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Periodistas de Guatemala protestan contra el reciente arresto del periodista José Rubén Zamora, director de El Periódico. LA PRENSA/ ARCHIVO/ AFP

Centroamérica: cinco periodistas cuentan cómo se trabaja en sus países

La persecución a los periodistas centroamericanos evidencia que los gobernantes de la región no están haciendo bien su trabajo. Nicaragua es el peor ejemplo

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Daniel Ortega está siendo un mal ejemplo para los demás gobernantes centroamericanos, sobre cómo tratar a la prensa independiente, explica un analista de medios que pide el anonimato.

Cárcel, controles, exilio, amenazas, confiscación de medios, acoso, son parte de los ingredientes de la represión que el dictador nicaragüense está usando en contra de los periodistas nicaragüense.

Ese mal ejemplo está siendo retomado en otros países como El Salvador y Guatemala, explica el analista, quien considera que esa “alergia” al periodismo indica que los gobernantes centroamericanos no están realizando bien sus gestiones.

En este artículo, cinco periodistas centroamericanos explican cómo se hace periodismo en cada uno de sus países.

Gerson Ortiz, periodista de Guatemala. LA PRENSA/ CORTESÍA

Guatemala: periodismo perseguido

El periodista guatemalteco Gerson Ortiz de elPeriódico, explica que Guatemala, como otros países latinoamericanos, ha sufrido una regresión hacia el autoritarismo, la cual ha ido escalando hasta el punto de perseguir a los mensajeros, a quienes fiscalizan el poder público: los periodistas.

El periodista señala que Alejandro Giammattei, presidente actual de Guatemala, ha alcanzado el pico más alto de represión contra las voces críticas. Su régimen ha agredido de manera atroz la expresión ciudadana mostrada en las protestas de 2020, perseguido a fiscales y jueces anticorrupción que han optado por el exilio y, finalmente, se ha dedicado a perseguir y encarcelar a periodistas y asfixiar económicamente a uno de los medios que más ha fiscalizado su gestión: elPeriódico.

Hacer periodismo en Guatemala se ha convertido en una actividad de altísimo riesgo, afirma Ortiz. Solo en el régimen de Giammattei se han registrado 350 ataques contra la prensa y 66 agresiones contra periodistas, según el último informe de la Asociación de Periodistas de Guatemala (APG).

La judicialización del trabajo periodístico es una práctica corrupta cada vez más recurrente en el país. El informe de la APG detalla que solo en el primer trimestre de este año se han reportado 29 denuncias contra miembros de la prensa, en 16 de ellas están involucradas fuerzas de seguridad pública y autoridades de distintos niveles estatales.

José Rubén Zamora, periodista guatemalteco arrestado. LA PRENSA/ ARCHIVO

Un ejemplo reciente de este tipo de represalias al trabajo periodístico es la última demanda por violencia contra la mujer interpuesta contra tres integrantes de la redacción de elPeriódico, quienes fueron denunciados luego de una publicación por irregularidades en la contratación de una funcionaria pública. Este tipo de acciones judiciales ya se habían ejercido contra los redactores de este medio por exfuncionarias como Roxana Baldetti y Sandra Torres.

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Investigar la corrupción tiene un precio muy alto, expresa Ortiz, quien ejemplifica indicando que el pasado primero de agosto de 2022, el Ministerio Público (MP), dirigido por la reelecta fiscal general Consuelo Porras, incluida en la lista de actores corruptos de Estados Unidos, solicitó el embargo de las cuentas de elPeriódico, pese a que la Fiscalía aseguró que la persecución contra José Rubén Zamora, presidente de ese medio, no guardaba relación con su profesión periodística.

La asfixia financiera contra elPeriódico no solo atenta directamente contra el medio, sino priva a los lectores de su derecho a estar informados, se queja Ortiz. Toda acción contra la libertad de prensa repercute de manera colateral en el derecho de la ciudadanía a saber y a vivir en democracia.

“Quizá más allá de preguntarnos cómo es hacer periodismo en la región norte de Centroamérica debamos extender el debate hacia nuevas interrogantes: ¿en qué se están convirtiendo las naciones cuyos gobernantes están acabando con el periodismo? ¿Cómo se vive en un país que acalla las voces críticas y apaga esa luz que alumbra dignamente sobre la podredumbre del mundo?”, finalizó diciendo Ortiz.

Saúl Hernández Alfaro, periodista salvadoreño. LA PRENSA/ CORTESÍA

El Salvador: un peligro llamado Bukele

En El Salvador han gozado de libertad de prensa en los últimos 30 años, explica el periodista salvadoreño Saúl Hernández Alfaro.

A partir del 2019, con la llegada del presidente Nayib Bukele, se produce un giro preocupante. Bukele, indica Hernández, ha logrado bastante poder en el congreso, lo que le ha permitido tomar decisiones con mucha discreción, con pocos controles a nivel institucional, lo que ha conducido a cometer abusos de autoridad.

Tras concentrar poder, Bukele ha tenido un distanciamiento abismal con la prensa, pues no brinda conferencias de prensa y, las que da, son muy limitadas. Además, tiene un control férreo en todas las áreas de comunicación del gobierno.

Los periodistas desconocen, por ejemplo, sobre las compras de vacunas para el Covid-19, ni sobre la implementación de la moneda Bitcoin. Es información reservada.

Bukele, afirma Hernández, ha expresado desdén por la prensa independiente, los cuales también han sufrido mucho espionaje a través de una herramienta llamada Pegasus, de software israelí, que invade los celulares.

El presidente Nayib Bukele ha sido denunciado por agresiones a los periodistas. LA PRENSA/ TOMADA DE INTERNET

“Lo otro es que hemos visto también el interés del gobierno en poder dejar ahí latente la amenaza que pronto van a atender a través de una ley, el financiamiento que recibimos medios independientes a través de la cooperación internacional, con una ley de agentes extranjeros, digamos a la a usanza del dictador Ortega”, expresa Hernández.

Hasta la fecha actual, en El Salvador no hay un periodista tras las cárceles, como ocurre en Nicaragua y Guatemala, pero sí ha habido acoso del gobierno hacia los periodistas.

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“Mi colega Karen Fernández ha recibido una serie de ataques digitales, mucho acoso, amenazas, le han llegado a decir a través de redes sociales que la quieren ver muerta, etcétera, de manera que esto es parte de ataques a la prensa, y digamos en términos generales que la cosa va por ahí”, indica el comunicador salvadoreño.

Según Hernández, Bukele actúa acuerpado por lo que está pasando en la región centroamericana. “Bukele ha evidenciado que Centroamérica está olvidada del interés particularmente de los Estados Unidos, en cuanto a poder tomar acciones mucho más determinantes, para poder frenar la escalada autoritaria en la región, entonces, ve a Ortega, ve a Guatemala, ahora hay un director de un medio independiente que está tras la cárcel y no ha pasado nada, no se ha movido nada”, lamenta Hernández.

Eduardo Domínguez, periodista hondureño. LA PRENSA/ CORTESÍA

Honduras: la amenaza del crimen organizado

En Honduras, indica el periodista y editor web y de datos de El Heraldo, Eduardo Domínguez, se ejerce periodismo bajo un sistema democrático limitado. “Me refiero al hecho de que, si bien tenemos un compendio de leyes y hay oficialmente mecanismos de protección, los mismos todavía no son suficientes para garantizar el ejercicio completo, íntegro y plural de la libertad de expresión”, aclara.

Unos de los mayores peligros es la delincuencia generalizada, la penetración del crimen organizado y la debilidad de las instituciones encargadas de velar por la vida humana. La muerte es una amenaza constante. Desde el 2001 se reporta el homicidio de 93 comunicadores sociales, de los cuales el 91 por ciento de los casos están en impunidad. Solo en 2022 han muerto cuatro personas vinculadas a medios de comunicación, según monitoreos independientes.

Otro gran problema son las amenazas constantes que reciben los periodistas. “Recientemente, en El Heraldo tuvimos el caso de un compañero investigador, uno de los mejores en Honduras, que por haber destapado unas compras sobrevaloradas de camiones en el Cuerpo de Bomberos recibió amenazas de números anónimos y hasta señalamientos en redes sociales”, revela.

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También juegan en contra el mismo cuerpo de leyes, pues en Honduras los delitos contra el honor, entiéndase injurias y calumnias, son penalizados, se pagan con cárcel, con penas de seis meses a casi dos años, lo que para defensores de derechos humanos debería únicamente ser castigado por la vía civil. Como voto de confianza los gremios confían en las acciones preliminares emprendidas por el actual Congreso Nacional para despenalizar esas figuras y que no se criminalice la libertad de expresión.

Otro campo poco estudiado es el linchamiento y acoso a través de las redes sociales. Una investigación de la carrera de Periodismo, del centro universitario privado Ceutec, arrojó que el 57 por ciento de los periodistas entrevistados admitieron ser víctimas de agresiones digitales en 2021.

Así que bajo todas estas amenazas muchas veces el periodista opta, incluso, por la autocensura para proteger su vida y la de sus seres queridos.

En Honduras sí hay periodistas exiliados o encarcelados. “Hay casos documentados de periodistas que han salido de Honduras bajo el contexto de miedo, persecución, amenazas y violencia generalizada. También está el caso de un periodista encarcelado y que falleció en prisión a causa del covid-19”, manifiesta Domínguez.

Hace ocho años, se reportó el caso de un periodista a quien se le prohibió por parte de un juez el ejercicio de la difusión de información por 16 meses. “Un hecho inaudito”, comenta el editor.

Las agresiones a los periodistas en Nicaragua se intensificaron desde 2018. En la imagen, turbas orteguistas le roban la cámara a un fotógrafo de LA PRENSA, Eduardo Cruz. LA PRENSA/ ARCHIVO

Nicaragua: No se puede hacer periodismo

“Creo que la protección que estamos usando los periodistas que quedamos adentro, en Nicaragua, es el anonimato. No solo en las firmas de las notas, que desde ya hace un rato viene ocurriendo, sino en redes sociales, en la casa donde vivimos, incluso con grupos de amigos y familiares”, explica un periodista nicaragüense, de los pocos que han quedado en Nicaragua, ya que la mayoría se han ido al exilio debido a la represión del régimen Ortega Murillo, desatada desde el 2018.

Por razones de seguridad, en este artículo no se revela su identidad.

“Con esto me refiero a no publicar nada en redes sociales ni mencionar que uno trabaja como periodista en el barrio donde uno vive, y, he sabido, que algunos colegas ya están diciendo–por su propia seguridad– que han renunciado a los medios para no estar vinculados”, agrega el reportero nicaragüense.

Según el comunicador, algunos periodistas nicaragüenses han tenido que buscar nuevas formas de ganarse la vida porque ya es imposible hacer periodismo en Nicaragua, principalmente porque, no solo el periodista corre riesgos, sino también sus familiares.

“En mi caso particular tengo mi maleta lista, con documentos, ropa, entre otras cosas, desde hace unos meses, cuando llegaron los CPC a mi casa a preguntar por mí. Sé que en cualquier momento puedo salir del país”, explica.

El régimen Ortega Murillo ha confiscado medios de comunicación desde 2018. LA PRENSA/ ARCHIVO/ DW

Este periodista nicaragüense ha pensado en ya no estar vinculado al periodismo, a pesar de que siente que está en su mejor momento profesional. Sin embargo, también siente que, a partir de la última persecución del orteguismo, a inicios de julio de 2022, hacer periodismo desde el terreno se acabó. “No es posible, por más medidas de seguridad que uno tenga o tome. Tenemos miedo de salir, ser descubiertos y terminar presos. Tampoco quiero ir al exilio porque no quiero alejarme de mi familia, y sé que es probable que, si lo hago, a algunos familiares no los voy a ver nunca más”, expresa.

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“¿Se puede seguir haciendo periodismo?”, se pregunta. Y a la vez responde: “Sí, pero también hay que aceptar que es un ejercicio golpeado, endeble, y que, definitivamente, por todos estos obstáculos mencionados ha perdido o perderá más calidad. Estamos más expuestos a publicar fake news o dejar de publicar información. Los periodistas que dicen fiscalizar a los poderosos lo harán menos, y los que recaban información para que el público se forme un criterio también tendrán más limitaciones en hacerlo”.

Añade que en Nicaragua los periodistas ya se han acostumbrado a no tener contraste de información por la cerrazón oficial del gobierno. También a usar fuentes anónimas. Pero ahora, en el nuevo contexto, hay hasta miedo de llamar o escribirle a una fuente–que conoce más o menos o desconoce–porque el periodista sabe que puede ser denunciado por simplemente ser periodista.

“Con la cobertura de La Prensa quedó demostrado que hacer fotos desde un carro tampoco es lo más seguro. Antes uno podía decir que la Policía lo podía detener, nos cateaban, nos quitaban los equipos, nos corrían de los lugares, pero no nos echaban presos. Ahora eso cambió: si la Policía nos descubre haciendo periodismo, sabemos que lo más probable es que nos metan presos y nos inventen un caso para estar varios años en la cárcel, en condiciones, ya lo sabemos, de tortura”, lamenta el comunicador.

El periodista manifiesta que “ha quedado la frustración de hacer periodismo en estas condiciones”.

“Lo más razonable es salir del país o quedarse dedicándose a otra cosa, aunque esto último no garantiza tampoco estar fuera de riesgo. Lamentablemente, comenta, que en los próximos meses se va a dedicar a hacer otro tipo de actividades alejadas del periodismo, para poder vivir con su familia en Nicaragua. “Espero estar un poco menos estresado de lo que me mantengo ahora, pues tengo pesadillas recurrentes, ando de mal humor, frustrado o deprimido y he tenido algunas enfermedades vinculadas al estrés por la amenaza de caer preso”.

Para finalizar, el periodista señala que “hace unos años teníamos miedo de terminar como Venezuela, y creo que ya estamos peores que ese país en varios aspectos, entre ellos, la libertad de prensa”.

Christian Montero, periodista costarricense. LA PRENSA/ CORTESÍA

Costa Rica: Malas señales para el periodismo

Comparado con Nicaragua, en Costa Rica hay mucha más libertad de prensa, de acceso a información y de divulgar, explica el periodista de Telenoticias, Canal 7, Christian Montero.

“La tecnología nos ha abierto muchas posibilidades para acceder a bases de datos. Por ejemplo, en teoría, en Costa Rica las compras del Estado se hacen por un sistema que es público y que se puede consultar”, señala Montero

Por la idiosincrasia del costarricense, indica el periodista, la prensa tica se ha acostumbrado a tener relación y contacto directo con los jerarcas y con las fuentes. Cada ministro y cada ministerio, u organismo e institución, tiene su oficina o encargado de comunicación, pero suele ocurrir que los periodistas tienen el teléfono del ministro, algunos del presidente de la República, del jefe de la Policía judicial.

Con el nuevo gobierno de Rodrigo Chaves, se dio un cambio muy radical en la comunicación. Montero asegura que las malas señales las dio desde la campaña. “Todo se agravó cuando La Nación y Telenoticias comenzamos a publicar las acusaciones que él enfrentó cuando fue funcionario del Banco Mundial por acoso sexual”, indica.

Por ejemplo, el acceso a Casa Presidencia ahora es más controlado, en el sentido de que el periodista, desde temprano tiene que decir si va a llegar con cuál camarógrafo o fotógrafo. Además, antes, era muy raro ver en las conferencias de prensa a los representantes de medios alternativos, que tienen una página de Facebook o una página web, incluso que ni siquiera son profesionales en periodismo. Ahora tienen un campo en las conferencias de prensa.

El presidente costarricense Rodrigo Chaves y su ministra de Salud, Joselyn Chacón, tienen conflictos con la prensa independiente. LA PRENSA/ TOMADA DE LA NACIÓN

Otro cambio radical en Casa Presidencial, en las conferencias de prensa, es que antes se podían hacer varias preguntas y ahora limitan a una pregunta por medio.

La relación con el presidente es evidentemente tensa, especialmente con la prensa que él considera su enemiga, añade Montero. “Los trata a las patadas, es grosero, altanero. El que él considere que es un medio que no le gusta su línea editorial, lo trata a la patada”. Desde que estaba en campaña, el actual presidente dijo que no iba a colocar publicidad estatal”, denuncia el periodista.

Aun así, Montero está seguro de que la libertad para ejercer el periodismo en Costa Rica es mucho más amplia que en el resto de Centroamérica, comparado específicamente con Nicaragua.

“En Costa Rica no se ha llegado al extremo de cerrar medios de comunicación. Espero que no se llegue. Aunque se ha anunciado una revisión para aumentar el precio del canon que pagan las televisoras por el uso de la banda”, manifiesta Montero.

También hay una relación tensa con aquellos medios que el presidente considera, no opositores, sino enemigos. “En una conferencia de prensa reciente se expresó en términos de ratas, de animales, porque él tiene ese estilo de patán y corriente”, dice Montero sobre Chaves. Montero se alegra de que en Costa Rica no hay periodistas presos, aunque sí hay un hostigamiento contra el periódico La Nación y otros medios.

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