y periódicamente brinda a sus lectores una consolidación de estas. El 13 de mayo, The Economist anunció que las encuestas prácticamente señalan que hay un empate entre Biden y Trump con una ligerísima ventaja para Trump. Más específicamente, demuestran que Trump está ganando con 44 por ciento de intención de votos versus 43 % para Biden. Concluye, además, que estas encuestas no han variado mucho con el pasar del tiempo.

Por otro lado, una reciente encuesta de The New York Times pinta un cuadro más oscuro para el presidente Biden. Se enfoca en seis estados que son “campos de batalla”. Es decir, que están en juego para ambos candidatos y partidos. No son como California y Nueva York, por ejemplo, que son bastiones del partido demócrata y de su candidato, cualquiera que fuese. O como Texas y Carolina del Sur en donde el Partido Republicano y su candidato son prácticamente invencibles.

Estos seis estados son: Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Pennsylvania y Wisconsin. Según las encuestas del New York Times entre votantes inscritos en estos estados Trump está ganándole a Biden. Esto es importante porque Biden los ganó todos en las últimas elecciones presidenciales. En su totalidad, estos estados tienen 77 votos electorales o 29 por ciento de los 270 que se necesitan para ser electo presidente. Y sin contar con ellos, o al menos su mayoría, Biden no lograría una segunda estadía en la Casa Blanca.

Es sorprendente que Biden está perdiendo en estos seis estados en vista de que la economía norteamericana está boyante, la bolsa de valores está creciendo y el desempleo está bajo. Además, Trump está enfrentando un juicio criminal en Nueva York y enfrenta varias otras acusaciones que pudiesen resultar en más juicios en su contra. Algunos expertos explican que esto se debe a que los votantes estadounidenses quieren un cambio y/o están inconformes con el apoyo que Estados Unidos le está brindando a Ucrania para rechazar la invasión rusa o a Israel en su conflicto en Gaza.

Esta última explicación no me convence ya que desde finales de la década de los cuarenta del siglo pasado el gobierno y el pueblo estadounidense han acuerpado incondicionalmente a Israel. Más bien, atribuyo lo reñido que se perfila la elección a que Trump ha demostrado ser carismático hasta el punto que ha logrado adueñarse totalmente del partido republicano y el respaldado incondicional de sus militantes. Biden, por otro lado, no ha despertado el mismo entusiasmo y hasta está perdiendo el respaldo de un buen porcentaje de varones hispanos y afrodescendientes, tradicionalmente votantes mayoritariamente seguros para el partido demócrata.

En todo caso, todavía hay mucha tierra que jalar. Aunque ya ambos partidos han escogido a sus candidatos para la Presidencia, todavía faltan las convenciones. Estos son espectáculos políticos en donde ambas candidaturas se formalizarán y se darán a conocer los programas y prioridades de cada partido y la calidad de sus liderazgos. También se han acordado un par de debates presidenciales en donde irán “mano a mano” Biden y Trump. El primero será el 27 de junio y el segundo en septiembre. Además, durante los meses del verano y otoño norteamericano, pueden ocurrir cosas imprevistas que pudiesen afectar al clima político estadounidense. Pero para mientras, en buen nica esta contienda anda “tana catana”.

El autor fue embajador de Nicaragua en Estados Unidos     

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