En enero pasado, mientras el nicaragüense Johnny Dávila López, de 36 años, navegaba por redes sociales se encontró un artículo de LA PRENSA que contaba la historia de James Reyes, un nicaragüense que se mudó de Arizona a Kissimmee en Florida para vender comida nicaragüense en un tráiler rodante. “Al ver el tráiler de ellos pues pensé: así tenemos que hacer una”, cuenta Dávila.
Después de contactar a Reyes y ahorrar dinero, Dávila se asoció con su hermana Pilar Gutiérrez, de 39 años y el pasado septiembre inauguraron su negocio que llamaron La Jinotegana. Los hermanos son originarios de La Cruz, Pantasma, en Jinotega.
“Ya tenía la idea de hacer un negocio, pero no sabía cómo, vi la historia del compatriota y dije: Por aquí es’. Lo vi como una inspiración que me sirvió para tener mi negocio”, relata el nicaragüense.
El negocio lo tienen en la 2298 Main St. en Bridgeport, Connecticut. Tiene un par de mesas y la decoración es alusiva a Nicaragua. También ponen música nica. Los clientes pueden encontrar nacatamales, carne asada de res, cerdo y pollo, sopa de gallina con albóndigas, enchiladas, tacos, quesillos, maduro con queso, tajadas y el tradicional gallopinto, además de refrescos de cacao, cebada, chicha y tamarindo.
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Casi 20 años en Estados Unidos
Dávila llegó a Estados Unidos en 2005. Tenía 17 años cuando se fue de forma irregular. Tomó la decisión de migrar ya que en su familia estaban atravesando una crisis económica. “Yo tenía familia en Estados Unidos, me ofrecieron venirme y tomé la oportunidad”, cuenta. Luego, en el año 2017, su hermana llegó a Estados Unidos de la misma manera y desde entonces siempre han estado cerca.
Dávila vivió primero en Carolina del Norte y cinco años después, en 2010, tras quedar sin empleo decidió mudarse a Connecticut. Ahí comenzó a trabajar en un restaurante lavando platos y como mesero.
Actualmente además del negocio trabaja en construcción y mientras se encuentra con clientes o proveedores, le hace publicidad a la fritanga. “Mientras ando comprando pinturas o materiales, enseño y reparto volantes del negocio para que lleguen a comer un buen gallopinto con cerdo asado”, dice.
Clientes de toda Latinoamérica
En la fritanga de los jinoteganos, los clientes no solo son nicaragüenses. Entre estos hay ecuatorianos, brasileños, jamaiquinos, colombianos, guatemaltecos. “Como es un lugar con una comunidad bastante grande de latinos, tenemos clientes de todas partes y a todos les ha gustado la sazón nica”, afirma Dávila.
También cuenta que ha recibido nicaragüenses de otras ciudades como Boston, Nueva York y Vermont. “Hubo un domingo que unos clientes manejaron más de cinco horas para venir”, cuenta.
La Jinotegana atiende de miércoles a domingo. Los miércoles y jueves abre de las 3:00 de la tarde a las 9:00 de la noche; los viernes y sábado cierra a las 10:00 de la noche y los domingos están desde las 10:00 de la mañana a las 5:00 de la tarde.