La inflación, reflejada en alzas de precios, sigue sin dar tregua a los nicaragüenses, un fenómeno que también se está viviendo a nivel internacional no solo por la crisis en Ucrania y Rusia, sino también por los problemas de logísticas que ya arrastraba el mundo desde el año pasado. El problema es que no hay perspectiva de que las alzas de precios se frenen en el corto plazo.
En febrero los alimentos, bebidas y servicios en Nicaragua subieron 0.91 por ciento, mostrando un aceleramiento con relación a las alzas que se experimentaron en enero (0.70 por ciento), lo que ocasionó que la inflación interanual, es decir de los últimos 12 meses, se situara en 7.75 por ciento.
El indicador en los primeros dos meses del año ascendió a 1.62 por ciento, por encima del 1.11 por ciento a febrero del 2021, lo que indicaría que los precios este año están subiendo a mayor velocidad que el año pasado, que de por sí ya fue asfixiante para el bolsillo de los nicaragüenses.
Y si bien el alza de los precios de los combustibles ha sido un factor determinante en los aumentos de los productos y bienes de servicios en Nicaragua, lo cierto es que este no sería el único detonante detrás de la inflación. Eso se ve reflejando en la inflación subyacente, que excluye el efecto combustible y otros productos muy volátiles sobre la cadena de producción y de bienes al consumidor. A febrero, ese indicador escaló a 6.01 por ciento, muy por encima del 3.24 por ciento observado el año pasado.
Con ello, de las 12 divisiones que conforman la canas del Índice de Precio al Consumidor, en 10 se reportaron aumentos en febrero, especialmente en los alimentos y bebidas no alcohólicas, el transporte (donde estarían los combustibles), los productos que conforman la división de Educación, entre otros. Apenas recreación y cultura, así como comunicaciones registraron reducciones de precios.
Entre el subgrupo de alimentos que subieron de precio en febrero destacan los limones, los frijoles y el aceite para cocinar. La economía familiar también resintió el alza de las gasolinas, la compra de motocicletas nuevas y el diésel, esto en la división de transporte. Managua es la más golpeada con las alzas de precios, respecto al resto del país.
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No hay margen de bajas a corto plazo
El problema es que las perspectivas en el corto plazo no son alentadoras. La expectativa de que la presión inflacionaria cediera en la segunda mitad del año, a medida que se normalizaran los trastornos logísticos en el comercio mundial, empieza a ser menos probable a raíz de la crisis que se ha desatado en Europa, con la invasión de Rusia en Ucrania, ambos grandes productores de materias primas.
El año pasado la inflación en el mundo se aceleró debido a que las economías empezaron a reactivarse tras el impacto de la crisis sanitaria en 2020, entonces la producción de bienes y la demanda en el mundo se desajustó debido a que muchas fábricas habían parado sus maquinarias durante ese año.
Durante la pandemia, los gobiernos pusieron gigantescas cantidades de dinero entre sus ciudadanos a través de gigantes programas de estímulos fiscales, lo que ocasionó que tras la reactivación en el 2021, la demanda se disparara, creando un shock en el mercado.
Además el mundo estaba tratando de resolver lo que se conoce como la “crisis de los contenedores”, que también derivó del despertar de la demanda mundial. Las empresas tenían dificultades para enviar sus productos a los compradores, debido a la escasez de contenedores, muchos quedaron atascados en puertos de China. Eso impulsó el aumento de los fletes de manera dramática, y por tanto esos costos se trasladan a los consumidores. Nicaragua no estaba ajena a ese efecto.
Ahora se suma la guerra en Europa. “La inflación ha regresado con más celeridad, ha aumentado con más fuerza y ha demostrado ser más obstinada y persistente de lo que creían posible los bancos centrales en un principio”, definieron economistas del Banco Mundial en un reciente análisis titulado “El retorno de la inflación global”, publicado el 11 de febrero.
Los especialistas del organismo advierten que el problema es que la inflación, que es una de las enfermedades económicas más temidas por las autoridades monetarias del mundo por el impacto en el bienestar de la gente, está golpeado parejo: a ricos y economías empobrecidas. En el 2021, de las 34 economías consideradas como avanzadas por el Fondo Monetario Internacional, en 15 la inflación rebasó el 5 por ciento, un nivel no observado en más de 20 años en el mundo.
En Nicaragua, el año pasado, la inflación se ubicó en 7.21 por ciento (2.93 por ciento en 2020), una de las tasas más elevadas de Centroamérica, pese a que es la economía menos desarrollada de la región y donde casi el 30 por ciento de la población vive en situación de pobreza.
El economista Néstor Avendaño, era uno de los especialistas que creía que la inflación iba a ser transitoria, pero en un nuevo análisis divulgado en su sitio web, ahora se muestra menos optimista e incluso teme un riesgo de estanflación, una mezcla de estancamiento económico, alta tasa de desempleo y aceleración generalizada de los precios.
Inflación se puede seguir acelerando
A la alta inflación que ya se venía observando desde el año pasado en Nicaragua y el mundo, Avendaño dice que ahora se suma otro “shock de oferta provocado por la crisis geopolítica entre Rusia y Ucrania”, por eso “es muy probable que la inflación continúe acelerándose cuando ya esperábamos que comenzaría a bajar, ahora con los precios internacionales del petróleo a más de 100 dólares el barril, con los precios mundiales de los alimentos subiendo en febrero 3.9 por ciento más que en enero y 24.1 por ciento más que hace un año según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación FAO, y con los salarios subiendo y elevando los costos de producción y propiciando la formación de una espiral precio-salario-precio que aún no se ha iniciado, pero puede aparecer si la crisis inflacionaria se prolongara”.
En marzo se aplicó un ajuste del salario mínimo en Nicaragua, que suele tener un efecto en el mercado nacional, tanto por un aumento en la demanda y por factores especulativos, lo que agrega otro factor adverso a la posibilidad que la inflación ceda.
“Los economistas ya estamos viendo el riesgo de la estanflación”, advierte y agrega: “La complicación económica en el mercado local es la presencia de una alta inflación y un alto desempleo y subempleo. De acuerdo con datos elaborados por el Instituto Nacional de Información de Desarrollo (Inide), la alta tasa de inflación interanual de 7.68 por ciento en febrero de este año, que ya dejó de ser transitoria, está acompañada de una alta tasa de inactividad laboral de 33.4 por ciento de la población en edad de trabajar en el tercer trimestre de 2021. La política macroeconómica debe buscar la reducción de estos dos problemas”.
Los especialistas del Banco Mundial advierten que “el resurgimiento de la inflación seguirá reforzando la desigualdad, en todos y cada uno de los países”.
La semana pasada la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) informó que el indicador de referencia de los precios mundiales de los alimentos subió en febrero, alcanzando un récord histórico, impulsado por los aceites vegetales y los productos lácteos.
El índice de precios de los alimentos de la FAO se situó en febrero en un promedio de 140.7 puntos, es decir, un 3.9 por ciento más que en enero, un 20.7 por ciento más que hace un año y 3.1 puntos por encima del nivel alcanzado en febrero de 2011.