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Así fue el asesinato de Jesbelin, la niña que encontraron en un pozo en Estelí

Después de tres meses desaparecida, los lugareños de Los Llanos encontraron en un pozo el cuerpo de Jesbelin Espinoza. Esta es una reconstrucción del asesinato con los testigos y familiares de la víctima.

La llanura se extiende a lo largo del horizonte hasta donde la vista alcanza. Está bañada de matorrales que el sol de verano ha secado. A lo lejos, las hileras de pinos frondosos y verduscos que se mecen a merced del viento helado de la mañana, actúan como líneas divisorias entre la planicie de la tierra y el cielo celeste de marzo. Esto es Los Llanos, un pueblito solitario al que los habitantes del municipio de Pueblo Nuevo suelen llamar “arriba”.

Aquí, casi al final de un camino polvoriento y lleno de piedras sueltas, en una casa de adobe que ahora está abandonada, solía vivir una niña de 11 años pequeña y vivaracha, a la que le gustaba hacer dibujos y después encargarse de pegarlos en las paredes desboronadas de su casa.

En la puerta de la casa donde vivía Jesbelin, aún hay un dibujo de ella pegado en la puerta de la entrada. En este, Jesbelin escribe su nombre con J y sin g al final. LA PRENSA / Óscar Navarrete

Pero todo cambió el 24 de noviembre de 2017, cuando la niña fue vista por última vez con vida por su familia. En febrero de 2018 hallaron su cuerpo. Había sido violada, golpeada, asesinada y lanzada a un pozo amarrada a una piedra para que su cuerpo no flotara.
Dicen los vecinos de la familia que después de aquel hecho, la abuelita y el hermano de la niña, con quienes ella vivía, se fueron del pueblo y dejaron el lugar abandonado. Ahora, en la entrada de la propiedad hay un cerco hecho con palos y alambres de púas y, por si acaso, un cerro de piedras que le impide la entrada a cualquiera.

Sin embargo, una hoja sigue pegada en una de las esquinas de la desvencijada puerta de madera de la entrada. Es un dibujo de ella: un corazón ocupa la mayor parte de la hoja; pero también hay un río, un árbol, un animal que parece un perro y, en una de las esquinas superiores, su nombre: Jesbelin.

El día de la desaparición

Esta es la fotografía de Jesbelin que circuló en las redes sociales desde su desaparición, en noviembre de 2017. La familia de la niña aseguró que no tenían más fotografías de ella. LA PRENSA/ Tomada de Facebook

Un anciano camina hacia su finca y lleva a tuto dos troncos que trae desde hace algunos kilómetros. Cuando pasa frente a la casa de la niña, pregunto si sabe algo de Jesbelin, de su familia o del hombre que la asesinó. Después de voltear a ver hacia todos lados asegurándose de que no había nadie viéndolo, contesta: “El hombre ese, estaba en Tranqueras (una comunidad), allá le fueron a dejar comida y se le fue a la Policía. Y por aquí pasa. Si aquí nomás vive la suegra. Tiene un celeque (hijo pequeño) pero no sé si es varón o hembra, no sabría decirle. Pero no diga que yo le dije eso”, contesta, mientras sigue volteando a todos lados.

Rommel José Jiménez, a quien en el pueblo conoce como el Zopilote, está acusado por el asesinato de Jesbelin María Espinoza Calero y aún está prófugo.

Jesbelin desapareció el viernes 24 de noviembre de 2017. Estaba en quinto grado y tenía 12 años en aquel entonces. Ese día fue la última vez que la vio su profesora Oneyda Olivas, quien le daba clases desde hacía tres años.

Las clases en el pueblo terminaron el 29 de noviembre del mismo año, pero a la profesora de Jesbelin no le extrañó que se ausentara los últimos cinco días, porque solía pasar cada vez que la niña iba a visitar a su madre, que trabajaba en Estelí. “Yo pensé que andaba visitando a la mamá, no me enteré de nada de eso”, dice Olivas.

Oneyda Olivas, la maestra de Jesbelin, la vio por última vez el 24 de noviembre de 2017, día en que desapareció. LA PRENSA / Óscar Navarrete

Se dio cuenta de que Jesbelin había desaparecido hasta el 5 de diciembre, cuando Flor Espinoza, la madre de Jesbelin, llegó al colegio a decir que su hijo menor no asistiría a la promoción por lo que le había sucedido a su hija. “Era una niña normal, hablaba muchísimo. Conmigo tenía mucha confianza y era cariñosa. Me contaba sus cosas, donde salía, si iba a visitar a su mamá y esas cosas”, asegura la maestra. De la niña recuerda que era puntual, cariñosa, hablantina y que de vez en cuando se salía de clases.

Según la acusación de la Fiscalía, todo empezó a finales de septiembre de 2017, cuando Rommel Jiménez, de 27 años, comenzó a “enamorar” a Jesbelin, de 11 años. “Consiguió que Jesbelin lo aceptara como novio y controló que la niña víctima lo mantuviera oculto a su madre y por ende a sus familiares”, dijo Marisela Pichardo en la acusación fiscal.

Dibujos de Jesbelin Espinoza, la niña asesinada a sus 11 años en Estelí. LA PRENSA / Óscar Navarrete.
Dibujos de Jesbelin Espinoza, la niña asesinada a sus 11 años en Estelí. LA PRENSA / Óscar Navarrete

Jiménez hacía que Jesbelin se saliera de clases para reunirse con ella a escondidas en los callejones del pueblo, según la Policía. “A veces se salía de clases con una compañerita, María Evangelina. Ella (Evangelina) estaba en cuatro grado y la niña (Jesbelin) estaba en quinto”, asegura su maestra Oneyda Olivas.

Sin embargo, los pobladores de la comunidad se enteraron del noviazgo y eventualmente la familia también lo hizo. Cuando Jesbelin se enteró que su familia iba a interponer una denuncia en la Comisaría de la Mujer y la Niñez en la Policía, se apresuró a enviarle una carta a Rommel diciéndole lo que estaba a punto de pasar.

Esta es la banca donde Rommel Jiménez citó a Jesbelin Espinoza, el 24 de noviembre de 2017. LA PRENSA/ Óscar Navarrete

Rommel Jiménez citó a Jesbelin el 24 de noviembre de 2017 en una piedra ubicada en las afueras de la pulpería Yovanny, que funciona en la misma comunidad. LA PRENSA habló con la propietaria de la pulpería pero esta aseguró no haberlos visto el día que se reunieron en ese punto.

Jesbelin llegó acompañada de una amiga y Rommel estaba esperándola, armado con un machete. Además, Jiménez llevó con él a su sobrino, Yorvin José Calderón Jiménez, de 21 años. Ahí empezaron los abusos.

Rommel Jiménez empezó a besar y tocar a la niña para convencerla de tener relaciones sexuales con él. Y le propuso que se encontraran en un potrero cercano donde había un pozo en construcción, pero ambos se fueron por caminos diferentes para que nadie los viera juntos.

Al lugar también llegaron Yorvin Calderón y la amiga de Jesbelin, pero ellos, para darles privacidad, se quedaron a una corta distancia de donde estaban Jiménez y Espinoza. Eran las 8:00 de la noche.

Las insistencias sexuales de Rommel Jiménez sobre Jesbelin continuaron, hasta que ella empezó a resistirse. De pronto, la amiga de Jesbelin decidió irse a su casa porque era tarde, y Jesbelin se quedó sola con los ahora acusados. Ya eran las 9:00 de la noche.

“Por aquí pasaba…”

Flor Espinoza Calero, la madre de Jesbelin, vive en Estelí con su hijo menor, el hermanito de Jesbelin. Ha estado muy enferma en los últimos días y hasta tuvo punto de derrame. Aún no le entregan los restos de su hija. LA PRENSA/ Óscar Navarrete

Flor Espinoza Calero tiene la mirada esquiva. No puede ver a nadie fijamente y cuando lo hace se nota una carga de dolor en sus ojos. Estos días ha estado internada en el hospital porque ha estado teniendo problemas de la presión, y también tuvo punto de derrame. LA PRENSA fue a buscarla a Estelí, donde vive actualmente, pero su estado de salud no le permitía dar una entrevista. Espinoza Calero solo alcanzó a contestar, con lágrimas en los ojos, cuándo había nacido su hija.

Jesbelin María Espinoza Calero nació el 22 de diciembre de 2005. Lo que indica que murió a los 11 años, menos de un mes antes de cumplir los 12.

Juan Pablo Espinoza, tío de Jesbelin, la vio por última vez dos días antes de que la niña desapareciera. LA PRENSA/ Óscar Navarrete

Su tío, Juan Pablo Espinoza, que vive a unas cuantas casas de donde vivía Jesbelin, recuerda que a ella le gustaba mucho salir a pasear. La última vez que la vio fue el 22 de noviembre de 2017. “Cuando ella desapareció mi mamá dijo que ahí estaba con una amiga y no se le dio búsqueda. A ella le gustaba dibujar. Hasta la vez ahí en la casa están unos dibujitos que ella hacía y ella misma los pegaba. La última vez que la vi solo le dije que se me cuidara”, dice Juan Pablo Espinoza.

Su tío asegura que cada vez que iba a un culto Jesbelin le decía que quería ir con él. Cuando este la regresaba a su casa, cuando la actividad religiosa se acababa, le aconsejaba que no saliera mucho porque era peligroso y que se cuidara. “Pero usted sabe… ahora los chavalos no tienen temor”, afirma su tío.

Alberto Arauz, de 23 años, recuerda a Jesbelin porque la veía pasar hacia la escuela todos los días a las 11:00 en punto de la mañana, porque ella recibía clases por la tarde. “Por aquí pasaba”, dice Arauz, mientras señala el camino de piedras que conduce hacia el centro educativo del pueblo. Por eso fue difícil cuando se dio cuenta que el cadáver que él y su hermano habían encontrado en el pozo que estaban construyendo, era el de la niña, que estaba desaparecida desde hace tres meses.

El crimen

Rommel José Jiménez y Yorbin José Calderón son los acusados de violar, golpear y asesinar a Jesbelin Espinoza. LA PRENSA/ Tomada de Facebook

Eran las 9:00 de la noche, cuando Rommel Jiménez siguió insistiéndole a Jesbelin que tuvieran relaciones sexuales, mientras la manoseaba y la besaba. La niña se resistió. “En el momento en que la víctima intentó escapar fue sometida por ambos acusados, Yorvin y Rommel”, asegura la acusación policial. Ambos utilizaron el machete para fracturar y herir a Jesbelin en la cabeza. Eso fue lo que le causó la muerte.

Yorvin Calderón aseguró que su tío Rommel Jiménez lo amenazó con un cuchillo si no le ayudaba a matar a la menor. “Yo le di en la cabeza con un palo delgado. Pero él antes la había matado con un machete. Yo no la violé, él sí. Él la violó en el pozo”, aseguró Calderón.

Después se deshicieron del cadáver de la niña. Le colocaron una piedra de más de 60 libras en el estómago, la amarraron con una sondaleza negra y con alambres de púas que cortaron del cerco que rodeaba el pozo. Según aseguró Yorvin Calderón a los medios de comunicación, Rommel Jiménez conocía muy bien el lugar porque él alquilaba una parcela de tierra para sembrar granos cerca de donde estaba el pozo.

Lanzaron a la niña al pozo y el cuerpo se hundió gracias al peso de la roca. Nadie volvió a saber de ella hasta tres meses después, en febrero de 2018.

El hallazgo del cadáver

Alberto Aráuz y su hermano descubrieron el cadáver de la niña en el pozo ubicado a unas cuadras de su casa, cuando se disponían a seguir trabajando en la construcción de este. LA PRENSA/ Óscar Navarrete

El hermano de Alberto Aráuz llegó a trabajar en el pozo que ambos habían dejado a medio construir desde mayo del 2017. “Después me vino a llamar a mí, porque él fue el que vio de primero el cuerpo, me dijo que había visto algo raro. Yo no vi nada. No parecía que era un cadáver”, dice Aráuz.

Pero el hallazgo era demasiado extraño para no reportarlo. Ambos llamaron a la Policía. Los oficiales, después de extraer toda el agua de lluvia que se encontraba en el pozo, descubrieron el cadáver descompuesto de Jesbelin, con la ropa que la niña tenía puesta el día que desapareció.

Según Yorvin Calderón, Rommel Jiménez aún se quedó en el pueblo los días posteriores al asesinato, pero después huyó.

Después del hallazgo del cuerpo Flora Espinoza supo lo que le habían hecho a su hija. “Ahorita que estoy viendo la noticia, fue desastroso lo que le hicieron a mi hija. Y personas que yo nunca creí que le iban a hacer eso, que llegaban a mi casa. Yo las atendía, las atendía mi niña. Por eso nunca lo esperé de ellos. Es verdad que yo le reclamé que me andaba acosando a mi niña, porque él tiene su esposa. Se sintió mal por cuenta”, aseguró Espinoza después de que el cadáver de su hija fue encontrado.

Espinoza confirma que Rommel Jiménez buscaba a Jesbelin para enamorarla. Ella asegura que le ofrecía teléfonos, dinero y la niña le decía que no.

La última vez que Emilia Calero Hernández vio a Jesbelin fue el 24 de noviembre también. Emilia, de 87 años, le dijo que fueran a comprar tortillas pero la niña no quiso salir. Le dijo que se quedaría cuidando la casa. Doña Emilia salió a comprarlas con su otro nieto, el hermano menor de Jesbelin. Según la versión de Calero Hernández, la niña no fue a estudiar ese día.

“Mi hijo es inocente”

Elsa Jiménez, la madre de Rommel Jiménez, dice que su hijo es inocente. Ella misma se encargará de buscarlo y entregarlo a la Policía para que lo investiguen y se den cuenta de que no cometió el crimen. LA PRENSA/ Óscar Navarrete 

Elsa Jiménez es tímida y está renuente a hablar. Pero logra contestar algunas preguntas desde la puerta del porche de su casa, en la comunidad Los Llanos. Ella es la mamá de Rommel Jiménez, el acusado de asesinato a quien la Policía aún no ha capturado.
“Mi hijo es inocente”, dice. La última vez que vio a su hijo fue hace una semana. Ella salió a comprar algo a la venta y cuando regresó su hijo ya no estaba.

Elsa Jiménez conoció a Jesbelin cuando estaba pequeña, porque llegaba a una casa vecina a jugar con sus amigos. También niega que su hijo acosara a la niña.

Dibujos de Jesbelin Espinoza. LA PRENSA / Óscar Navarrete

Dice que ella misma va a buscar a su hijo y va a entregarlo a la Policía porque es inocente, pero que huye porque tiene miedo de que lo involucren en el delito.

En Los Llanos, los lugareños aseguran que han visto a Rommel pasearse por las calles en la noche. Él solía ganarse la vida sembrando granos básicos y haciendo adobe para reparar casas y cocinas, asegura su madre.

En la casa donde vivía Jesbelin todo parece tranquilo pero no lo está. Los vientos de mediodía comenzaron a soplar y del patio de la casa volaron algunos papeles que tenían dibujos y escritos de la niña. Uno de ellos era una lección de ortografía. Decía: “Se escribe con s los adjetivos terminados en aso y osa, a excepción de sustantivos que terminan en ozo, por ejemplo: trozo y pozo”.

Este es el pozo donde fue encontrado el cuerpo de Jesbelin Espinoza Calero, de 12 años. LA PRENSA/ Óscar Navarrete

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