Nicaragua es uno de los siete destinos en el mundo donde desovan cinco de las siete especies de tortugas marinas existentes. Cada año arriban al Pacífico y Caribe del país para reproducirse. Comercializar los huevos de estas especies las pone en riesgo de extinción.
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Algunas especies de tortugas marinas pueden madurar sexualmente y comenzar a aparearse a partir de los 4 años. En cambio otras hasta que tienen entre 15 y 20 años. La contaminación de los océanos y la destrucción de los hábitats son amenazas para la reproducción de las tortugas marinas.
Se dice que las hembras de varias especies hacen sus nidos en las mismas playas donde ellas nacieron. Y desovan mayormente por la noche. Si son perturbadas por luces o por ruidos en la playa, retornarán al agua sin haber puesto sus huevos. En cada parto depositan entre 100 y 200 huevos de una vez. Pero sobreviven muy pocos hasta la adultez.
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La veda indefinida orienta que la Policía Nacional puede detener, a través de los retenes y puestos de control, a cualquier persona que posea este producto y podrá ser procesada de acuerdo a la Ley 373, de los delitos ambientales. Las personas involucradas en la comercialización o captura de huevos de tortugas pueden enfrentar penas de dos a tres años de cárcel o multas de hasta cinco mil dólares.
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Los mercados y restaurantes han sido por años el puente directo entre los saqueadores o robahuevos (en su mayoría, habitantes cercanos a las playas de desove) y los consumidores. Aunque de forma lenta, ha desaparecido del menú, de algunos restaurantes playeros, los huevos de tortuga, donde eran ofrecidos como una delicateza a un alto costo, tomando en cuenta que ellos compran el saco a los hueveros a un precio menor. Otros sitios brindan el producto sin reflejarlo en el menú. Donde más visibles se muestran es en la zona de mariscos de los mercados, para atraer directamente a los compradores.
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Como parte del ciclo natural de la cadena alimenticia, las aves de rapiña también son una amenaza para la sobrevivencia de las tortugas. Sin embargo, no es comparado con el peligro que representa el ser humano, que a excepción de la costa Caribe, en Nicaragua no consume tanto la carne de tortuga pero sí sus huevos.
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En octubre de 2005 el Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales (Marena) emitió una resolución en la que prohíbe totalmente “la caza, pesca, captura, recolección, consumo, uso, transporte y comercialización de especímenes, partes, productos o derivados” de la tortugas marinas “en cualquiera de sus especies en todo el territorio nacional”, con el objetivo de evitar el saqueo y tráfico de los huevos de tortuga.
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Antes de la resolución, la extracción de huevos era controlada a través de vedas temporales, que por lo general tampoco eran respetadas debidamente. Instituciones ambientales y organismos no gubernamentales han llevado a cabo campañas en pro de concienciar y conservar estas especies marinas. “Yo no como huevos de tortuga”, ha sido una de las campañas más conocidas, pero ha sido difícil calar en los consumidores.
Una de las principales razones para proteger a las tortugas marinas es porque forman parte importante del equilibrio del ecosistema y del ciclo marino. Además, estas especies están en peligro de extinción, lo que ha obligado a las autoridades correspondientes en el país a tomar medidas de conservación que incluyen la prohibición de su consumo y comercialización. La educación ambiental para concienciar a la población es elemental para no recurrir a este producto.
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Como “buenos” padres de la patria, estos legisladores de Nicaragua degustaron huevos de tortuga después de una sesión especial en la iglesia San Felipe de León, celebrada el 4 de diciembre del 2007. Navarro fue uno de los que comieron este producto que se encuentra en veda indefinida a través de la Ley 559, que prohíbe por completo el consumo y comercialización de huevos de tortuga, aprobada por ellos mismos como legisladores.
Según noticias de ese acontecimiento, autoridades de León enviarían una carta al presidente de la Asamblea Nacional René Núñez (q.e.p.d.) para que los diputados fueran amonestados por tal acción que representó un fuerte contrapeso a toda la campaña implementada en pro de la conservación de las especies en el Pacífico del país.