Cada vez que Nancy Henríquez ve entrar por la puerta a su pequeño nieto siente una sensación agridulce. Sabe que va a pasar una hora o, si tiene suerte, dos horas jugando con él, cargándolo e intentando responder a sus preguntas.
—¿Por qué la abuela está en la cárcel y cuándo va a regresar a la casa?
Henríquez no sabe qué decirle al pequeño y lo distrae en el patio de la prisión de mujeres La Esperanza. Ya tiene un año de estar tras las rejas y cada visita que recibe de su familia es para ella un momento de felicidad, pero también amargo.
“Siempre que llegan los policías para decirle que la visita terminó, ella comienza a llorar y les dice a sus familiares que no quiere que se vayan, que se queden con ella. La pobre queda en un mar de llanto y siempre es así”, recuerda una excarcelada política que la conoció en La Esperanza y que pidió el anonimato para protegerse.
La familia de Henríquez no quiere hablar por temor a perder el derecho a visitarla y llevarle alimentos y medicinas.
Henríquez forma parte de la lista de 46 personas que el Mecanismo para el Reconocimiento de Personas Presas Políticas reconoce como presas de conciencia. Ella es líder indígena y diputada suplente del Partido Yapti Tasba Masraka Nanih Aslatakanka (Yatama), cuya traducción es “Hijos de la Madre Tierra”. Además, fue arrestada mediante engaños el 1 de octubre de 2023.
Lucha armada indígena
Ubicar la comunidad indígena Nina Yari en el mapa de Nicaragua es complicado. Las pocas fotos aéreas que existen muestran un llano en el Caribe Norte, donde hay menos de 100 casitas desperdigadas. Ahí nació Nancy Elizabeth Henríquez James, el 6 de agosto de 1962.
Para poder estudiar tuvo que moverse a la ciudad de Puerto Cabezas, la más grande de la Región Autónoma de la Costa Caribe Norte (RACCN).
Pero Henríquez no conoce esta ciudad por ese nombre. En su lengua miskitu esa ciudad se llama Bilwi, que significa “hoja de serpiente”.
Lea también: Entre la represión y la resistencia en Cuba: la historia del preso político José Daniel Ferrer
Ahí estudió la primaria y secundaria en la escuela pública Rigoberto Cabezas. Desde niña se interesó en los derechos lingüísticos y territoriales de su pueblo. Cuando la Revolución sandinista derrocó al dictador Anastasio Somoza Debayle, ella fue de las primeras en participar en la Cruzada Nacional de Alfabetización, enseñando en miskitu. Así fue como se convirtió en coordinadora territorial durante esos años.
Cuando estalló la guerra civil entre el gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y la guerrilla de la Resistencia Nicaragüense (conocidos popularmente como “la Contra”), estos últimos tomaron como base el sur de Honduras y muchos indígenas se unieron a sus filas.
Por eso no fue sorpresa que cuando el FSLN comenzó a reprimir a estos pueblos, Henríquez decidiera unirse a las filas de la Contra para combatir directamente. El paso lo dio luego de que fuera detenida y llevada a la ciudad de Bluefields, en la Costa Caribe Sur, donde relató que fue torturada. Posteriormente fue trasladada a Bilwi, donde fue liberada tras un armisticio y se pasó a las filas de la Contra.
A partir de ese momento, pasó su vida en la montaña, clandestina, entre Honduras y Nicaragua. Para el pueblo miskitu no hay frontera entre ambos países; para ellos, simplemente el río Coco es parte de eso que llaman la “Nación Miskitu”.
Lucha política
Tras una década de guerra que dejó devastado todo el país, la democracia regresó a Nicaragua en los años 90. Henríquez se casó, tuvo cuatro hijos, terminó sus estudios de secundaria y se licenció en Derecho y Teología por la Bluefields Indian & Caribbean University (BICU).
En 1991 fue una de las fundadoras de la Asociación de Mujeres Indígenas Miskitas de la Costa Caribe de Nicaragua (Amica), que promueve los derechos de estas mujeres en la región. Además, comenzó su trabajo político en el partido Yatama.
Lea también: José Cortez, el preso político ciego que apenas sobrevive en La Modelo
Poco a poco este partido se convirtió en el más fuerte en la región y contaba con cientos de militantes. Esto fue visto como una amenaza por parte del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, y a partir de 2022 comenzaron una campaña de acoso que terminó en la cancelación de la personería jurídica del partido el 4 de octubre de 2023.
Bajo engaño
El 29 de septiembre de 2022 fue detenido el diputado y líder del partido Yatama, Brooklyn Rivera. Ella era su diputada suplente y en ese momento se encontraba en Managua.
Henríquez recibió una llamada de un supuesto comisionado que la citó en un residencial de la capital para darle información de Rivera.
El domingo 1 de octubre fue a una celebración religiosa y se encaminó con su nieto y una sobrina. Llegó al lugar y abordó un automóvil. Cuando arrancó, fue rodeada por camionetas de la Policía y motorizados. La llevaron al Distrito III de Policía y la familia desconoció su situación por dos semanas.
“La familia la estuvo buscando y un día recibieron una llamada y era que ya la tenían en La Esperanza”, relata una fuente cercana al partido Yatama.
Todo pasó muy rápido. En diciembre de 2022, cuando fueron a visitarla a la cárcel La Esperanza, les dijo a sus familiares que le realizaron un “juicio exprés” dentro de la misma prisión y que la condenaron a ocho años de cárcel. La acusaron de “menoscabo a la integridad nacional” y “propagación de noticias falsas en perjuicio del Estado de Nicaragua y la sociedad”.
Problemas de salud en la cárcel
Poco a poco fue perdiendo fuerzas en la cárcel. Sus problemas de salud también afectaron su salud mental. Comenzó a pedir pastillas para dormir y dinero para comprar alimentos en la cafetería.
Según las excarceladas políticas, tenía problemas para comer, se le estaba cayendo el cabello y estaba deprimida, ya que la mantenían en una celda completamente sola.
Las opositoras afirman que dentro de la cárcel casi no había forma de comunicarse con ella. La dejaban salir al patio a tomar el sol; solo tenía 15 minutos para bañarse y 15 minutos para lavar su ropa.
“Ella entró fuerte, con el cabello negro, las uñas bien cuidadas, y cuando la dejamos la vimos con canas; no la dejaban tener ni un cortaúñas y estaba visiblemente cansada. Cuando la llegaban a visitar, los policías no la dejaban hablar en miskitu con su familia, solo en español”, contó a LA PRENSA una excarcelada política que prefirió omitir su nombre.
Lea también: Lizandra Góngora, la presa política con la pena más alta en Cuba tras las protestas del 11J
Esta opositora fue liberada en el grupo de 135 presos políticos que fueron enviados el 5 de septiembre de 2024 a Guatemala.
Supuestamente Henríquez estaba en esa lista, pero nunca fue llamada.
“Seguro que ella (Henríquez) no sabe qué pasó. Yo creo que no supo que nos fuimos las demás. Nunca la llamaron, yo estaba segura de que ella venía en la lista”, cuenta otra excarcelada en el exilio.