14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Genaro Vega Pérez tiene 35 años y es originario de León. CORTESÍA

“Me estaban quemando”: el estremecedor relato de Anthony

Fue golpeado y quemado vivo. Lo dieron por muerto, pero el nicaragüense Anthony todavía vive y nos cuenta la historia de cómo sobrevivió al crimen de odio en su contra que todavía continúa en la impunidad.

Contenido Exclusivo CONTENIDO EXCLUSIVO.

Su voz es baja. “Pero ya es una ganancia”, celebra. Después de haber sido quemado vivo y que le practicaran una traqueotomía para salvar su vida, tuvo que aprender a hablar nuevamente. “No puedo cantar, no puedo gritar”, detalla.

Su nombre es Genaro Antonio Vega Pérez, pero él prefiere que le llamen “Anthony de la Vega”. En playa Potrero, un pueblo costero al norte de Costa Rica, en donde ha vivido y trabajado desde 2018, todos lo conocen como “Anthony”.

Él es originario de León. Tiene 35 años y desde el pasado 21 de enero de este año, su vida cambió por completo cuando fue golpeado y quemado vivo por desconocidos.

La razón para que atentaran en su contra no está clara todavía. Ni siquiera las autoridades costarricenses han podido encontrar a los culpables, y aunque hay sospechosos, todavía no se sabe con certeza cuál fue el móvil del crimen.

“A mí toda la gente del pueblo me conoce. Yo no tengo problemas con nadie, entonces, yo pienso que fue como un acto de odio”, dice Anthony.

—¿Creés que se trata de un acto de homofobia en tu contra?

—Yo creo que sí —responde.

Desde que salió del hospital en junio no ha podido dormir bien porque las quemaduras y heridas que tiene en la espalda aún le causan mucho dolor y picazón, aunque reconoce que su recuperación ha avanzado bastante desde que le dieron el alta médica.

LEA TAMBIÉN: Los nicaragüenses que no celebran la independencia de Nicaragua

Hasta hace pocas semanas empezó a dormir un poco mejor. No está tomando medicamentos, solamente morfina porque todavía le dan dolores muy fuertes. Los injertos de piel que tiene todavía son sensibles y tienen que ir acostumbrándolos al movimiento y el tacto habitual del cuerpo, explica Anthony.

Sus quemaduras se concentraron en el cuello, pecho, espalda y piernas, y fueron tan graves que tuvieron que amputarle la pierna izquierda porque el hueso se quemó por completo y ya no había oportunidad de salvarla.

Anthony ahora usa una silla de ruedas para desplazarse, al menos en el interior de la casa donde vive. No puede salir a la calle debido a que se encuentra en muy mal estado. Todavía no puede usar muletas porque su pierna derecha no tiene suficiente fuerza para mantener el equilibrio.

Su infancia en León Viejo

Anthony dice que tuvo una infancia dura y llena de carencias, en una pequeña comunidad cerca de León Viejo. “Me crié en una familia pobre, humilde y mi papá y mi mamá tenían que estar trabajando”, recuerda.

Es el tercero de seis hermanos. A los 7 años le tocó aprender a cocinar y se dedicó a cuidar a sus hermanos más pequeños. Lavaba, cocinaba y estudiaba los sábados porque durante la semana debía apoyar en los quehaceres del hogar, pero no pudo terminar la secundaria.

A los 17 años, en 2007, Anthony se fue a Costa Rica para buscar trabajo y ayudar a su familia. Su mamá ya se había ido para ese país algunos años atrás y se encontraba trabajando en San José, la capital costarricense. Anthony, por su parte, se fue a trabajar con unos amigos en playa Potrero.

Anthony antes de sufrir el atentado en su contra. CORTESÍA

Primero trabajó en construcción durante ocho meses y cuando vio que la obra ya se estaba acabando y podía quedarse sin empleo, empezó a buscar otro trabajo y le dieron la oportunidad en la cocina de un restaurante. Desde que empezó a trabajar en Costa Rica apoyaba económicamente a su familia en Nicaragua.

Anthony cuenta que no fue difícil para él adaptarse a la dinámica del restaurante porque desde pequeño sabía cocinar. “Lo básico ya lo sabía, así que aprender un menú nuevo, se me hacía fácil”, relata.

En ese restaurante, Anthony se dio cuenta que los saloneros ganaban dinero extra con propinas, así que solicitó que lo pasaran a esa área, pero uno de los requisitos era que hablara inglés porque playa Potrero es una zona turística y llegan muchos extranjeros.

Desde que estuvo en el colegio, a Anthony le gustaba el inglés. Era su materia favorita, pero solo dominaba lo básico, así que poco a poco fue estudiándolo hasta que supo lo suficiente como para empezar a atender a los clientes y así pasó a ser salonero y bartender.

Anthony también trabajó en otras regiones y restaurantes turísticos de Costa Rica, pero en 2014 se quedó sin empleo, así que decidió regresar a Nicaragua y empezó a trabajar en Tola y otras playas del Pacífico.

En 2018, con el estallido de la crisis política, Anthony quedó nuevamente sin empleo, así que decidió regresar a Costa Rica. Su amiga Zelmira Díaz lo recibió en su casa en playa Potrero y ahí consiguió un nuevo trabajo como salonero.

Quemado vivo

La noche de aquel 21 de enero era como cualquier otra. Salió de su trabajo a eso de las 11:15 de la noche y como siempre, se iba caminando a su casa porque Potrero “siempre ha sido un pueblo sano. Esa noche no fue lo mismo de siempre”, cuenta.

Entre las 11:15 y 11:30 de la noche, Anthony atravesó un puente, donde luego empezaba un trecho de la calle que se mantenía solitario y oscuro, pero como nunca le había pasado nada, no sintió temor.

“Caminé un tramo como de 100 metros desde el puente y solo escuché como una bulla, pero no me dio tiempo de voltear a ver, y solo sentí cuando me golpearon y caí de boca al suelo”, recuerda nueve meses después.

Recibió un golpe en la parte de atrás de la cabeza y cuando cayó, sus atacantes empezaron a golpearlo. El trató de protegerse la cara y la cabeza. “Yo les gritaba que no me hicieran nada, que se llevaran la mochila porque ahí tenía la plata que había hecho esa noche, que se llevaran el teléfono y que ahí iba la tarjeta del banco, que se la llevaran”, relata.

Él no escuchó voces. Solamente risas. En medio de los golpes, perdió el conocimiento por completo. Solamente supo que eran tres personas, pero no logró verles la cara y tampoco identificarlos.

Entre consciente e inconsciente, “yo sentía que me estaba quemando. Era una sensación inexplicable”. Ya eran las 2:00 de la mañana y de repente sintió como que le alumbraron la cara. Él solamente pudo levantar una de sus manos para pedir ayuda. La luz que alumbraba su cara era la de una patrulla policial que andaba por la zona.

Dos agentes policiales encontraron a Anthony. Estaba tirado en el suelo, con el cuerpo quemado y expedía olor a gasolina. Los policías llamaron a una ambulancia que lo llevó hasta el hospital de Nicoya.

Anthony permanece en silla de ruedas y su piel poco a poco empieza a recuperarse. CORTESÍA

Él dice que no recuerda nada después de que levantó su mano para pedir ayuda, pero según le contaron los médicos, iba en la ambulancia pidiendo que no lo dejaran morir y llegó al hospital de Nicoya consciente y quejándose del dolor.

Tuvieron que operarlo de emergencia porque el cuello se le había inflamado demasiado y la sangre no podía circular bien hacia la cabeza. En el quirófano le hicieron una traqueotomía y lo enviaron en helicóptero hacia San José, la capital costarricense, en donde estuvo en coma inducido por un mes y medio, mientras se recuperaba de las heridas.

Mientras tanto en Potrero, por el pueblo corrió la noticia de que habían quemado a alguien. La hermana de Anthony estaba preocupada porque no había llegado la noche anterior y tampoco se había comunicado así que empezó a llamar a los amigos y conocidos de su hermano.

LEA TAMBIÉN: ¿Quién es Gustavo Petro, el nuevo del vecindario?

Una amiga de Anthony preguntó en la Policía y ahí le confirmaron que la persona que habían encontrado quemada era él.

Hasta el momento, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) costarricense no ha encontrado a los culpables del crimen. Anthony cuenta que la distancia entre el lugar donde lo golpearon y en donde fue encontrado quemado, es como de un kilómetro.

En las investigaciones, el OIJ encontró que había sangre en la entrada de un hotel de la zona y concluyeron que antes de ser quemado y llevado al camino abandonado, a Anthony primero lo llevaron a ese hotel en donde lo siguieron golpeando.

“Dicen que en el hotel al que me arrastraron y me golpearon había sangre en el portón, sangre en la parte de adentro. La Policía allanó el lugar, pero no había cámaras, no había videos”, comenta Anthony, y agrega que el dueño del hotel dijo a la Policía que quienes cometieron el atentado fueron unos trabajadores del hotel.

El OIJ tiene como sospechosas a tres personas que supuestamente son nicaragüenses, pero Anthony no sabe quiénes son y las autoridades del OIJ le dijeron que tampoco le pueden mostrar quiénes son los sospechosos porque como él no los vio, no podría reconocerlos.

Su vida o su pierna

Después del mes y medio que estuvo en coma inducido, a Anthony lo despertaron para darle la noticia de que tenían que amputarle la pierna izquierda.

“Me dijeron que trataron de salvar la pierna, pero que el hueso se había quemado a tal profundidad que ya no lo podían salvar y que la pierna me estaba matando. Que si no la cortaban, podía morir”, recuerda.

Como él no podía hablar, con señas le dijo a los médicos que no le cortaran su pierna y se quedó dormido. Horas después volvieron a despertarlo y le explicaron nuevamente que era urgente amputarle la pierna porque el hueso quemado le estaba haciendo mucho daño a su cuerpo. Anthony aceptó que se la amputaran.

Después de que le cortaron la pierna, empezó la recuperación. Como perdió toda la piel de su cuello, tuvieron que ponerle injertos de piel y al inicio se le ponía demasiado tieso y le dolía mover el cuello. Tenía que ir acostumbrando esa nueva piel poco a poco. Se alimentaba por sondas, y el dolor en su cuerpo era insoportable, recuerda.

Anthony perdió su pierna izquierda por la profundidad que alcanzaron sus quemaduras. CORTESÍA

Tenía quemaduras desde la parte de atrás de la cabeza, hasta los glúteos. También parte del abdomen, pecho, el cuello en carne viva y quemaduras profundas en las piernas. La pierna derecha le quedó quemada y tenía el fémur expuesto.

“Cuando me movían, yo sentía que me arrancaban un pedazo”, relata. Como parte de su recuperación, le fueron poniendo injertos de piel en casi todo el cuerpo y poco a poco se fue recuperando. Le pronosticaban que su salida del hospital iba a ser hasta diciembre, y el 2 de mayo lo enviaron de regreso hacia el hospital de Nicoya para que continuara con la recuperación.

“Ese fue el peor momento”, considera Anthony.

En Nicoya perdió una gran parte del injerto de piel que ya le habían puesto, cuenta.

“No sé si es que ellos no sabían qué hacer conmigo o no tenían la experiencia necesaria, pero la quemadura que tenía en la espalda ya era pequeña y en Nicoya me la hicieron más grande. La morfina me tocaba a las 7:00 de la mañana y me la daban hasta las 12:00 del mediodía, me bañaban y me limpiaban sin ponerme para el dolor”, detalla Anthony lo que para él fue el peor momento de su recuperación.

“Sentí que me retrocedieron después de ya casi venir recuperado”, comenta. Estuvo un mes en Nicoya, pero como ya no soportaba estar ahí, su hermana hizo todas las gestiones para sacarlo del hospital y lo llevaron a su casa en Potrero.

Su piel y sus heridas terminaron de curarse en su casa. Su madre, doña Haydée Pérez, de 74 años, viajó desde Nicaragua para cuidarlo, y actualmente está yendo y viniendo cada tres meses para renovar la visa y seguir cuidando de su hijo.

Su padre, don Genaro Vega, tiene 70 años y no puede viajar a verlo porque es un paciente con insuficiencia renal crónica y se somete a hemodiálisis tres veces por semana en Nicaragua.

Además de todas las afectaciones físicas, Anthony se siente terrible emocionalmente. Dice que sus días son cada vez más tristes y aburridos. Sus amigos, dice, están pendientes de él, pero no siempre pueden llegar a visitarlo debido a que vive en una zona alejada del centro del pueblo.

Sin ayuda

Otro drama por el que atraviesa Anthony es el económico. Antes él era el sustento de su familia en Nicaragua, pero ahora debido a su estado no puede trabajar.

En la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) le dijeron que le hacen falta cotizaciones para poder darle una pensión por invalidez y en el Instituto Nacional de Seguros (INS) de Costa Rica le informaron que puede aplicar a una pensión de 100,000 colones (155 dólares) por mes, pero tiene que esperar a que le den la residencia.

LEA TAMBIÉN: Becky McCray: la primera abogada indígena del pueblo Rama

Mientras tanto, Anthony está hablando con un abogado para ver qué puede hacer. Dice que en su trabajo él tenía una póliza de riesgo, pero su jefa no reportó el incidente, por lo cual el INS ahora no puede hacer mucho.

Cuando salió del hospital, él habló con su exjefa para que reportara lo ocurrido al INS, pero le dijo que no podía hacerlo porque como no se reportó en tiempo y forma el restaurante se arriesgaba a recibir penalidades y hasta una demanda. El restaurante para el que trabajaba fue vendido en julio de este año.

Actualmente está viviendo en casa de su cuñado en playa Potrero y está completamente agradecido con él por todo el apoyo que le ha brindado. “A mí me da pena y me da miedo que se pelee con mi hermana por mi culpa. No es que él me haya dicho algo, pero tengo ese miedo porque yo no aporto nada a la casa”, comenta.

Anthony también está muy agradecido con Johana, Idelia y Fresia, tres amigas que organizaron una protesta con pobladores de todo el pueblo exigiendo que se hiciera justicia y que lo han apoyado todo el tiempo en su proceso de recuperación.

Puede interesarte

COMENTARIOS

  1. Hace 9 meses

    Me parece que hay negligencia de parte de los investigadores, dueño del hotel afirmó que tres de sus trabajadores hicieron el mal. Familiares deben de investigar por su cuenta (?).

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí