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LA PRENSA/ Cortesía

Las coordenadas de García Márquez

“Caminar: leer un trozo de terreno, descifrar un pedazo de mundo”. Octavio Paz, El Mono Gramático

Guillermo Rothschuh Villanueva, emprendió un viaje de lecturas internalizadas de uno de sus autores predilectos: Gabriel García Márquez. La impronta de Macondo se asoma a cada instante, para sumergirnos en un mundo mágico, donde lo real se conjuga con la ficción y entra en escena.

Me refiero a su más reciente obra, García Márquez, personal, nuevas rutas que Guillermo descubre cada vez que acomete la tarea —y lo hace con placer— de leer con fruición las obras fundamentales del colombiano y con disección va localizando cada una de las vetas de una creación literaria que no se agota en sí misma y alza vuelo en cada lector que se asoma, rumia y disfruta de ese manjar.

El prólogo de Nelly Ramírez, es un reconocimiento a esa constancia de Rothschuh Villanueva, en su compromiso con el ejercicio escritural en sus dos vertientes: lo comunicacional y lo literario, en un maridaje altamente provechoso. Otear sin descanso en búsqueda de la calidad y del degustar estético.

Ramírez apunta que el libro de Guillermo es “…una crítica favorable de un ávido lector de su maestro”. García Márquez, es valorado en su verdadera dimensión, como un escritor de primera magnitud que ha dejado una estela que no se apagará fácilmente. Cada relectura que acomete Rothschuh Villanueva, es para descubrir nuevas aristas y pistas que conducen al pleno goce literario y desde el plano personal, constituye un enriquecimiento que acrecienta su admiración por el oriundo de Aracataca.

Lea también: Una mirada a la obra de uno de los predilectos de todos los tiempos: Gabriel García Márquez

La magia de Gabo se hace presente, y así como construyó su monumental obra con tenacidad y fe de carbonario, pareciera que exige de sus lectores esa misma actitud y Guillermo Rothschuh Villanueva cumple con creces ese mandato.

García Márquez, personal, lo leí como si de un viaje en tren se tratara, sin estaciones para detenerme y sin interrupciones preestablecidas. El libro está construido de tal manera que a medida que avanzas en su lectura, te atrapa. No hay muros de contención. En la apertura de la obra: El genio nunca muere, nos convoca a entender en toda su dimensión cómo los personajes de Cien años de soledad, fueron cincelados con olfato artístico y aparecieron en el tiempo justo para aflorar y hacerse un sitio en el imaginario colectivo.

En el ensayo Gabo, ¿da para más? advierte que la caza de novedades de escritores consagrados, pasa peligrosamente por la sala de maquillaje, para presentarnos aspectos aparentemente desconocidos, documentos guardados celosamente y que necesitan salir a luz pública. Detrás de todo eso, indudablemente, hay un afán publicitario que busca afanosamente réditos comerciales.

Ese interés mayúsculo por explorar lo que los autores creen ser vetas desconocidas, lo aborda con más énfasis en Gabo no contado y Breviario sobre el Minotauro, cápsulas o puntualizaciones de algunos aspectos sobre el universo literario de García Márquez.

Rothschuh Villanueva nos cuenta en Gabo y la desmesura creativa, porqué es un voraz lector, hasta la temeridad y el placer que eso produce. Se confiesa: “Los libros son los causantes de mis grandes borracheras. Acudo a ellos bajo la certeza que encontraré en sus páginas el mismo deleite que encuentra el bebedor en una buena copa de vino o el sibarita ante un plato espléndido, para darse un hartazgo que satisfará su enriquecido paladar”.

Piezas sobre el rompecabezas, una necesaria comparación entre dos grandes del boom latinoamericano: García Márquez y Vargas Llosa. Guillermo no deja espacio a la duda, puntualiza que “ambos escritores, no son el resultado de la improbable e imposible partenogénesis. Los dos son consecuencia de sus lecturas voraces, de su entrega sin límites al acto creativo”.

Siguen otras indagaciones en García Márquez, personal como: Gabo bajo la lupa de escritores, Por los caminos de García Márquez, El mago en su laberinto, Apasionado del detalle, Gabo y su obsesión por el tiempo, etc.

Por lo pronto, la mesa está servida.

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