Pintar postes con los colores de la Bandera de Nicaragua, lanzar 300 papeletas, impresas con el mensaje “Daniel y Somoza son la misma cosa” y fotos con leyendas en las que exigía justicia para los manifestantes asesinados en las protestas de 2018, en un municipio de la capital, le costó a Jonathan Wuaguiz, de 35 años, sufrir 13 meses y diez días de encierro que le impuso la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Wuaguiz, desde un hotel en Guatemala, país al que fue desterrado el pasado 5 de septiembre, relató a LA PRENSA las torturas físicas y psicológicas que sufrió durante todo este tiempo, luego que fue detenido el 25 de julio de 2023.
El joven, taxista de oficio y padre de dos menores de edad, recordó que su manifestación cívica y pacífica inició desde 2018. Estuvo en las protestas sociales que se organizaron dentro de su municipio y tuvo que exiliarse —a inicios de 2019— en Costa Rica, país al que su madre migró desde hace muchos años y pudo acogerlo.
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“El 7 de diciembre de 2019 regresé a Nicaragua. Pensé que tal vez no me andaban buscando, pero en cuanto llegué al municipio fui arrestado. Me trasladaron al Distrito Cinco de la Policía de Managua y me detuvieron por 48 horas. No me acusaron de ningún delito y no me interrogaron, solo se dedicaron a decirme que era un tranquero, me golpearon brutalmente, solo eran golpearme e insultarme. Me dejaron esas horas encerrado en una celda y cuando me liberaron me amenazaron diciendo que si seguía en esto me iba a ir feo y desde ese momento, por la seguridad de mis hijas y de mi familia, no me volví a involucrar en nada”, relató Wuaguiz a LA PRENSA.
En julio de 2023, explicó Wuaguiz, en el contexto de los aniversarios de las masacres que se habían perpetrado contra los nicaragüenses asesinados en las protestas de 2018 y al ver el silencio en su municipio, decidió coordinarse con 15 conocidos y hacer una acción de protesta clandestina.
El 17 de julio del año pasado realizaron pintas azul y blanco en postes y en adoquines de las vías principales de ese municipio, y seis días después, el 23 de julio, imprimieron 300 papeletas y las tiraron desde un vehículo en marcha en un tramo de tres kilómetros, también sobre una de las vías principales del municipio.
“El 24 de julio la Policía ya andaba en búsqueda del vehículo en el que realizamos las pintas. Detuvieron, calculo, unos 200 vehículos con características similares al que nos movimos, incluso el mío fue requisado, pero no lograron identificarlo. Sin embargo, el 25 de julio de 2023, cuando me encontraba en un taller de reparaciones, llegó un grupo de policías que se presentó como Inteligencia Managua, uno de los jefes dijo que su apellido era Baldelomar, y me indicó que tenían orden de revisar nuevamente el vehículo que yo trabajaba”, detalló el ahora desnacionalizado.
“¡Me están matando! ¡Me están matando!”
El 25 de julio de 2023, Wuaguiz fue llevado a la estación municipal, lo metieron en una oficina, le quitaron su celular y al ver las fotos que tenía guardadas ubicaron las de las acciones de protesta. “Comenzaron a preguntarme quién me financiaba y siempre les dije que nadie, que lo hacíamos porque pensábamos diferente, que eso no era un delito, y empezaron a golpearme, a darme patadas, golpes, causando que perdiera dos piezas dentales, me las arrancaron a golpes”, denunció.
Mientras Jonathan Wuaguiz era brutalmente golpeado dentro de la estación, en recepción de ese centro policial dos de sus familiares —en medio de impotencia y frustración por no poder ayudarlo— escuchaban los gritos del joven denunciando: “¡Me están matando! ¡Me están matando!”, y abogaban a los oficiales que dejaran de golpearlo.
“Cuando comencé a gritar que me estaban matando a golpes, casi me dejaron inconsciente y me llevaron casi desmayado a una camioneta Hilux blanca, esa la andaba el comisionado Baldelomar, que se presentó como Inteligencia de Managua, y me trasladaron al Distrito Tres de Managua”, rememoró Wuaguiz.
En el Distrito Tres, según el excarcelado político, fue obligado a desnudarse ante los oficiales, le dieron un uniforme azul y fue sometido a largos interrogatorios y golpizas. Tres días después de estar en ese lugar, el 28 de julio de 2023, Wuaguiz afirma que llegó un policía vestido de negro —mientras lo seguían interrogando— y le dijo a los otros oficiales que se lo prestaran.
“Resulta que me sacan al parqueo del Distrito Tres y ahí habían diez tacos grandes de supuestamente marihuana. Me pusieron frente a ese producto, que según ellos era mío, y me tomaron fotos, fabricando así las pruebas que posteriormente usarían para acusarme, porque luego me trasladaron inmediatamente a los Juzgados de Managua. Me hicieron audiencia preliminar y me fabricaron el delito de tráfico de estupefacientes, psicotrópicos y otras sustancias, sin la presencia de un abogado, ni siquiera uno de oficio”, denunció Wuaguiz.
Jonathan Wuaguiz fue condenado a 12 años de cárcel por las autoridades judiciales de Nicaragua, controladas por la dictadura orteguista, de supuesto “tráfico de estupefacientes, psicotrópicos y otras sustancias”, sin tener acceso a defensa y a que sus familiares conocieran su expediente.
Funcionarios de La Modelo: “Aquí empieza tu infierno”
El 28 de julio de 2023, Wuaguiz afirma que fue trasladado al Sistema Penitenciario Jorge Navarro, conocido como La Modelo, donde hasta un mes después, el 2 de septiembre, fue autorizado a una visita “especial” con uno de sus familiares.
“En el Sistema Penitenciario Jorge Navarro me volvieron a quitar mis pertenencias, me pusieron el uniforme azul y me empezaron a tomar fotos. Uno de ellos (de los funcionarios) me dijo: ‘Aquí empieza tu infierno'”, recordó el joven.
Y tal como fue advertido, Wuaguiz comenzó a sufrir el infierno que le tenían preparado los funcionarios de La Modelo. Fue llevado a lo que califica como “una celda de tortura”, ubicada en la galería 11, lo colgaron esposado de la parte más alta de los barrotes, dejando que solo se apoyara en sus talones, y fue obligado a permanecer así, sin acceso a agua o comida, durante casi diez horas, hasta que un funcionario, al que identifica como Marcos Téllez dio la orden de que lo bajaran.
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En La Modelo, recuerda Wuaguiz, tenía acceso restringido a paquetería, nunca recibió sus medicinas para la ansiedad e insomnio, les tomaban fotos hasta cuando les daban la comida, no los dejaban dormir tranquilos y les pasaban golpeando los barrotes de las celdas, tenían poco acceso a agua potable, perdió dos muelas por falta de atención odontológica, adicional a los otros dos que los policías le quebraron a golpes, tenían que sobrevivir a constantes picaduras de mosquitos, tener demasiado cuidado por alacranes y culebras, porque no había control de plagas en esos módulos y si pedían fumigaciones los funcionarios solo decían que “tienen que aguantar”.
Dos momentos que marcaron parte de las torturas que sufrió Wuaguiz en el penal fueron: uno, cuando un funcionario le acercó y amenazó con atacarlo con uno de los perros custodios, únicamente porque gritó “gol” mientras un grupo de reos comunes jugaba futbol, deporte al que como reos políticos no tenían acceso y, dos, cuando fueron obligados a desnudarse, hacer sentadillas, mientras les robaban sus pertenencias por una supuesta requisa en el módulo.
El excarcelado político Alex Javier Gómez Bustos, recordó Wuaguiz, fue quien abogó ante el funcionario que quería agredirlo con el perro, gritándole que “no rompiera los protocolos, no te están haciendo nada, no le echés al perro”.
La liberación: “No me pregunten ni verga y vayan a bañarse”
Además, señaló que previo a la excarcelación y destierro sufrieron casi un mes de torturas en las que en diferentes ocasiones los engañaron haciéndoles pensar que iban libres. Los hacían rasurarse, bañarse, limpiar los módulos, los sacaban de las celdas y luego se les burlaban en la cara.
El 4 de septiembre, a eso de las 5:00 de la tarde, recuerda el excarcelado político, comenzó la preparación en el penal para sacarlos. “Acabábamos de terminar la Coronilla de la Misericordia y llegaron a sacar a un preso que estaba con nosotros, Edgardo Cárcamo Chavarría, no sabemos para dónde lo llevaron y minutos después que lo sacaron llegó el subcomisionado Marcos Téllez y dijo: “No me pregunten ni verga y vayan a bañarse'”.
“Salimos rápido a bañarnos, inmediatamente, sin pensarlo dos veces. Nos dijeron que estuviéramos en bóxer y como a las 7:00 de la noche llegó una camioneta con ropa y nos dijeron que nos iba a dar una mudada cada uno, que nos iban a tomar una foto, que no nos ensuciáramos y ahí pensamos: ´Nos vamos a ir libres´, aunque siempre con la duda de que podía ser tortura psicológica o si esta vez era verdad que seríamos liberados”, recordó.
Explica que fueron movidos en tres ocasiones de los módulos, ya que los llevaron a revisión médica, les informaron con funcionarios de Estados Unidos de que saldrían “voluntariamente” los que aceptaran y los que no se quedarían encarcelados.
“Subió el embajador de Estados Unidos, con otros funcionarios estadounidenses, y nos comunicaron que el Gobierno de Nicaragua y Estados Unidos habían llegado a acuerdo de liberarnos, pero que debíamos salir del país. Nos decían que era algo voluntario, que el que no quisiera se quedaba en prisión o se iban, es decir, destierro o cárcel. El que aceptaba se bajaba del bus a firmar un papel y luego se le volvía a subir, eso fue como entre las 8:00 y 10:00 de la noche, y ya aproximadamente a las 4:00 de la mañana del 5 de septiembre nos sacaron del penal, en buses con cortinas azules, con el alumbrado de la calle apagado, hasta llegar a la fuerza aérea, donde vimos el avión, muy grande, en el que nos iban a sacar”, detalló.
Al estar frente al avión que lo sacaría de Nicaragua, recuerda Wuaguiz, solo pudo mirar al cielo y tirarle un beso. “Dije que algún día volvería y lloré mucho”, afirmó. Estando en el avión supo que iban para Guatemala y una vez llegó a ese país al primero que llamó fue a su padre, quien al escuchar su voz se arrodilló y ambos dieron gracias a Dios “por el milagro”.
“Ellos (el régimen) querían mantenerme amedrentado, con miedo, y por eso fui torturado física y psicológicamente. Ahora, libre aunque desterrado de mi país y desnacionalizado, estoy en el proceso de irme a Estados Unidos, con la categoría que ellos nos ofrecen, y esperando la voluntad de Dios y trabajar duro para sacar adelante a mi familia, hijas, papá y mamá”, concluyó.