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Cocheros de Granada, caballos

José Esteban Duarte, mejor conocido como El Conejo, es el más antiguo auriga de Granada. Por problemas de salud ya no ejerce el oficio, el cual heredó a sus dos hijas. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

Los aurigas de Granada, una tradición de 1886

En Granada se disfruta del transporte selectivo más antiguo y más caro de Nicaragua: el coche de caballos. Los cocheros o aurigas luchan por mantener su modo de subsistencia, pero también la tradición que inició en el país a finales del siglo XIX

Apenas el reloj marca las 7:00 de la mañana en Granada, pero los rayos del sol ya se sienten calientes en el parque central, a pesar de los varios árboles que ornamentan el lugar. A esa hora llega a un costado del parque Jairo José Corea conduciendo un coche de caballos.

No es que a esa hora Corea tenga clientes, sino que busca parqueo porque si se queda sin lugar tendrá que dar vueltas por la ciudad, lo cual hace que los caballos trabajen más de lo debido.

En Granada, el pasado y el presente se juntan cuando usted va en una calle y ve que el chofer de un carro le pita al conductor de un coche de caballos para que avance más rápido y le dé pasada.

En el pasado hubo coches de caballos en varias ciudades de Nicaragua, pero los vehículos con motor los desplazaron. En Managua ya no hay. En Masaya, Rivas y otras ciudades ya son pocos. En Granada, en el presente, solo 42 de ellos tienen permiso para circular, especialmente para uso turístico. Deberían de ser 40, pero nadie sabe, o no quieren decir, cómo dos de ellos obtuvieron la licencia para circular cuando se supone que la Alcaldía granadina ya no está emitiendo esos permisos de circulación porque ya no quieren más coches de caballos en la ciudad.

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Sea como fuere, 42 coches de caballos funcionando en Granada son muchos, explica el dirigente de dueños de coches de caballos en Granada, Francisco Gómez. Prueba de ello es que aproximadamente a las 10:00 de la mañana en el parque central ya no hay parqueo y se puede observar en un costado del mismo a una hilera de coches de caballos, estacionados, esperando pasajeros.

Esta es una escena que se repite todos los días en el parque central de Granada, decenas de coches jalados por caballos se estacionan en un costado en busca de pasajeros. Los que no alcanzan en la fila tienen que deambular en la ciudad. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

Los aurigas

El hombre que llegó temprano al parque central para aparcar su coche de caballos, Jairo José Corea, es un auriga. Ese es el nombre que se le da a quienes conducen un coche de caballos. Aunque la gente les dice “cocheros”. El auriga puede ser el mismo dueño del coche, pero a veces estos últimos lo dan a trabajar a un “cadete”.

Un auriga era un esclavo que debía conducir la biga, un vehículo ligero jalado por dos caballos y que era utilizado por los romanos, principalmente por los comandantes militares, quienes escogían como aurigas a esclavos de confianza. Con el tiempo, explica el director de la biblioteca municipal de Granada, Jorge Díaz, el término se utiliza para denominar al conductor de cualquier vehículo.
En Granada, cada día la vida de un auriga empieza entre las 4:00 y las 5:00 de la madrugada, cuando le da de comer afrecho a los caballos. Y luego limpia el carruaje.

El auriga Francisco Gómez comenta que en la actualidad los turistas, antes de subirse a un coche de caballos, le dan la vuelta al carruaje, observan el estado del caballo, si no tiene chimaduras, si está flaco o si anda con herraduras. Luego ven si el coche está limpio o en buen estado. Y hasta después deciden si se suben o no. “El turista ve todo, hasta si el coche anda bien tapizado”, indica Gómez.

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Los aurigas de Granada comentan que en estos meses de septiembre y octubre han estado “malos”. “A veces uno se va a la casa a como vino, sin un centavo. Si el día se pone bueno me puedo llevar unos 400 córdobas”, explica Jairo José Corea. Los mejores meses son agosto, en Semana Santa y en diciembre.

Gómez, quien es dueño de coche, explica que cuando un cadete maneja el coche, el trato es que del total de lo que se saca del día el cadete se lleva el 30 por ciento. El problema es que a veces no se gana nada y el dueño de coche tiene que sacar de los ahorros para alimentar a las bestias.

Lo ideal, dicen los aurigas, es que cada coche tenga dos pares de caballos. Un par lo jala un día y el otro al siguiente día. Así descansan un día de por medio. Algunos dueños de coches, por la falta de recursos para comprar un caballo, cuyo costo puede rondar los 10 mil córdobas, a veces más, tienen tres caballos para un coche. Así, cada caballo descansa cada dos días. Lo triste es cuando solo tienen un par.

El caballo es el motor y el combustible de un coche y eso, según los aurigas, lo pagan caro. “Yo tengo seis animales y diario gasto en ellos 600 córdobas”, dice el auriga Tyron Morales. “Yo gasto 350 córdobas diarios para mantener a cuatro caballos. En la noche les doy pasto y en la madrugada afrecho”, explica Francisco Gómez.

Auriga con su coche de caballo esperando a que turistas salgan del convento de San Francisco. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

“El Conejo”

Uno de los aurigas más famosos de Granada es José Esteban Duarte. A sus 86 años de edad es también el más antiguo de todos, ya que maneja coche desde hace 50 años. Pero si usted pregunta por ese nombre, le van a decir que nadie lo conoce. En cambio, si pregunta por el Conejo, cualquier granadino le dice quién es y dónde está.

“Lo del Conejo es una historia larga pero se la voy a resumir. A mi tatarabuelo le decían el Conejo, al hijo de él, mi abuelo, también. A mi papá también. Y como yo soy el hijo mayor, también me dicen el Conejo”, comenta Duarte entre risas.

Al Conejo no le gustó estudiar. Lo de él eran los caballos. Se salía de clases para ir a ayudar a un señor de avanzada edad a bañar unas bestias. La mamá lo castigaba pero no hubo manera. El Conejo terminó siendo cochero. Auriga.

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El Conejo condujo coches fúnebres por más de 33 años. Y se siente orgulloso de haber llevado a su última morada a personajes como los poetas Carlos Martínez Rivas y Pablo Antonio Cuadra; a Lorenzo Guerrero, hijo del expresidente del mismo nombre; al mánager de beisbol Heberto Portobanco y a un personaje muy peculiar pero muy famosa en Granada, a la Marucha. Entre risas dice: “Ella era muy vulgar (mal hablada). El entierro de ella fue grandísimo. Vino Carlos Mejía Godoy y le cantó la María de los guardias”.

El Conejo ya está retirado de manejar las riendas de los caballos. Pero dos de sus hijas, Carmen y Johana, le heredaron el oficio.

José Esteban Duarte, mejor conocido como El Conejo, es el más antiguo auriga de Granada. Por problemas de salud ya no ejerce el oficio, el cual heredó a sus dos hijas. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

El transporte selectivo más caro del país

Un monumento, un coche de caballos, le da la bienvenida a las personas que visitan Granada desde el año 2014. Y una imagen, también de un coche de caballos, aparece en el reverso del actual billete de 100 córdobas. El coche de caballos ya es un ícono cultural del país.

El historiador Jorge Díaz indica que el primer coche de caballos que se construyó en Granada, una berlina más bien, la hizo en 1886 el italiano Cirilo Ferrari, quien está sepultado como personaje ilustre en el cementerio granadino. Ferrari, quien también fabricó coches fúnebres, era herrero y se estableció en Granada, donde tuvo un taller de mecánica e importaba herramientas para fabricar los carruajes.

Al principio, indica Díaz, los coches de caballos que evolucionaron de las berlinas, eran propiedad solamente de las familias adineradas. En Granada los coches de caballos nacieron al mismo tiempo que llegaba el ferrocarril a esa ciudad. Y, en 1930, con la introducción de los primeros coches de motor en la ciudad, fueron pasando a manos de personas de escasos recursos. Para la década de los setenta fungían como taxis que trasladaban a las personas desde el mercado hasta sus hogares.

Fue aproximadamente en 1995 que se convirtieron en vehículos para uso turístico, explican los aurigas más viejos de Granada. En la actualidad una carrera en coche de caballo cuesta, la media hora, entre 200 y 300 córdobas para los turistas nacionales y 20 dólares para los extranjeros. “El turista gringo es el que mejor paga y da propina. Pero casi no viene. Es más el europeo. El tico también paga lo que vale. Pero lo que más viene es el turista nacional”, explica el auriga Francisco Gómez.

El historiador Jorge Díaz señala que el coche de caballo es el transporte selectivo más caro del país, pero que en Granada ocurre un fenómeno, la persona adulta quiere montarse, pero no siempre hay recursos para pagarlo, mientras que al joven le da pena hacer uso de ese transporte.

Un coche de caballo puede costar hasta 8,000 mil dólares, cuando quien lo vende también traspasa la concesión para operar. En realidad, el costo real de uno ronda los 6,000 dólares, indica José Mercedes Urbina, uno de los pocos fabricantes de coches de caballo que hay en Granada. “Solo yo cobro 1,500 dólares por la mano de obra”, dice Urbina. Debido a que ya no se están extendiendo concesiones de parte de la Alcaldía, Urbina se dedica principalmente a reparar los ya existentes y a veces hace uno nuevo, para reponer a uno que ya dio su vida útil.

Los coches de caballo eran utilizados como taxis antes de ser destinados al servicio turístico. En esta imagen de los años setenta algunos coches esperan pasajeros en el mercado. LA PRENSA/ CORTESÍA/ BIBLIOTECA MUNICIPAL DE GRANADA

Amenazados

Granada es la ciudad más turística de Nicaragua, consideran los aurigas consultados por la revista Domingo. “De aquí son los más millonarios de Nicaragua”, dice el Conejo. Con sus iglesias que son consideradas patrimonio arquitectónico de la humanidad, y sus casas construidas al estilo colonial, la ciudad es una de las más admiradas tanto por nacionales como especialmente por extranjeros.
Pensando en conservar la limpieza de la ciudad, las autoridades municipales desde el año 2005 exigieron que los caballos que jalan coches utilicen pañales, para evitar que vayan por las calles ensuciando con heces.

José Mercedes Urbina le enseña a su hijo el oficio de construir coches de caballo. Urbina dice que el negocio anda mal últimamente y que solo se dedica a reparaciones. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

Los aurigas se quejan de que solo contra ellos se han enfilado los controles, pero no ha sido así con los dueños de carretones de caballos, los cuales no usan pañales.

“Aquí tenemos tres puyas: se le paga impuesto anual a la Alcaldía, al Ministerio del Transporte y al Medio Ambiente”, se queja el Conejo.

A pesar de los obstáculos, los aurigas prometen que preservarán uno de los medios de transporte más antiguos del país: el coche jalado por caballos.

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