14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

El martirio de monseñor Álvarez 2

Monseñor Álvarez

Esta es la segunda ocasión en que uso este título en mi columna y lo hago deliberadamente para insistir en lo que considero el testimonio de resistencia más fuerte que enfrenta la dictadura de Nicaragua. Decía, a principios de este año, que Ortega escogió en monseñor Rolando Álvarez al peor enemigo a enfrentar, porque es un hombre que, como los primeros cristianos, está dispuesto a sostener su verdad con el sufrimiento si es necesario e, incluso, llegar al martirio si se diera el caso. El tiempo está demostrando está afirmación.

Martirio

“Mártir” y “martirio”, decía, vienen de las palabras griegas “martys” y “martyrion” (testigo y testimonio), entendidas en aquellos primeros tiempos como la verdad, de lo que se vio o conoció, sostenida por alguien. Luego derivó en la decisión de alguien de sostener esa verdad hasta la muerte y así llegó al cristianismo.

Testimonio

Monseñor Álvarez podría estar tranquilo en su casa si quisiera. Incluso, podría gozar de las mieles del poder si subiera a las tarimas enfloradas y bendijera a la dictadura como han hecho otros obispos y sacerdotes. O bien, podría estar en el extranjero, desterrado, que ya es duro, pero no tanto como la cárcel que escogió para dar su testimonio. La cárcel es su martirio. Predica con su sufrimiento. Ortega piensa que él mantiene a Álvarez en la cárcel, sin darse cuenta de que es Álvarez quien escogió la cárcel para continuar su testimonio.

Derrota

Daniel Ortega cree haber derrotado a monseñor Álvarez al acusarlo de traición a la patria y recluirlo en una cárcel, de la misma forma que Caifás creyó derrotar a Jesús enviándolo a Pilatos y a la crucifixión. Nada más equivocado. El derrotado es Ortega. Es la victoria de la verdad sobre la mentira. De la oración sobre el insulto. De la nobleza sobre la traición. De la paz sobre la fuerza. El preso, en realidad es Ortega. Álvarez es un ser libre, aunque castiguen su carne.

Azotes

Tan seguro de su papel de Caifás está Ortega, que el 9 de febrero de este año dijo sobre monseñor Álvarez: “Lo que tenemos es un comportamiento de soberbia, de quien se considera el jefe de la Iglesia en Nicaragua, el líder de la Iglesia latinoamericana, y debe pensar que está a punto de optar el cargo de Su Santidad el papa. Está desquiciado. Ahora que llegó a La Modelo, llegó que era un energúmeno. No puede tener el coraje de Cristo, que aguantó los azotes y soportó la crucifixión. No acepta que lo metan en una celda donde hay centenares de presos”. Ortega empuña el azote con odio contra un buen hombre, como hace dos mil años lo hicieron los romanos.

Circo

Y muestran fotos y videos de monseñor Álvarez en la cárcel para exhibirlo humillado y derrotado. Dicen que goza de privilegios que ningún otro preso tiene. Llenan las mesas de alimentos para que parezca que se alimenta bien. Monseñor Álvarez desbarata con su mirada la burda puesta en escena. Luce indiferente, ajeno, al circo de tres pistas que han armado a su alrededor. Dice mucho sin hablar. El circo divulgado por el régimen habla más de Daniel Ortega y Rosario Murillo que de monseñor Rolando Álvarez.

Fotos

Las fotos de monseñor Álvarez son otra derrota para Ortega. Su cuerpo enflaquecido habla de su martirio. Su mirada desafiante nos dice que no se ha rendido. Predica sin decir una palabra. Creyeron que lo callarían sacándolo del púlpito de su iglesia, y quitándole los micrófonos de las radios y televisoras de su obispado. Al contrario, le dieron una tribuna más grande. Desde la cárcel, su voz retumba. En silencio, se oye por todo el mundo. No han podido con él. Es la derrota de Ortega. Es la victoria de monseñor Álvarez.

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí