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Ser árbitro de futbol nunca fue el sueño del nicaragüense Erick Moisés Lezama Pavón, criado en el “beisbolero” barrio San Luis de Managua, donde desde pequeño se interesó por ese deporte y jugaba de jardinero en las ligas locales.
Si al beisbol lo conoció en las calles de su barrio, Lezama, hoy de 32 años de edad, al futbol lo jugó por primera vez en el colegio. Era tan bueno que, antes de los 17, ya era miembro de la preselección nacional juvenil y se entrenaba en Diriamba, en la escuela de talentos del futbol nicaragüense.
En ese año conoció a Donald Campos, el jefe de los árbitros en Nicaragua, quien lo convenció para que se convirtiera de jugador en árbitro de futbol. “Como jugador no tenés futuro en Nicaragua, es mejor arbitrar”, le dijo Campos.
Han pasado 15 años desde entonces y el tiempo le ha dado la razón a Campos porque, como árbitro de futbol, Lezama ha ganado dinero suficiente como para tener dos casas en Nicaragua, un carro, una barbería y muchos otros bienes. En un año, puede llegar a ganar hasta 85,000 dólares, es decir, más de tres millones de córdobas.
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Desde el 2022, Lezama vive en Estados Unidos, donde ha sido árbitro de futbol en diferentes torneos y categorías, desde ligas locales y torneos escolares hasta la Major League Soccer (MLS), las grandes ligas del futbol estadounidense, el torneo en el que juega el argentino Lionel Messi, considerado el mejor jugador de la historia del futbol mundial.
Lezama no pita en la MLS desde marzo pasado, porque todavía debe cumplir algunos requisitos para establecerse como árbitro en esa liga, pero, ya está en camino hacia eso. Solo que, cuando esté listo, y si Messi todavía está activo, Lezama no podrá arbitrar en un partido donde esté Messi, porque el astro argentino juega para el equipo Inter Miami, que es de la Florida, precisamente el Estado donde vive Lezama actualmente.
Un árbitro no puede pitar en un juego en el que esté un equipo de su Estado, por conflictos de intereses, explica el nicaragüense.
Fue el 3 de marzo de este año 2024 cuando Lezama pitó por primera vez en un partido de la MLS, en un juego entre los clubes St. Louis City y el New York City, pero, para llegar a eso, Lezama ha luchado mucho. “He tenido perseverancia, consistencia y disciplina. Ahora, me apasiona estar en el terreno de juego”, explica.
Le agarró el “sabor” al arbitraje
“Cumplí tu palabra”, le increpó su padre a Erick Lezama cuando se enteró que el muchacho le había prometido a Donald Campos que iría donde él para aprender a arbitrar, pero mintió porque nunca llegó. La realidad era que no quería ser árbitro.
Campos se fijó en que Lezama podía ser árbitro porque tenía el prototipo, era delgado, alto y con cuerpo atlético. En cada juego, un futbolista puede llegar a correr unos 10 kilómetros y “en teoría un árbitro debe correr más que un jugador”, indica Lezama, quien, en la actualidad, en Estados Unidos, entrena dos horas diarias para mantenerse en forma.
Casi obligado por su padre, Lezama finalmente se presentó ante Campos. Fue “por educación”, dice él, y poco a poco le fue agarrando “sabor” al arbitraje hasta que, en el año 2010, debutó como asistente de árbitro en tercera y en segunda división del futbol nacional y luego de haber cursado varios entrenamientos y de haber aprobado una prueba física.
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Si al inicio el obstáculo era que Lezama no quería ser árbitro, para 2014 el problema fue que la esposa le reclamaba que ya no pasaba tiempo en la casa por andar arbitrando. En los días de semana, explica Lezama, tenía que entrenar y también trabajaba como barbero, mientras que en los fines de semana tenía que viajar a los departamentos para pitar en los juegos de futbol a nivel nacional.
En ese año dejó de arbitrar, porque estaba “enamorado” de su esposa y no quería perderla. Sin embargo, era muy buen árbitro y en la Federación Nicaragüense de Futbol (Fenifut) le dijeron que no podía dejar el arbitraje.
Lo convencieron de regresar porque a él también le hacía falta el arbitraje y siguió desarrollándose como tal hasta llegar a ser árbitro de primera división, para luego recibir cursos de la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (Concacaf) y de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA).
El desempeño de Lezama en el futbol nacional fue tan bueno que le otorgaron el gafete FIFA, el emblema que le permite a los árbitros pitar en competiciones internacionales. Es el sueño de todos los árbitros de futbol.
Para 2022, cuando Lezama se fue de Nicaragua, había arbitrado en 143 partidos de la primera división nicaragüense y en 10 encuentros internacionales como árbitro FIFA, en los que se incluyen partidos de eliminatorias mundialistas, Liga de Naciones y amistosos internacionales.
Un nuevo comienzo en Estados Unidos
En el año 2019, en un juego entre el Chinandega FC y el Diriangén de Diriamba, los chinandeganos no quedaron contentos con el arbitraje de Lezama y, a la salida del estadio, el árbitro encontró destruido su vehículo.
Una comisión de la Fenifut determinó que, por haber ocurrido la destrucción en el estadio de Chinandega, el equipo chinandegano debía reparar los daños del vehículo. Sin embargo, mientras estaba fuera del país arbitrando un partido internacional, Lezama recibió en su correo electrónico una notificación de la federación nicaragüense indicándole que el equipo chinandegano finalmente había ganado el caso tras una apelación, debido a errores de procedimiento en la denuncia.
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Las cosas no volvieron a ser las mismas entre Lezama y Fenifut, porque el árbitro se quejó constantemente del atropello sufrido y, en los últimos tres años que estuvo en Nicaragua casi no lo tomaron en cuenta.
Lezama decidió irse a los Estados Unidos en el 2022. Su familia no lo entendió por qué seguía arbitrando, había comprado una casa, tenía un negocio de barbería y aparentemente todo estaba bien.
Al principio fue muy difícil la situación en Estados Unidos, porque estaba indocumentado. Como tenía visa, se había ido legal, pero se quedó allá y al poco tiempo quedó ilegal. Mientras conseguía regularizarse, lo que hizo fue trabajar en construcción y luego comenzó a arbitrar partidos amateurs.
Después, comenzó un proceso similar al que hizo en Nicaragua, pero esta vez para arbitrar en Estados Unidos, especialmente cursó seminarios y tuvo que aprobar de nuevo los tests físicos, para a continuación inscribirse en las federaciones de futbol de Oregon y de California.
Fue entonces cuando pensó que nunca más volvería a arbitrar, porque trabajando en construcción tuvo un accidente laboral, le cayó una pared en una de las piernas y le hicieron 60 puntadas. No obstante, se recuperó bien, siguió arbitrando y las cosas cambiaron cuando lo invitaron a un torneo en Arizona de la MLS Next, en el que participaron equipos juveniles de la MLS y que es equivalente a las ligas menores.
Hasta entonces, Lezama nunca había dicho en Estados Unidos que él era árbitro profesional, pero lo dijo después que le preguntaron dónde había aprendido a arbitrar. Se sorprendieron y le pidieron sus datos para referirlo con el jefe de árbitros en Estados Unidos, Brian Hall, quien precisamente había sido jefe de Lezama en la Concacaf.
Cuando Hall se enteró que Lezama estaba en Estados Unidos, se comunicó con él y le recriminó el porqué no le había “chateado” al menos. Lezama le explicó que sin papeles no halló razón para escribirle, porque de todas formas no le iba a poder ayudar.
Seguidamente, Lezama obtuvo una licencia como árbitro en Estados Unidos y tuvo la oportunidad de pitar en partidos de las academias de los equipos de la MLS hasta que finalmente debutó en las grandes ligas.
Gracias a una huelga de árbitros
El nicaragüense Erick Lezama pudo arbitrar en la MLS gracias a que en marzo de este año 2024 había una huelga de árbitros en los Estados Unidos, para que les mejoraran en un 25 por ciento el salario.
De esa forma, el 3 de marzo pasado Lezama se convirtió en el primer nicaragüense que pita en un partido de la MLS, ganando 1,300 dólares por cada partido. Lo más complicado de ser árbitro, indica, es cuando se cometen errores en las decisiones arbitrales. “Hay que usar la psicología, si te equivocás, cómo volver a retomar, aprender de los errores, saber que la prensa te va a atacar, saber manejar eso”, explicó.
Además, ha tenido que perfeccionar el inglés, porque en la MLS, por ejemplo, los jugadores hablan diferentes idiomas, pero el que más se usa es precisamente el inglés. Todos los días va a clases.
Sobre la hazaña de pitar en la MLS, él habla con naturalidad, a pesar de que en el campo de juego tuvo a jugadores que valen hasta tres millones de dólares y a grandes futbolistas europeos, como el arquero francés Hugo Lloris, campeón mundial en 2018.
“Considero que somos seres humanos todos y yo los miro igual, porque al final, las mismas reglas tengo que aplicar aún si está Messi en el terreno de juego”, explica Lezama, quien considera que tanto mérito tienen esos jugadores como él para estar dentro de la misma cancha en un partido.
Lezama no ha pitado en la MLS desde marzo pasado cuando pitó en cinco partidos de esa liga, pues la huelga de árbitros terminó. Sin embargo, dejó una buena impresión y ahora se encuentra completando requisitos y trámites para regresar a pitar en esa liga. Sin embargo, se mudó de Maryland a Florida y, por tanto, no podrá ser árbitro en un partido en el que esté el club Inter Miami, el equipo en el que juega el argentino Lionel Messi.