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Oscar Ruiz, el Cacique Mayor, en agosto de 1991. Hace 27 años.

Galería| Viaje al pasado: así eran las fiestas de Santo Domingo de Guzmán en Nicaragua

La Chica Vaca joven e imponente y el Cacique Mayor en sus buenos años. Estas son postales del pasado, en una visita curiosa a las viejas fiestas de Santo Domingo de Guzmán.

La “Vaca Vieja”, cuando era joven

La mujer de la fotografía es nada menos que Francisca Villalta Lezama, la legendaria Chica Vaca, cuando solo llevaba 13 años bailándole a Santo Domingo. Villalta heredó la tradición de su madre y desde 1934 pagó promesa al santo por una enfermedad curada. Bailó como vaca durante 79 años, los últimos en silla de ruedas, hasta su muerte en octubre de 2013, a la edad de 104 años. Ya de viejita solía cantar: “Buenos días Santo Domingo, buenos días viejo pelón, aquí viene la ‘vaca vieja’ que aún no te deja…”.

Una joven Francisca Villalta corretea a los devotos de Santo Domingo para “cornearlos”. Ya desde entonces la Chica Vaca llevaba consigo el palo con el que, sonriendo de oreja a oreja, garroteaba a “a los mal portados”.


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El Cacique Mayor

Este señor es Oscar Ruiz, el Cacique Mayor de las fiestas agostinas de Managua, hoy de 73 años. La foto fue tomada el 2 de agosto de 1991, un día después de que una turba sandinista agredió con palos y piedras la procesión de Minguito, en el trayecto del Gancho de Caminos hacia los escombros de Managua. Ese año Arnoldo Alemán era el mayordomo de las fiestas, pero salió ileso. Al Cacique Mayor le estropearon su penacho y le robaron una flecha.

El Cacique Mayor, Oscar Ruiz, en las fiestas de Santo Domingo de Guzmán. Agosto de 1990.


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Los “indios” de 1981

Viernes 31 de julio de 1981. 11:00 de la noche. Los tradicionales indios participan en la Vela de Santo Domingo en Las Sierritas, con una indumentaria a la que no le falta nada. En el grupo también hay diablitos y otros devotos que posaron para el lente de LA PRENSA.


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El promesante “escupe fuego”

En agosto de 1991 este muchacho fue una sensación en las fiestas patronales de Managua, por su manera original de pagar promesas. A Alexander Mairena lo llamaban “el escupe fuego”.


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La tragedia de 1993

El 10 de agosto de 1993 la dejada de Santo Domingo terminó en tragedia. Ya había regresado el santo a su iglesia en Las Sierritas cuando de pronto unos “pandilleros” empezaron a tirarse encima de los promesantes que avanzaban de rodillas. El resultado fue una avalancha humana que desató el terror en el atrio de la parroquia. Desde arriba de un muro, Manuel Esquivel, fotorreportero de LA PRENSA, captó el momento de angustia. “Sentí impotencia y un gran pesar”, recuerda.

La avalancha humana dejó un saldo de cuatro muertos por asfixia, cincuenta heridos y al menos sesenta detenidos. Luego de la tragedia empezó a implementarse la medida del cordón de seguridad de la Policía Nacional, afirma Manuel Esquivel, autor de estas fotografías.

Así se veía la procesión de Santo Domingo de Guzmán el 10 de agosto de 1993, horas antes de la tragedia que dejó cuatro muertos.


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Una dulce promesa

La devota Isabel Pérez Martínez besa la imagen de Santo Domingo de Guzmán mientras sostiene sobre su cabeza un canasto repleto de bollos, empanaditas y rosquillas. Es el 31 de julio de 1990 y el santito acaba de ser bajado de su trono en la parroquia de Las Sierritas para ser colocado en la peaña en la que al día siguiente viajará a la vieja Managua. Doña Isabel no anda vendiendo, lleva más de cuarenta años cumpliendo la promesa de regalar cosa de horno.


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La víspera del caos

Cuatro feligreses de la parroquia de Las Sierritas se apresuran a barrer el templo antes de la bajada de la imagen de Santo Domingo de Guzmán, el 31 de julio de 1991. Al día siguiente, por la tarde, el ataque de una turba a la procesión dejaría dos muertos y cincuenta heridos.


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La parroquia en 1989

Así se veía la zona de la parroquia de Santo Domingo, ubicada en el viejo centro de Managua, en agosto de 1989. Como se ve, las grandes muchedumbres que siempre acompañan a la imagen no son cosa de los últimos años, ha sido así desde tiempos remotos. Al año siguiente, en 1990, los devotos regresarían para agradecer al santo la eliminación del Servicio Militar Patriótico.

 

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