Alexéi Navalni, presidente de la Coalición Democrática de Rusia y líder principal de la oposición al autócrata ruso Vladímir Putin, murió este viernes 16 de febrero de 2024 en una horrenda y helada cárcel ubicada en el círculo polar ártico, donde se encontraba recluido.
Navalni tenía solo 47 años y según las autoridades del penal donde guardaba prisión, después de dar una caminata súbitamente cayó desvanecido al suelo y murió inmediatamente. Dijeron que trataron de salvarle la vida, pero que no lo pudieron lograr.
Mentira. Es obvio que Navalni fue asesinado en la cárcel por el régimen de Putin. Cabe recordar que hace seis meses, en el editorial de LA PRENSA del viernes 25 de agosto de 2023, sobre la muerte violenta y repentina en un “accidente” aéreo del líder mercenario ruso Evgenio Prigozhin que se había rebelado contra Putin, dijimos lo siguiente:
“El asesinato político de opositores, disidentes, adversarios reales y potenciales ha sido una constante en la historia rusa desde los tiempos del imperio zarista —pasando por el régimen comunista soviético— hasta llegar al poder autocrático de Vladímir Putin en la actualidad”.
Mencionamos en aquel editorial numerosos casos de asesinatos políticos en Rusia, antes y ahora, y concluimos advirtiendo que “en Nicaragua, que políticamente ha sido sacada de la órbita del mundo democrático para ponerla a gravitar en la esfera autocrática de Rusia y China —y absurdamente hasta de Irán— es bueno, necesario y útil saber de estas cosas de la autocracia rusa de Putin”.
Navalni se había escapado varias veces de los intentos del régimen de Putin de asesinarlo. El último había ocurrido en agosto de 2020, cuando fue víctima de un envenenamiento provocado. Tuvo que ser llevado a Alemania donde los médicos le salvaron la vida.
Navalni pudo haberse quedado en Alemania o irse a otro país del mundo libre y democrático, y quedarse en el exilio para proteger su vida, pero decidió regresar a Rusia señalando que su deber era ponerse al frente de la oposición y plantarle la cara al régimen de Putin.
El regreso de Navalni a Rusia fue su sentencia de muerte. Apenas desembarcó en un aeropuerto de Moscú fue encarcelado, después procesado sin garantías y condenado a varias penas que sumaron casi 30 años de prisión.
Después de que lo tuvieron recluido en una prisión infame cerca de Moscú, donde lo sometieron a diversas torturas, en particular la privación de sueño por largo tiempo y de manera reiterada, en diciembre del año pasado Navalni fue llevado a otra prisión de mayor castigo, situada en el helado círculo polar ártico donde por fin habrían de matarlo.
Alexéi Navalni dijo en uno de sus mensajes que “Vladímir Putin y los miembros de su Consejo de Seguridad son los enemigos de Rusia y su principal amenaza no es Ucrania ni Occidente. Putin mata y quiere matar más”.
El líder opositor de Rusia estaba seguro de lo que decía y sabía que a él también lo iban a matar, como en efecto lo mataron. Pero se enfrentó a la prisión y la muerte con la valentía y la dignidad propia de los grandes héroes de la lucha por la libertad a lo largo de la historia de Rusia y de todo el mundo.
Alexéi Navalni “demostró un coraje y una determinación increíbles a lo largo de su vida”, expresó la presidenta de la Unión Europea, Ursula von der Leyden, al conocer la noticia de su muerte. “Dio esperanzas a los demócratas y a la sociedad civil de Rusia —agregó—. Por eso tantas personas se unieron a sus acciones y escucharon sus mensajes”.
Y seguirán resistiendo alentados por su luminoso ejemplo, nos permitimos agregar nosotros, porque la lucha por la libertad no termina en Rusia con su muerte. Ni terminará en ninguna otra parte del mundo mientras imperen la dictadura y la autocracia.