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Panorámica de la zona metropolitana de San José, Costa Rica.

Estos son algunos de los retos que los jóvenes migrantes enfrentan al tratar de acceder a la educación superior en Costa Rica

Jóvenes nicaragüenses que por motivos socioeconómicos han migrado a Costa Rica tienen que escoger entre trabajar o estudiar

Jóvenes nicaragüenses que por razones sociopolíticas y por factor económico han migrado buscando mejores oportunidades en Costa Rica, afirman que se han encontrado dificultades para optar a una carrera universitaria o poder acceder a un trabajo para garantizarse una vida estable.

Braulio Abarca, defensor de derechos humanos, integrante del Colectivo Nicaragua Nunca +, afirmó que el principal obstáculo que sufren los jóvenes al migrar al país vecino Costa Rica son los traumas psicosociales y emocionales debido a la separación familiar. “Esto genera un daño emocional que no se toma en cuenta y que genera deserción estudiantil, abandono de las universidades, agotamiento y cansancio por parte de los jóvenes por un tema psicoemocional”.

Además, señaló que el acceso a la educación en Costa Rica para jóvenes costarricenses es complicada, por lo que este proceso conlleva mayores obstáculos para los solicitantes de refugio. “Hay obstáculos hasta cibernéticos, porque para poder inscribirte en la universidad tenés que tener un código del Sistema de Inscripción Universitaria donde este sistema te solicita mínimo un carnet de residencia y en algún momento te solicitan acceso a la Seguridad Social”.

Los jóvenes con los que habló el equipo de LA PRENSA señalaron que las dificultades son económicas, sociales y emocionales, porque significa “iniciar desde cero en un país que no es el tuyo, pero sabés que al final estar donde es una nueva oportunidad y no la podés dejar ir”, afirmó uno de ellos.

Priorizar la subsistencia antes que los estudios

El defensor señaló que existe una contradicción dentro del sistema de educación superior de Costa Rica, lo que se convierte en un obstáculo para los jóvenes migrantes. “Para poder acceder a un sistema de becas, te prohíben trabajar o acceder a una fuente laboral, porque para continuar estudiando su carrera en Costa Rica se aplica a beca porque los costos de universidad son muy altos, son casi dos mil o tres mil dólares por semestre, lo que necesitás una beca arancelaria y una beca de estipendio, y si se dan cuenta las autoridades universitarias que tenés trabajo automáticamente te quitan la beca”, indicó.

Un joven, que prefiere no ser citado por miedo de los estigmas, relató a LA PRENSA que por lo complejo que es acceder a los estudios tuvo que tomar la decisión de priorizar el trabajo para poder subsistir en el país vecino. “Apliqué a una universidad pública, pero los resultados fueron negativos, decidí dedicarme a solo trabajar. Fue un impacto emocional fuerte, porque yo quería continuar con mis estudios, pero era estudiar o comer, y ayudar económicamente a mi familia”.

Este joven de 22 años migró porque luego del inicio de la crisis sociopolítica la economía de su familia se vio afectada. “Mi familia tenía un negocio pequeño que todo el pueblito nos conocía, aunque no nos involucramos mucho en lo de 2018 sabían que no simpatizábamos con el Frente porque es algo de la familia, mi abuela era liberal, por lo que todos sus hijos lo han sido. Las ventas bajaron, mi papá perdió el empleo, así que en 2019 tomé la decisión de venirme y empezar a trabajar en lo que saliera”, afirmó.

Abarca señaló que al no poder trabajar y estudiar en universidades públicas de manera simultánea, la posible opción para continuar con sus estudios son las universidades privadas, pero como los costos no están al alcance del bolsillo del migrante se genera una fuga de cerebros.

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Aritz Báez es un joven que migró hace seis meses a Costa Rica y señaló que el principal reto para optar a una carrera universitaria es el factor económico y los procesos burocráticos. “Nuestra condición como jóvenes migrantes en este país y solicitar refugio, esperar un permiso laboral, puede llegar a tomar hasta más de seis meses, lo que genera que como jóvenes tengamos como principal necesidad el tema de la subsistencia”, explica.

Destacó que estos factores complican que los jóvenes se puedan preparar para aplicar al examen de admisión de las universidades, lo que puede afectar su oportunidad de ingresar a la educación superior.

“Los jóvenes tenemos la obligación de hacernos responsables de nosotros mismos que de alguna forma somos nuevos residentes. El problema no es tener esas responsabilidades, el problema es que no contamos con las oportunidades necesarias de encontrar ese balance. Además que existe una gran barrera de ser nicaragüense y el acceso de trabajo”, comentó.

“Migrar te genera una crisis de identidad”

Ángel Solís, de 20 años, actualmente cursa el segundo año de la carrera de Ingeniería Industrial, en la Universidad de Costa Rica, y afirmó que sabe que es uno de los pocos nicaragüenses privilegiados que ha tenido la oportunidad de iniciar estudios superiores. Las principales repercusiones han sido emocionales, porque dejar el país de manera obligatoria significó para él entrar en una crisis de identidad.

“Al momento de migrar hay una crisis de identidad, que se acentúa porque te encontrás con una indiferencia, una cultura diferente y nada es lo que vos conocías. Con el agravante del menosprecio a tu cultura, lo que te hace sentir inferior y hasta tus gentilicios se vuelven una ofensa. Esto te genera problemas emocionales que te afectan mucho y entrás hasta en cuadros depresivos”, recordó Solís.

Contó que una de sus ventajas para poder acceder a estudios de nivel superior fue que tuvo que migrar a los 17 años sin haber terminado su último año de secundaria, por lo que su primer contacto con estudios en el extranjero fue un Liceo (centro de enseñanza media, equivalente a secundaria en Nicaragua).

Relató que para acceder a terminar la educación media fue complejo por el factor subsistencia, debido que llegó de una manera irregular al país, por lo que su familia tuvo que esperar alrededor de ocho meses para poder gestionar sus permisos laborales y acceder a trabajos que le permitieran garantizar los servicios básicos para mantenerse.

Procesos burocráticos

La nicaragüense Yaritza Mairena, quien actualmente está estudiando en la Universidad Estatal a Distancia (UNED), de Costa Rica, relató que está cursando la carrera de Humanidades para posteriormente estudiar una carrera en la Universidad de Costa Rica. Esta joven pudo acceder a niveles de educación superior gracias al apoyo del Colectivo Universitario Nicaragüense.

“Una de las mayores dificultades es el tema económico, o sea pagar estas clases y todo el procesos para inscribirse en la universidad. Siento que la mayor dificultad es la asesoría que podás tener para conocer cómo son los trámites en este país, debido a que Costa Rica es un país altamente burocrático y el ingreso a la universidad también es burocrático. Hay que establecerse ciertos requisitos, rellenar formularios, ir a inscribirse, hacer pagos concretos mediante plataformas concretas. No es como en Nicaragua que vas al recinto, pagás, te inscribís y eso es todo”, relató la estudiante de la UNED.

Estos procesos han hecho que jóvenes migrantes acudan a organizaciones que apoyan a jóvenes que quieren renovar sus estudios en Costa Rica. Asimismo, estos jóvenes recurren a otros que están estudiando en las universidades públicas, que ya conocen cómo funcionan los trámites.

Además, Mairena agregó que al momento de realizar sus trámites en el centro de estudios las autoridades no tenían “la amabilidad” para tratar con estudiantes refugiados, porque afirmó que sus trámites no fueron muy ágiles y el trato poco humano.

Mairena cursaba el último año de Ciencias Políticas en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, UNAN-Managua. Las autoridades gubernamentales no le permitieron finalizar su carrera por haberse involucrado en las protestas de abril 2018 para exigir el respeto de los derechos estudiantiles.

Volver a estudiar significa para Yaritza Mairena tener esperanzas de que se puede seguir construyendo, aún frente a situaciones adversas. “Requiere de mucha fuerza de voluntad, porque es dar el siguiente paso y dejar la idea de querer retomar la carrera que dejaste allá (Nicaragua) y es empezar de cero”, afirmó.

El defensor de derechos humanos, Braulio Abarca, para finalizar le hizo un llamado al Gobierno de Costa Rica y las autoridades universitarias para que sean conscientes sobre las juventudes migrantes que buscan continuar con sus estudios universitarios. “Se ha caracterizado por ser un país respetuoso de los derechos humanos, de oasis de protección, como un pequeño refugio para las personas que necesitan protección internacional, que también sean un poco más comprensibles, conscientes y sensibles para el tema educativo de las juventudes que tiene que migrar forzadamente a Costa Rica”.

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