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UCA-Casimiro Sotelo

El régimen utilizó el nombre de Casimiro Sotelo Montenegro para la nueva universidad en las instalaciones confiscadas la UCA de la Compañía de Jesús. LA PRENSA

El sentir de los estudiantes de la UCA ante la nueva universidad. “Los pensamientos que antes teníamos no los vamos a poder expresar”

"No sabemos si los maestros serán los mismos, me imagino que no, y no sabemos cómo será la calidad de la educación", dice uno de los alumnos que está sumido en la incertidumbre

“Juan” tenía un itinerario trazado que cumplía de martes a viernes como estudiante del segundo año de la carrera de Diseño Gráfico en la Universidad Centroamericana (UCA), fundada en 1960 por la Compañía de Jesús, hoy confiscada por la dictadura de Daniel Ortega. Se despertaba a las 6:30 a.m. para alistarse y enrumbarse desde Masaya hasta la UCA, en Managua, para ello tomaba un bus interlocal que lo dejaba justo frente al recinto universitario que hoy lleva el nombre de Casimiro Sotelo.

La última vez que Juan estuvo en el recinto de la universidad jesuita —donde podía respirar tranquilamente y sentir la paz— fue el 16 de agosto, un día antes que la dictadura girara el oficio contra la UCA donde la acusaba de ser “un centro de terrorismo”. Ya no era un día normal, la UCA agonizaba lentamente, y los alumnos en medio del temor, querían asegurar sus notas académicas.

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“Se sentía la presión dentro de la universidad porque muchos estudiantes andaban haciendo todas las gestiones académicas”, recordó Juan.

Juan es uno de las decenas de estudiantes que viajan desde los departamentos hasta Managua para estudiar en la UCA. Los buses interlocales incluso tienen un letrero al frente donde aparece el nombre de la ruta que hacen, por ejemplo, “Granada-UCA-Managua” o “Masaya-UCA-Managua”, pero ahora que la dictadura cambió el nombre de la universidad no saben si conservarán la leyenda. Uno de ellos, bajo la condición de anonimato, dijo a LA PRENSA que “yo voy a seguir diciendo UCA”.

Buses interlocales en la terminal de la UCA, en Managua. LA PRENSA

Juan comparte que en estos días “se nota la diferencia de ahora y (antes) cuando uno iba a clases, porque hay diferencia tremenda de cómo se movilizaban los estudiantes a la UCA, pero ahora con esto afecta demasiado al sector del transporte público”, apuntó el joven universitario.

Viajar de Masaya a la UCA cuesta 25 córdobas, pero si tomás los buses interlocales de Granada al mismo destino, dice que pueden cobrarte 27 o 30 córdobas. Esa misma afluencia se vivía en las tardes y noches que los jóvenes abandonaban el recinto de la UCA.

“A la hora de regresar a casa cuando estaban las clases, en la noches, uno tenía que hacer filones en la UCA para poder tomar el interlocal”, describió.

“No sé dónde va a quedar mi esfuerzo”

Juan, de 18 años, se preparaba para empezar a estudiar el cuarto semestre de su carrera, y en medio de la tristeza que lo abate, contó que a pesar de que inició pagando sus estudios se esforzó para que las autoridades jesuitas le dieran una beca ya sea media o completa, y cuando al fin lo logró, el régimen confiscó el recinto.

“Este año gracias a Dios había hecho la solicitud para este cuatro semestre y me habían dado el 50 por ciento, y es triste porque pienso, que después de tanto que me esforcé y ahora no sé dónde va a quedar esa beca, qué va a suceder, no sé dónde va a quedar mi esfuerzo, ha sido uno de los impactos más grande de la noticia”, explicó.

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Enseguida compartió que la confiscación de la universidad, considerada la mejor del país, le resulta muy doloroso, debido a que “estaba empezando a crecer profesionalmente dentro de una universidad con valores ignacianos. Es un golpe duro para la Compañía de Jesús y nosotros como estudiantes, porque se van todos esos valores, creencias y forma de vida mediante la fe. A todos nos afectó, muchos lloramos, otros nos quedamos en shock, es increíble lo que sucedió”.

IHNCA-UCA. LA PRENSA/Tomada de internet

Afirmó que a pesar de que nunca perdió la fe y esperanza de que la universidad jesuita fuera cerrada, “lastimosamente nos dieron la terrible noticia, y sentí que los sueños me los truncaron y todo por un capricho de no tener una universidad donde haya libre pensamiento y crítico”.

Remarcó que desde el 10 de agosto la incertidumbre se apoderó de los universitarios, nadie hacía más que hablar de la noticia del congelamiento de cuentas bancarias. “Nuestra esperanza era ‘no ha dicho nada la UCA, decíamos’“, pero a medida que pasaban los días las autoridades iban informando poco a poco.

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El recinto perteneciente a la Compañía de Jesús se sumó a la lista de las 27 universidades que ha cancelado el régimen orteguista y ha confiscado sus bienes, esta situación, de acuerdo con Juan, ha empujado a muchos de sus compañeros a no saber qué hacer, porque por un lado no quieren desperdiciar el esfuerzo que han hecho —tanto económico como académico— pero tampoco quieren estar sometidos.

“Algunos posiblemente opten por quedarse y otros están buscando otra universidad porque hay inseguridad, los pensamientos que antes teníamos no los vamos a poder expresar, no sabemos si los maestros serán los mismos, me imagino que no, y no sabemos cómo será la calidad de la educación. Hay compañeros que desde el primer comunicado decidieron salir del país”, lamentó.

Por ahora Juan no sabe realmente qué hará con sus estudios si continuará o no. No logró sacar sus notas provisionales o historial no oficial, porque insiste “estaba confiado en que no iba pasar nada”. Reiteró que aunque quieren aniquilar la UCA, para él el lema de la Compañía Jesuita “En todo amar y servir” lo tendrá siempre presente, así como el de la UCA “no formamos a los mejores del mundo, sino a los mejores para el mundo. El recinto siempre será para los estudiantes la UCA”.

“Yo tenía el sueño que mi título dijera UCA”

“Melissa” es otra estudiante de las que no sabe qué hacer con su vida estudiantil, tiene 21 años, y es mamá de un niño de 2 años, precisamente la próxima semana tenía la esperanza de iniciar el segundo año de la carrera de Derecho. Se matriculó en la UCA en febrero de 2022, contó que haber recibido la noticia de que aprobó el examen de admisión la puso muy feliz.

“Fue una de las mejores noticias que tuve porque siempre soñé estudiar mi carrera de Derecho en la UCA, porque siempre consideré que era una de las mejores universidades para estudiar leyes en el país”, manifestó.

Pero, al hablar sobre la confiscación de la universidad jesuita manifestó que “lloré como no tiene idea”, pues ella como seguramente muchos estudiantes “tenía el sueño que mi título dijera UCA, siempre soñé con graduarme de la UCA, siempre quise ser estudiante de la UCA y lo logré, pero esto me deprime mucho”.

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La joven universitaria insistió en destacar que la vida y formación de su hijo también depende de ella y que “no quiero que mi hijo viva en un país donde no hay educación de calidad, donde le regalen la nota y no se esfuerce por los estudios. Esta situación es lamentable”.

Biblioteca José Coronel Urtecho, dentro de la UCA. Nicaragua

A su vez, lamentó que muchas personas que consideró amigos se burlen de la situación de los estudiantes del alma mater y celebren la confiscación. “Dicen que está bueno porque era un centro donde estaban todos los terroristas, pero no ve ese terrorismo, porque nos enseñaron valores, pero es ese el terrorismo que tiene el Gobierno”, señaló.

El temor de que la universidad sea partidizada es inminente para Melissa pues consideró que “estudiar ahí sería estar bajo una dictadura, no vamos a poder expresar nuestros pensamientos y te vas a limitar de cuestionar muchas cosas, a mí me da mucho temor porque estaría en sus manos mi futuro. Siento que nos están acorralando, tengo miedo”. Ante esta situación compartió que muchos compañeros de clases se cruzaron a la Universidad Americana (UAM) y otros han optado por irse del país.

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Melissa afirmó que en la UCA su lugar favorito era la Biblioteca José Coronel Urtecho, donde estudiaba al salir de sus clases. “Me quedaba en la biblioteca para avanzar mis tareas porque como mamá es difícil estar estudiando y ponerle atención a mi hijo, yo llevaba mi computadora para estudiar allá”, mencionó.

La estudiante exhortó a los jóvenes que estén en la misma situación a que “se apeguen a Dios, oremos porque lo necesitamos, porque esta situación está peor, es triste vivir en un país donde te repriman, te quiten los estudios, el querer salir de tu casa y llevar cuaderno y que eso sea un delito”.

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