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Días de las protestas en Santiago de Chile en 2019. (Foto tomada en Santiago el 19.10.2019)

Los gobiernos de izquierda se toman América Latina, en qué se diferencian de Daniel Ortega y cómo le beneficia esa tendencia

Analistas políticos siguen como hilo conductor el caso de Gabriel Boric, para valorar la izquierda no chavista que emerge en Latinoamérica.

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Los gobiernos de izquierda que han ganado terreno en América Latina, ya no se caracterizan por ser apéndices del socialismo del siglo XXI que exportó el fallecido presidente venezolano, Hugo Chávez, a Nicaragua, Bolivia y los pasados gobiernos de Ecuador y Brasil. Sin embargo, para algunos críticos eso no significa que estas nuevas izquierdas hayan dejado de representar un peligro latente para la democracia y la institucionalidad de sus países y, en consecuencias, sigan generando una situación de desestabilización en la región.

Algunas de las nuevas experiencias están a cargo de Manuel López Obrador en México; Alberto Fernández en Argentina, y Pedro Castillo en Perú, personajes con estilos de gobierno que se han logrado diferenciar de la izquierda estigmatizada que dejó Chávez en Venezuela; el castrismo de Cuba; el gobierno pasado de Rafael Correa en Ecuador; el también pasado de Brasil con Luiz Inácio Lula da Silva y luego con Dilma Rousseff; o del presente de Nicaragua con Daniel Ortega y su esposa y cogobernante, Rosario Murillo, quienes ya llevan 15 años en el poder y se confirmaron para un próximo período de cinco años (2022-2026) en unas votaciones cuestionadas, sin competencia y con un sistema electoral bajo el control del partido gobernante.

También el presente de Bolivia bajo el mandato de Luis Arce, que para los críticos locales es una continuación del régimen de Evo Morales. Está por verse la experiencia de los nuevos gobiernos de izquierda que asumirán en Honduras y Chile, pero desde ya están haciendo diversas proyecciones sobre estos.

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El politólogo boliviano Hugo Acha valoró el caso particular del recién electo presidente de Chile, el izquierdista Gabriel Boric, un personaje que ya marcó su distancia de los regímenes autoritarios de Venezuela y Nicaragua, pero Acha señaló que a nivel interno “Boric se quiere olvidar de las agresiones en contra del Estado chileno”, que él mismo lideró través de las protestas de 2019, para forzar una Asamblea Constituyente.

“Los sucesos del Transantiago, los atentados con explosivos, las entre comillas manifestaciones fueron claramente una ofensiva, que intimidó a buena parte de la sociedad chilena y esto es un fenómeno que ya se ha visto antes, se ha visto en Bolivia, por ejemplo, donde quienes generan el conflicto luego se presentan como los únicos capaces de resolver ese conflicto, y eso lleva a las sociedades a diversas reacciones: una de ellas es apoyar por la vía del hastío, por la vía del miedo, por la vía del agotamiento. Pero por otro lado, al tener recursos, se le ofrece a la población soluciones entre comillas fáciles: bonos, subsidios…”, expresó Acha.

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El politólogo boliviano advirtió que las tendencias de izquierda como la de Boric, terminan ajustándose a un modelo que “a la larga modifica las relaciones sociales; que abre lo que ellos denominan reformas constitucionales, que significa amoldar a la ley y ponerla al servicio de un modelo específico de dominación política; y generalmente deterioran el tema de los derechos humanos”.

“Creo que la coalición que representa Boric tiene dentro sí el germen del debilitamiento institucional, que ha permitido que gobiernos como Bolivia, Venezuela, Nicaragua y la dictadura en Cuba se hayan eternizado en el poder “, apuntó el politólogo boliviano.

Para desmotar la idealización de la izquierda, Acha además mencionó la experiencia del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil (2003-2010), que algunos ven como el modelo a seguir. El politólogo recordó el Odebrech. que calificó como “los casos de corrupción más grandes de América Latina”.

“Es un poco irónico que se quiera presentar como avances en relación a la lucha contra la pobreza, el que se otorguen subsidios, asistencialismo, las denominadas cestas básicas, mientras al mismo tiempo se robaban billones y billones de de dólares al Estado brasilero”, aseveró.

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Acha sí cree que el régimen de Ortega en Nicaragua se ve beneficiado de estos nuevo modelos de izquierda, debido a que existe un compadrazgo, solidaridad o apoyo ideológico entre ellos, que les impide pronunciarse en contra de sus acciones y cuestionarlos directa y categóricamente, como ha sido el caso de México y Argentina.

Otra visión

En contraste, el sociólogo nicaragüense y crítico de Ortega en el exilio, Oscar René Vargas, sí ve a Boric como una corriente progresista, parecida al estilo del también chileno Salvador Allende (presidente de 1970 a 1973) y de José “Pepe” Mujica de Uruguay (presidente de 2010 a 2015), favorables al cambio social dentro del marco democrático.

“Boric se siente heredero de una larga trayectoria histórica, la de quienes, desde diferentes posiciones progresistas, han buscado incansablemente la justicia social, la ampliación de la democracia, la defensa de los derechos humanos, la protección de las libertades. Es favorable a la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición”, apuntó Vargas.

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El sociólogo además valoró que Boric no sea un aliado del régimen Ortega-Murillo, como lo ha demostrado con sus críticas al régimen expresadas en Twitter, dirigidas a la represión policial contra las protestas civiles de 2018 en Nicaragua y el rechazo a la reelección de Ortega y su esposa Murillo.

En cuanto a los otros países, Vargas consideró que son experiencias variadas “unos muy débiles” mencionando en ese sentido a Perú y Honduras, otro nacionalista como México. El sociólogo apuntó que México “tienen una posición diferente a la política norteamericana sin llegar a ser antinortemericana”.

Señaló que el caso de Argentina también es un gobierno internamente débil, lo que se confirmó con la pérdida de las elecciones municipales pasadas. Además, Vargas dijo que aunque el gobierno de Alberto Fernández tenga una retórica propia no significa que sea un gobierno de izquierda.

Sobre Honduras, proyectó que “mantendrá su relación privilegiada con Estados Unidos “sin que eso signifique que vayan a romper con Ortega”.

A Perú igualmente lo ve débil, “un gobierno que no tiene la mayoría en el parlamento por lo tanto no tiene la posibilidad de aplicar políticas antineoliberales, aunque va a tratar de luchar por disminuir las desigualdades sociales que son profundas”.

Y de Bolivia manifestó que su crisis política continúa, no hay una posición favorable a Ortega, aunque tampoco lo condenan.

Boric se desmarca del modelo cubano y venezolano

Un exdiplomático nicaragüense, que habló con LA PRENSA bajo condición de anonimato, coincidió con Vargas en ver a Boric como un representante de “una izquierda democrática, más cuidadosa en cuanto a la sostenibilidad de los cambios económicos que propone”.

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Según esta fuente, el próximo presidente de Chile “se desmarca del modelo cubano y venezolano”, que considera incompatibles con el respeto a las reglas democráticas y el respeto a los derechos humanos.

“Se trata de un movimiento diferente al de la izquierda chavista, estridente y demagógico, sin planteamientos económicos serios, y que fracasó de manera rotunda tras la muerte del líder venezolano, el golpe a Zelaya y la salida de Evo Morales (en Bolivia) y Dilma Rusoff en Brasil. (…) Ahora, con el triunfo de Boric en Chile, se abre una nueva posibilidad para esta izquierda madura, que, alejada del aventurerismo, asume el poder con responsabilidad, aspirando a gobernar para todos”, valoró la fuente.

Nicaragua, ni izquierda ni derecha

El exdiplomático apuntó que “el caso de Nicaragua es muy particular, porque no calza en el esquema clásico izquierda derecha”.

“Nicaragua no sigue el modelo económico cubano, de economía militar estatal, ni el modelo venezolano basado en el estractivismo de materias primas de las que tanto Cuba como Nicaragua carecen. Nicaragua mantiene un modelo autoritario, de Estado represor policíaco y  de capitalismo corrupto”, agregó.

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