“Miguel”, a quien llamaremos así para preservar su identidad, asegura haber vivido un verdadero infierno en prisión. La falta de atención médica, la pésima alimentación y las torturas ―especialmente psicológicas― a las que fue sometido hacían que los días y las noches se sintieran interminables.
Miguel permaneció más de 15 meses en prisión como preso político. La Policía orteguista lo arrestó en 2023 y fue desterrado a Guatemala el 5 de septiembre de 2024.
“La tortura psicológica era una compañera constante, y el miedo y el acoso por parte de los oficiales del sistema penitenciario eran una carga pesada que soportábamos cada día”, relata a LA PRENSA.
Su estancia en el Sistema Penitenciario Nacional Jorge Navarro, conocido como La Modelo —relata Miguel— estuvo marcada por humillaciones, amenazas y agresiones físicas. “Muchas veces, los huecos donde hacíamos nuestras necesidades estaban llenos de desechos, y así permanecían durante días. Era difícil porque comíamos en esas condiciones”, cuenta.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) define la tortura como todo acto por el cual se inflige intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el propósito de obtener de ella o de un tercero una confesión, castigarla por un acto, intimidarla o coaccionarla.
Nicaragua ratificó la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes en 2005, comprometiéndose a tomar medidas para erradicarla. Además, en 2009 ratificó el Protocolo Facultativo de la Convención, asumiendo la obligación de establecer un mecanismo nacional independiente de prevención y permitir visitas de supervisión a centros de detención por parte del Subcomité contra la Tortura.
“La protección de la integridad personal es un derecho humano con protección reforzada, lo que significa que, en todo momento y circunstancia, debe respetarse la integridad de las personas”, asegura el especialista en derechos humanos Uriel Pineda.
Los métodos de tortura implementados por la dictadura
Organizaciones de la sociedad civil nicaragüense que operan desde el exilio, como el Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más, han documentado al menos 40 métodos de tortura a través de 158 testimonios de excarcelados que estuvieron en prisión entre 2018 y 2023.
Según la información recopilada por el Colectivo, los agentes policiales y paraestatales ejercían violencia física, en muchos casos extrema, para destruir rápidamente la resistencia física y emocional de los reos de conciencia. Con el tiempo, estos métodos se complementaron con mecanismos más sutiles destinados a quebrar la moralidad y estabilidad mental de las personas mediante tortura psicológica.
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El octavo informe del Colectivo sobre tortura reportó que nueve personas fueron sometidas a la “simulación de ejecución”, una de las formas más brutales de agresión psicológica. Este método consiste en arrodillar a las víctimas y simular un disparo.
De acuerdo con Braulio Abarca, abogado del Colectivo Nicaragua Nunca Más, la dictadura utiliza la tortura no solo para extraer información, sino también como castigo contra quienes denuncian violaciones a los derechos humanos o expresan oposición al régimen.
Dictadura anula prohibición de la tortura
El 18 de noviembre, el dictador Daniel Ortega envió al parlamento una reforma a la Constitución Política de Nicaragua, que en realidad establece una nueva carta magna y un modelo de Estado distinto. Entre los cambios, se derogó el artículo 36, que prohibía la tortura en el país.
Sin respetar el debido proceso, la Asamblea aprobó la nueva Constitución en primera legislatura el pasado 22 de noviembre.
“Esto representa una regresión en derechos humanos, que son progresivos. Al suprimir su reconocimiento constitucional, aunque el Código Penal lo contemple, la ausencia del artículo en la Constitución implica, indirectamente, una autorización al régimen para aplicarla”, dice Pineda.
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Abarca considera que la nueva Constitución no sólo desvincula a Nicaragua de sus compromisos internacionales en derechos humanos, sino que también legitima la deshumanización mediante medidas como la desnacionalización de opositores acusados de traición a la patria.
Las secuelas de la tortura
Las secuelas de la tortura son numerosas. Entre las más comunes están los flashbacks o recuerdos traumáticos, acompañados de miedos, ansiedad y, en algunos casos, sentimientos de culpa.
Miguel está a punto de cumplir tres meses desde su excarcelación y destierro a Guatemala el próximo 5 de diciembre y asegura que sigue intentando reconstruir su vida “con determinación y esperanza”.
“Es un camino difícil, pero encontré apoyo en amigos y familiares para superar las secuelas de mi experiencia en prisión. Poco a poco, he ido sanando mis heridas emocionales y físicas, y he comenzado a reconstruir mi futuro”, expresa Miguel.
“Aunque el recuerdo de mi tiempo en prisión sigue siendo doloroso, estoy decidido a no permitir que me defina y a seguir adelante con mi vida”, concluyó, agradeciendo la posibilidad de vivir ahora en libertad y sin el miedo constante que lo atormentaba en prisión.