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El FMI y el Banco Mundial dejan a Nicaragua al borde de su cuarto año de recesión. ¿Por qué no comparten la visión del BCN?

El economista y catedrático Néstor Avendaño explica por qué hay una abismal brecha entre las perspectivas de los organismos financieros internacionales y las que divulgó el Banco Central de Nicaragua.

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No es solo el Banco Mundial (BM), ahora también se suma el Fondo Monetario Internacional (FMI) a los organismos financieros internacionales que no comparten con el Banco Central de Nicaragua (BCN) su optimismo respecto a la economía nicaragüense en 2021, pese a que ambos multilaterales pronostican una recuperación de la economía mundial, especialmente de Estados Unidos, un parámetro que el Gobierno de Nicaragua dice que adoptó entre sus escenarios para fijar una meta de repunte de entre 2.5 y 3.5 por ciento este año.

El Fondo Monetario Internacional, que suele trabajar muy de cerca con autoridades del BCN, sorprendió ayer con una perspectiva de crecimiento de apenas 0.2 por ciento para el PIB nicaragüense este año, todavía menos optimista que la del Banco Mundial, que pronosticó en días recientes un 0.9 por ciento, ambos muy alejados de lo que espera el gobierno de Daniel Ortega.

El propio Fondo Monetario, que el año pasado soltó a Nicaragua 185.32 millones de dólares para ayudarle, en parte, a enfrentar el impacto de pandemia en la economía, pronostica que el PIB local en el 2022 crecerá 2.7 por ciento y se mantendrá a ese ritmo hasta el 2025. No espera en ningún momento del periodo un crecimiento que alcance el tres por ciento.

La mayor expansión económica de Nicaragua se observaría, según el organismo, cuya información está disponible en su sitio electrónico, hasta finales de este quinquenio (2025) con apenas 2.8 por ciento, según divulgó ayer en el marco de sus reuniones de primavera en conjunto con el Banco Mundial, donde también está participando Ovidio Reyes, presidente del BCN.

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El economista y catedrático Néstor Avendaño sostuvo que las proyecciones se deben de fundamentar bien y deben ser realistas. “Yo conozco muy bien la conducta de los servidores públicos, yo fui un servidor público durante 26 años en cinco gobiernos y trabajé muy cerca en la toma de decisiones políticas. Por eso, digo que la mayoría de los funcionarios públicos, cuando opinan sobre asunto económico, muestran demasiado optimismo, cuando se debe demostrar el realismo. El hecho que el Gobierno espere un crecimiento entre 2.5 y 3.5 por ciento debe ser sustentado, se debe decir cuáles son los supuestos para esa proyección económica”, explicó Avendaño.

Cuando el BCN divulgó sus perspectivas 2021, diversos economistas habían señalado inconsistencias en las proyecciones, especialmente porque consideran que estas no tienen una explicación clara.

El Banco Central de Nicaragua sustentó sus metas de crecimiento para este año en “la recuperación de la economía mundial que repercutiría positivamente sobre las exportaciones, las remesas y el turismo, el incremento en el Programa de Inversión Pública, producto de la ejecución de desembolsos para atender la pandemia y de la reconstrucción de la infraestructura dañada por los huracanes, así como la reactivación del crédito que dinamizará las actividades productivas”.

Ante este planteamiento Avendaño señala que la argumentación del Banco Central es muy superficial. “La única proyección que yo he conocido de parte de ellos, en términos muy generales, es que el crecimiento va a ser facilitado por el aumento de la cooperación que se recibió en concepto de asistencia humanitaria. Ese fondo tiene un componente de inversión pública, el cual no lo conozco, entonces no sé en qué se basa una proyección económica de 2.5 a 3.5 por ciento”, dijo Avendaño, quien estima que este año la economía crecerá 0.8 por ciento, muy similar a la perspectiva del BM.

La estimación del presidente de Consultores para el Desarrollo Empresarial, SA (Copades) se basa en que “el gasto en construcción y adquisición de maquinarias, tanto del sector público como privado, crecerá diez por ciento (…) y esa simulación me lleva a un crecimiento de apenas 0.8 por ciento”.

Por su parte, el economista Róger Arteaga, exgerente del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), manifestó que los datos del Banco Central nunca van a coincidir con los de organismos multilaterales, porque estas estimaciones son imparciales y con un sustento técnico.

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“Los organismos multilaterales no tienen ninguna intención de engañar a la gente, sino que científica y técnicamente emiten una estimación de cómo se puede comportar la economía en los países, no solo de Nicaragua, y eso es contrario indudablemente a las cifras alegres que da el Gobierno para confiar y engañar a la gente, para hacerle creer que todo está bien y que la economía va en el rumbo correcto”, expresó Arteaga.

No obstante, cabe aclarar, que aunque los organismos financieros internacionales tengan sus propias proyecciones económicas, al final por política terminan adoptando las estimaciones que cada gobierno divulga al término del periodo. En Nicaragua, el presidente del BCN, Ovidio Reyes, reveló en junio del año pasado que mantienen fuertes discusiones, que tildó de técnicas, intensas y fuertes, con organismos como el Fondo Monetario, para que estos mejoren sus perspectivas para Nicaragua.

Una queja que data, no obstante, desde que estalló la crisis en el 2018, porque previo a ella todos los organismos se alineaban al optimismo gubernamental y elogiaban el crecimiento.

¿Qué significa un crecimiento menor de un dígito?

El hecho que el FMI y el BM apunten a un crecimiento menor del uno por ciento, a criterio de los economistas, significa que un mínimo descarrilamiento de las economías de las cuales depende Nicaragua, o bien, una mínima inestabilidad, terminaría por hundir por cuarto año consecutivo al país.

“Si sacamos por la víspera el día, recordemos que la economía nicaragüense primero se desaceleró, después entró en recesión y ahora ya está técnicamente en una depresión económica, entonces la proyección del 0.2 por ciento del FMI y 0.9 por ciento del Banco Mundial, lo que refleja es que no hay señales de una recuperación debido a la falta de un plan y en cualquier momento podemos volver a cifras negativas”, dijo Arteaga.

Además, un crecimiento raquítico implica un desafío para la generación de empleo, tras la destrucción en los últimos tres años de casi 200 mil puestos de trabajo y además el salario se ha visto deteriorado por las políticas económicas como la reforma a la Ley de Concertación Tributaria y la de la seguridad social, situación que ha empeorado por el alza en los combustibles.

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Nicaragua, la economía que menos crecerá

Y aunque el FMI es una de las fuentes de recursos para el régimen de Daniel Ortega para atender la pandemia, el organismo estimó una recuperación mucho más lenta, en comparación con otros países de la región, como Honduras, a la que le proyecta un crecimiento de 4.5 por ciento, al igual que a Guatemala. A Costa Rica le proyectó una expansión de 2.6 por ciento.

El FMI espera que la economía global rebote seis por ciento este año si las actividades económicas logran normalizarse. “En este momento, prevemos una recuperación más fuerte de la economía mundial en comparación con nuestro pronóstico de enero: el crecimiento está proyectado en 6 por ciento en 2021 y 4.4 por ciento en 2022, que sigue a una contracción histórica estimada en -3.3 por ciento en 2020. Sin embargo, la recuperación será despareja y requerirá esfuerzos multilaterales para salvaguardar los avances logrados antes de la pandemia en la reducción de la desigualdad y el alivio de la pobreza”, detalló el organismo.

Una de las previsiones que mayor impacto tendrán en Nicaragua, será la de Estados Unidos, para cuya economía el FMI pronostica este año un crecimiento de 6.4 por ciento y el próximo año apunta a un aumento de 3.5 por ciento. Este es uno de los escenarios que el Banco Central planteó para fijar la meta de crecimiento este año.

Estados Unidos es el principal socio comercial y el principal origen de las remesas para Nicaragua, así como uno de los importantes emisores de turistas.

Para América Latina y el Caribe, el FMI prevé un crecimiento de 4.6 por ciento en el 2021. En el 2022 la expansión se situaría en 3.1 por ciento. La proyección para la zona del euro es que crecerá 4.4 por ciento en el 2020 y el próximo año será de 3.8 por ciento.

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