Desde inicios de 2024, en el marco del destierro de un grupo de sacerdotes a Roma, fue notoria la implementación de una etapa de silencio en la Iglesia católica de Nicaragua, tanto de sacerdotes que están en el exterior como de la jerarquía dentro del país.
El 13 de enero de 2024, el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo expulsó del país a 19 religiosos, entre ellos, los obispos de Matagalpa y Siuna, monseñor Rolando Álvarez e Isidoro Mora, respectivamente.
Desde entonces, voces críticas de la Iglesia católica en el exterior, como el obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, monseñor Silvio Báez o el sacerdote Uriel Vallejos, fueron menos visibles. Sin embargo, la represión continúa. El 7 de agosto, el régimen desterró a un nuevo grupo de ocho sacerdotes a Roma.
Además, el 10 de agosto la Policía secuestró al sacerdote Leonel Balmaceda, administrador de la parroquia Jesús de la Caridad del municipio La Trinidad, Estelí; y también arrestó a las laicas Carmen Sáenz y Lesbia Gutiérrez, colaboradoras de la Diócesis de Matagalpa. En el caso de Sáenz, es especialista en derecho canónico y trabaja en los procesos de nulidad matrimonial en la Curia Episcopal de Matagalpa.
El 11 de agosto el régimen detuvo al padre Denis Martínez, de la Diócesis de Matagalpa y formador en el Seminario Interdiocesano de Fátima en Managua.
Silencio no es garantía del cese a la represión
A consideración del sociólogo y politólogo, Juan Carlos Gutiérrez, estas acciones demuestran que el régimen, pese al silencio de la Iglesia, está dispuesto a continuar su escalada represiva en contra de la institución religiosa, misma que asegura la dictadura de Nicaragua consideró como su “enemiga”.
“El nivel de represión que tiene este país es extremo y toca a todos los actores. El silencio es un mecanismo de sobrevivencia, pero muy frágil. En la dimensión de paranoia del Gobierno, no les basta el silencio, porque van a dudar aunque estés en silencio. El régimen siente que la Iglesia o cualquier espacio que no esté bajo el control de Ortega y Murillo puede generar cuestionamiento a su poder”, dijo Gutiérrez.
El sacerdote jesuita e investigador de temas religiosos, Ismael Moreno, coincidió con Gutiérrez en que el régimen continuará con su escalada represiva contra la Iglesia católica pese al silencio, puesto que la dictadura Ortega Murillo desea eliminar cualquier estructura que no esté bajo su control.
“Es altamente preocupante que en Nicaragua siga ocurriendo una persecución contra miembros de la Iglesia católica. Ya no se trata de que si un clérigo o miembro de la Iglesia se porta bien o mal de acuerdo con los criterios de la dictadura, sino que se le persigue sobre la base de que hay una decisión de arrestar y reprimir todo lo que tenga que ver con el mundo religioso que la dictadura no controla”, dijo Moreno.
La Iglesia católica en Nicaragua enfrenta una situación de conflicto y tensión con la dictadura Ortega Murillo desde hace varios años, que se acrecentó con el estallido de la crisis sociopolítica en abril de 2018. El régimen sandinista acusa a la Iglesia de promover “el terrorismo”, delito con que la dictadura tipifica a las manifestaciones antigubernamentales.
Entre 2023 y el 7 de agosto de 2024, el régimen Ortega Murillo desterró a dos obispos, 39 sacerdotes, un diácono y cuatro seminaristas, para un total de 46 religiosos, de estos, ocho llegaron a Estados Unidos el 9 de febrero de 2023 y los otros al Vaticano; además de impedirle la entrada a decenas, y obligar al exilio a otro tanto, según una investigación de la abogada defensora de Derechos Humanos, Martha Patricia Molina.
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Régimen está dispuesto a eliminar a la Iglesia católica
Pese a las declaraciones de la vocera gubernamental, del 7 de marzo de 2024 cuando aseveró que “quedaron atrás los días de cristales rotos” al felicitar por su cumpleaños al cardenal Leopoldo Brenes, el sacerdote Moreno considera que la estrategia del régimen Ortega Murillo podría eliminar poco a poco la estructura de la Iglesia católica en el país.
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“Ahora no importa si hay un comportamiento contra el régimen o si hay silencio, porque lo que hay es una decisión de anular y echar tierra de una sola vez para desaparecer a una institución que pueda representar una amenaza por pequeña que sea”, dijo Moreno.
Advirtió además que la dictadura “no tiene límites” por sus altos niveles de deshumanización y señaló que con regímenes como el de Ortega y Murillo no se puede negociar.
Orden superior de guardar silencio
Un especialista centroamericano en temas eclesiásticos consultado por LA PRENSA aseguró, bajo la condición de anonimato, que la Iglesia católica optó por guardar silencio para propiciar el “diálogo” con el régimen Ortega Murillo. No obstante, considera que podría causar descontento en la Iglesia latinoamericana.
Sin embargo, hizo hincapié en que las autoridades de la Iglesia católica en Roma apuestan por la vía del diálogo con el régimen Ortega Murillo.
“La Iglesia ha guardado un silencio para propiciar un diálogo, pero la respuesta del Gobierno ha sido totalmente lo contrario a la búsqueda de un ambiente de paz. Personas de la Iglesia que antes se pronunciaban, dejaron de hacerlo para abonar un ambiente de paz y el Gobierno parece que malinterpreta el silencio y se ensaña, sobre todo en las últimas semanas”, añadió.
Diplomacia discreta
La estrategia del silencio de los púlpitos bajo la directriz del Vaticano se evidencia en las declaraciones del secretario de la Pontificia Comisión para América Latina, Rodrigo Guerra López, quien aseguró que las declaraciones públicas no construyen acuerdos y que la Santa Sede apuesta más por la “diplomacia discreta y efectiva”.
En 1958, el papa Pío XII creó la Pontificia Comisión para América Latina. El objetivo principal de este organismo es asesorar y asistir a las iglesias particulares de América Latina en cuestiones pastorales.
Guerra expresó que las declaraciones públicas no construyen acuerdos, sino que estos deben hacerse buscando oportunidades.
“Las declaraciones tienen su rol y su importancia, pero no son las que construyen acuerdos que muchas veces se tienen que hacer de manera lenta, buscando áreas de oportunidad y preservando que el pueblo no sea sacrificado”, dijo Guerra en declaraciones al Canal Trece, de la cadena española Cope.
Por su parte, el sacerdote Moreno refirió que el Vaticano “está protegiendo activamente a los miembros de la Iglesia católica”.
“Entiendo que sigue observando y en comunicación con los miembros de su Iglesia en Nicaragua y el papa Francisco tiene un interés enorme para que se mantenga la Iglesia católica”, señaló.
En ese sentido, según Guerra, el papa Francisco trata de “ayudar a todos” a través del diálogo, antes que las declaraciones públicas “exaltadas”.
“El papa Francisco está tratando de ayudarnos a todos desde todos los ángulos de compromiso político a que redescubramos la importancia del diálogo y el encuentro para la resolución de controversias. Porque optar por declaraciones exaltadas de uno o del otro lado normalmente conduce a situaciones indeseables de violencia”, refirió.
¿Sobrevivirán los sacerdotes aliados al régimen?
En Nicaragua, pese a la persecución del régimen contra la Iglesia católica, algunos sacerdotes son considerados cercanos al régimen, entre estos el obispo de la Diócesis de León, Sócrates René Sándigo; y los sacerdotes Naguib Eslaquit, Antonio Castro, Julio Arana y los hrmanos Boanerges y Bismarck Carballo.
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Por ejemplo, el padre Antonio Castro, el 19 de julio de 2019, participó en la celebración de la dictadura del aniversario de la Revolución Sandinista. En su discurso, el sacerdote respaldó al régimen Ortega Murillo y pidió el cese a las sanciones.
“Que cesen las leyes, Ley Magnitsky y la Nica Act. Queremos la paz, claro que sí, la paz no es la ausencia de la guerra, la paz es el fruto del desarrollo, del crecimiento, del progreso, de la vida, del amor”, dijo Castro.
A consideración del sacerdote Moreno, en un contexto como el de Nicaragua en que el régimen arremete incluso contra su círculo de poder, es muy poco probable que los religiosos que muestran un discurso favorable a la dictadura “se salven” de una arremetida represiva.
“El régimen considera a la Iglesia como enemiga y frente a un enemigo, lo que buscan las tiranías es su eliminación, sin importar que haya personas que defiendan al régimen”, manifestó Moreno.