Los más de tres años en prisión del defensor de derechos humanos y preso político cubano, José Daniel Ferrer, han estado marcados por la tortura. Tanto es así que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) mostró su preocupación el pasado 25 de noviembre por las denuncias de violencia física ejercida por las autoridades penitenciarias del régimen castrista.
Organizaciones de la sociedad civil aseguran que Ferrer ha sido víctima de brutales golpizas por parte de las autoridades del centro penitenciario Mar Verde, en el este de Cuba. Ferrer ha estado en prisión al menos en dos ocasiones, pero esta vez el régimen ha mostrado mayor saña en su contra, ya que no cuenta con una sentencia firme que justifique de alguna manera su permanencia en prisión.
Debido a su participación en las protestas del 11 de julio de 2021, Ferrer fue encarcelado por segunda ocasión. Hasta octubre de este año, la organización Prisoners Defenders documentó 1,092 prisioneros políticos en Cuba.
Desde muy joven defendió derechos humanos
José Daniel Ferrer García nació el 29 de julio de 1970 en Palma Soriano, un municipio de la provincia de Santiago de Cuba, y es considerado una de las cabezas más visibles de la disidencia contra el régimen castrista. Es fundador de la Unión Patriótica de Cuba (Unpacu), una organización disidente. Su hermana, Ana Belkis Ferrer, lo describe como una persona que, desde muy joven, demostró ser emprendedor, valiente y defensor de los derechos humanos.
“Desde temprana edad trabajó por cuenta propia, incluso en un país donde tener un negocio independiente era casi imposible debido a las restricciones impuestas por la dictadura”, asegura Ana Belkis Ferrer a LA PRENSA.
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A pesar de los obstáculos en la isla, Ferrer logró establecer su propia flota pesquera y brindó apoyo a muchos jóvenes del barrio y de pueblos cercanos. Sin embargo, su labor no estuvo libre de obstáculos, según refiere su hermana. Fue perseguido tanto por su forma de ganarse la vida como por su postura contra la dictadura cubana.
La persecución
La persecución del régimen debido a su involucramiento en movimientos sociales lo obligó a abandonar su trabajo, lo que redujo drásticamente sus ingresos. “Durante ese tiempo, mi madre y yo asumimos la responsabilidad de sustentar a la familia. Mi madre trabajaba en la bodega que había sido confiscada a mis abuelos tras la llegada al poder de Fidel y Raúl Castro”, relata Ana Belkis Ferrer.
Los años de lucha pacífica no fueron fáciles, cuenta su hermana y trajeron consigo golpizas, detenciones, actos de repudio y una represión brutal. Su esposa, por ejemplo, fue despedida de su trabajo como medida de presión económica.
La primera vez que fue preso político
La primera vez que Ferrer permaneció en prisión fue entre 2003 y 2011, cuando fue considerado prisionero de conciencia de la Primavera Negra de Cuba, un período marcado por una serie de arrestos contra disidentes del régimen castrista. En esa primera ocasión, fue condenado a 25 años de prisión por ser uno de los promotores del “Proyecto Varela”, que exigía reformas integrales en Cuba para permitir las libertades públicas. La Fiscalía llegó a pedir la pena de muerte, aunque el régimen le propuso irse de la isla.
“En prisión sufrió torturas inimaginables: golpizas, aislamiento, condiciones infrahumanas y huelgas de hambre que llevaron su cuerpo al límite. A pesar de todo, mantuvo su lucha por los derechos humanos. En 2010 fue forzado al destierro, pero se negó a abandonar Cuba. Finalmente, en 2011, fue liberado bajo licencia extrapenal”, afirma su hermana.
La persecución continuó
Desde su liberación en 2011, la persecución no cesó. Ha sido detenido innumerables veces, ha sufrido intentos de asesinato y ha perdido todos sus bienes debido a saqueos organizados por el régimen. Los ataques también han alcanzado a su familia: sus hijos, su hogar y hasta sus recursos básicos han sido blanco de la dictadura.
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Su hermana relata que, en 2019, fue encarcelado nuevamente. Durante seis meses sufrió torturas crueles: lo golpeaban, lo dejaban desnudo en celdas frías y lo amarraban a hormigueros bajo el sol. En 2020, gracias a la presión internacional, fue liberado, pero su salud quedó severamente deteriorada.
La trayectoria de Ferrer le ha hecho merecedor de al menos cuatro premios, entre ellos el XIII Premio Internacional de Derechos Humanos de la Fundación Hispano-Cubana, con sede en Madrid en 2013, y el Premio Homo Homini 2016 de la ONG checa People in Need.
El segundo arresto
A raíz de las protestas nacionales que iniciaron el 11 de julio de 2021, Ferrer fue arrestado junto con su hijo. Ambos fueron llevados al centro de tortura conocido como Versalles.
“A su hijo lo liberaron tras un mes, pero mi hermano fue trasladado a una celda de aislamiento en la prisión de Mar Verde, donde ha sufrido torturas constantes y condiciones degradantes. Durante su encierro ha desarrollado múltiples enfermedades, muchas de ellas inducidas por el trato recibido en prisión”, relata su hermana.
El régimen ha usado tácticas crueles para obligarlo al destierro, pero él siempre se ha negado. A pesar de la censura, desde la prisión logró enviar mensajes describiendo su situación: “Estoy sepultado en vida, muriendo lentamente como preso político”.
Falta de información sobre preso político
En los últimos meses, la familia de Ferrer ha intentado obtener información sobre su estado de salud, pero las visitas son limitadas o negadas, y, cuando permiten algún contacto, siempre es bajo estrictas restricciones. La represión no se limita a él: su esposa, hijos y otros activistas han sido detenidos, amenazados y acosados de manera constante.
Diversos organismos de derechos humanos han denunciado que, tras las protestas de julio de 2021, el régimen ha llevado a cabo ejecuciones extrajudiciales contra personas que intentaban huir de la isla. Una de estas organizaciones, Archivo Cuba, recopila casos de violaciones a los derechos humanos, documentando muertes y desapariciones atribuidas a la Revolución cubana desde 1952.
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El panorama en Cuba sigue siendo incierto, con defensores de derechos humanos dispersos, periodistas amenazados y ciudadanos encarcelados por razones políticas. Mientras tanto, la población lucha diariamente por sobrevivir.
“A pesar de todo, mi hermano sigue comprometido con su lucha pacífica por la libertad de Cuba, enfrentándose a una maquinaria represiva implacable que no cesa en sus intentos de quebrarlo. Su fortaleza y valentía son testimonio de una resistencia inquebrantable ante la opresión”, dice Ana Belkis Ferrer.