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Sandino, ¿héroe o villano?

Es difícil evitar iras y ataques personales cuando se tocan ídolos o se refutan los mitos que sustentan sus altares. Andrés Pérez Baltodano (mi amigo a pesar de todo) en su artículo del jueves 21, me acusa de falaz usando como evidencia un largo párrafo de Sandino del cual extraje sólo algunas líneas, olvidando que hacerlo es algo normal y aceptado por razones de espacio, como cuando se citan palabras de Cristo u otros personajes que están inmersas en textos más largos. Pero pasemos, sin detenernos, a valorar otro mito cuyo desmontaje también puede irritar: el que afirma que SANDINO LLEGÓ A MANAGUA EN SON DE PAZ.

Así lo creyó la multitud que lo recibió el 2 de febrero de 1933. Los marines se habían marchado un mes atrás cumpliéndose así el objetivo oficial de la lucha sandinista. Los partidos, confiando en que él se reintegraría a la vida civil emitieron proclamas aplaudiendo la “noble y patriótica actitud del general Sandino”.

Estaban equivocados. Él no se conformaba con la salida de los marines. La razón la suministra su biógrafo Wunderich, “Sandino era demasiado ambicioso”.Su aspiración, como le confesó a Pedrón, era controlar el Estado:“A Sacasa se le propondrá el control militar de la República por nuestro ejército para lo cual necesitaríamos que el Ministro de Guerra sea uno de los miembros de nuestro ejército; igualmente el Ministro de Hacienda y el de Relaciones Exteriores designados de nuestro ejército” …

En las negociaciones de paz el presidente Sacasa le concedió una amnistía de todos los delitos políticos y comunes conexos para quienes entregasen las armas. También el quedarse con cien hombres armados en la región del río Coco. Sandino en cambio desarmaría a su tropa de 1,800 hombres. El arreglo disgustó a Somoza. Pensaba que era dejar a un señor feudal armado al mando de una zona independiente y cuyo desarme no era confiable. Alimentó su sospecha el hecho de que en su “desarme” las tropas sandinistas sólo entregaron 307 rifles y 3,129 tiros. (1.7 tiros por combatiente).

Para empeorar las cosas, el 1º de agosto estalló en Managua el arsenal de la GN. Nunca se supo la causa, pero Sandino le ofreció a Sacasa 600 hombres en pie de guerra apertrechados con 500 equipos militares. Para remate, dos días después proclamó en Wiwilí la fundación del Ejército Autonomista de Centroamérica, con la misión de promover la unión centroamericana. Era la admisión de que no haberse desarmado, una manifestación de mesianismo, y el anuncio que conservaba poder. Era, también, una bofetada a la GN.

El conflicto se agudizó aún más cuando Sandino, contrariando los acuerdos de paz, denunció a la GN de inconstitucional y que no entregaría sus armas. Pero no paró allí. El 16 de febrero de 1934 llegó a Managua para exigirle con prepotencia a Sacasa, más armas y municiones. Un reportero de LA PRENSA le preguntó: “General, ¿no cree que la Guardia está en la obligación de velar por que no haya dos Estados dentro de uno solo? Su repuesta: Toda vez que las cosas en el país estén normalizadas, sí señor. Pero el caso es que aquí no hay dos, sino tres Estados: la fuerza del presidente de la República, la de la Guardia Nacional y la mía…”

Lo que planteaba Sandino era un conflicto irreconciliable entre él y la GN. Ante sus presiones Sacasa, débil de carácter, le concedió reestructurar a la GN y nombrar comandante de la zona norte al general sandinista Horacio Portocarrero. Para Somoza y su ejército era demasiado. Encolerizado le espetó al embajador norteamericano Bliss Lane que era “un insulto a la GN”.  El embajador le rogó que mantuviera su promesa de no actuar contra Sandino. “Yo puedo prometer eso —le contestó Somoza— pero mis hombres están todavía irritados por el insulto y las cosas han llegado al punto en que no puedo controlar más a la GN”.

En opinión de Richard Millet —uno de los más penetrantes analistas de este período— Somoza fue presionado por sus subalternos.Cuando sus 14 integrantes del estado mayor concluyeron unánimes que la única opción era matar a Sandino, Somoza les hizo redactar un acta consignando ladecisión. Todos la firmaron. Capturado Sandino, cuando volvía de cenar con Sacasa, Somoza tuvo otro momento de vacilación y propuso a sus generales apresarlo de por vida. Todos le respondieron que cumpliera lo acordado. Y lo acordado se cumplió esa noche del 21 de febrero de 1934.

Cerramos así este capítulo de la historia de Nicaragua, que, desafortunadamente sigue plagada de mitos y sobre simplificaciones maniqueas contrarias a la realidad. Es por eso tan oportuna la recomendación de Juan Pablo II: “Aprended a llamar blanco a lo blanco y negro a lo negro; mal al mal, y bien al bien”. Porque “ay de aquellos”, como dijo el profeta Isaías, que proceden al revés.

Nota: Próximamente pienso escribir un miniensayo sobre la intervención norteamericana de 1927, útil para situar en un contexto más amplio el tema de Sandino y confrontar otros mitos, a sabiendas que arrechará a algunos.

El autor fue ministro de Educación. En 2020 publicó “Buscando La Tierra Prometida, Historia de Nicaragua 1492-2019”. Quienes deseen adquirir las cinco entregas sobre Sandino pueden escribirle a [email protected].   

COMENTARIOS

  1. Hace 1 mes

    Las cinco entregas del Dr Humberto Belli Pereira sobre el Señor Sandino constituyen por su objetividad y documentación un valioso aporte a nuestra historia. Contribuira a que se conozca la verdad detrás de los mitos.

    Carlos Guillermo Muñiz Bermudez

  2. Hace 1 mes

    Amén… Mas claro no canta el gallo. Excelente punto de vista acerca de Sandino y la guerra de éste contra las autoridades constitucionales de esa época. Basicamente lo que Sandino proponía era dividir Nicaragua al igual que Corea: Nicaragua Septentrional y Nicaragua Occidental. Pure madness ( Pura locura).

  3. Hace 1 mes

    Vuelve la burra al trigo. Creo no ser el únivo q ya no lee por cansancio esa larga telenovela d Sandino. Cambiarle el nombre al menos.

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