Joseph Contreras es un espigado jugador de beisbol con unas herramientas extraordinarias que lo han hecho depositario de espectaculares expectativas con relación a su futuro. Uno de los primeros en ser seducido por el talento del chavalo de 15 años y 6’5 pies de estatura fue el famoso agente peloteros Scott Boras, quien lo firmó hace tres meses.
La única otra vez que Boras firmó a un jugador tan joven que ni había concluido la escuela secundaria, fue a un muchacho de larga cabellera, barba cerrada y de ojos azules llamado Bryce Harper, quien tras brillar con los Nacionales de Washington, se ha establecido con los Filis en Filadelfia mediante un contrato de 13 años y 330 millones de dólares.
“Yo seré el agente de tu hijo”, dijo Boras por el teléfono. José Contreras, el exdestacado bigleaguer cubano pensó que se trataba de una broma y solo atinó a emplazar: “pero si tú no lo has visto”, a lo que el representante de jugadores como Juan Soto, Gerrit Cole, José Altuve y Alex Bregman, entre otros, respondió: “yo tengo ojos por todos lados”.
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Y es que no hay que ser un experto en evaluar talento para concluir que Joseph tiene un material especial. A sus 15 años lanza rectas a 93 millas y dispone de un slider preciso y un cambio de velocidad que se desvanece cerca del plato parecido al de su papá. Además, batea con poder, corre sobre average y juega el shortstop y el outfield con naturalidad.
“Es un pelotero bidireccional (lanza y batea) con grandes habilidades y lo más llamativo es la madurez a su edad. Ha tenido que lanzar juegos decisivos de su equipo Blessed Trinity Catholic en Alphareta, Georgia y ha vencido. Tiene todo para brillar en el shortstop, pero también un brazo es suelto y rápido y esa es un arma también para él”, dice un reporte.
Joseph cumplirá 16 años la próxima semana y estará disponible para el draft del beisbol amateur de Estados Unidos en 2026. Y aunque nunca se sabe el futuro, Contreras Jr. tiene demasiado talento como para fallar. Desde muy niño ha trabajado duro, pero su vínculo con Boras ha disparado su motivación, mientras visualiza un futuro cargado de éxitos.
Su padre, José Ariel, quien abandonó Cuba en 2002, justo cuando era considerado el mejor jugador de su país, firmó con los Yanquis de Nueva York en Nicaragua y lanzó dos años en el Bronx, antes de ir a ganar la Serie Mundial en 2005 con los Medias Blancas de Chicago. Ahora reside en Atlanta donde labora como coach de pitcheo con jóvenes de la zona.