El doctor Geoffrey McCafferty, profesor emérito de Arqueología en la Universidad de Calgary, en Canadá, y actual profesor adjunto de Antropología en la Universidad de Kentucky, en Estados Unidos, tiene 70 años, y gran parte de su vida la ha dedicado en dirigir excavaciones arqueológicas en México y Centroamérica, especialmente en Nicaragua, país al que llegó por primera vez en el año 2000.
«Por los últimos 25 años yo he hecho investigaciones arqueológicas en Nicaragua, precisamente buscando evidencias de las migraciones que según las fuentes históricas habían de mexicanos que se trasladaban hasta Nicaragua a la costa del Pacífico y ahí estaban integrados con grupos indígenas de la zona del país», compartió en entrevista con LA PRENSA.
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McCafferty, quien es doctor en Arqueología, y es estadounidense-canadiense, explicó que en Nicaragua su trabajo se ha centrado en investigar a los chorotegas y nicaraos, que según fuentes, hablaban idiomas mexicanos como el mangue y náhuatl, respectivamente.
«Mi objetivo fue encontrar evidencia arqueológica para apoyar o contrastar con la información histórica y en los 25 años de investigaciones hemos encontrado evidencia lingüística de migración y evidencia en las crónicas del siglo XVI y XVII hablando de esta emigración. Entonces, desde el año 2000 hasta este momento, por casi 25 años, yo he hecho investigaciones en varios sitios de Nicaragua cerca de Rivas, en Granada, en Ticuantepe y en Managua».

Los hallazgos de las excavaciones
McCafferty contó a este Diario que siendo un estudiante de posgrado en Nueva York fue invitado por la doctora Silvia Salgado González, de Costa Rica —quien hizo su doctorado sobre Nicaragua—, para que visitara el país en el año 1999.
«En esa ocasión fue posible con una beca de mi universidad en Calgary, Canadá, hacer unas excavaciones preliminares en el sitio de Santa Isabel, en la costa del lago Cocibolca, en el departamento de Rivas. Y en esta excavación encontramos mucha información, mucha cerámica, lítica, huesos, etcétera, de un asentamiento que tiene más o menos mil años de edad», mencionó en torno al primer hallazgo.
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Una vez que regresó a Canadá solicitó otra beca al gobierno de su país para seguir haciendo excavaciones en Nicaragua, en ese momento le regalaron dinero para continuar con las investigaciones en Santa Isabel por tres años más. «Excavamos varios montículos residenciales encontrando más de 200 mil artefactos en total que están en el Museo Nacional de Managua incluyendo algunas exhibiciones en el Museo Regional en Rivas», indicó.
Dicha excavación e investigación la realizó en colaboración con estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN) y arqueólogos canadienses, costarricenses, salvadoreños y otros. Otra de las investigaciones que logró hacer en el país ocurrió en Granada.

«En Granada hicimos varias exploraciones en un sitio que se llama Tepetate, al norte de la ciudad colonial, pero especialmente en otro pueblo que se llama El Rayo, que está en la Península Asese, hicimos excavaciones desde 2009 hasta 2021. En cinco temporadas de exploración encontramos cementerios, edificios monumentales y edificios relacionados a las prácticas mortuorias de la zona. Entonces, la interpretación es que El Rayo fue una necrópolis, fue una ciudad de los muertos, con cementerios y prácticas relacionados a la celebración de la vida y de los ancestros», explicó.
Algo fundamental de la excavación en El Rayo es que encontraron capas culturales profundas relacionadas con a la época entre los años 600 y 1,200 después de Cristo, dijo McCafferty. Otras investigaciones que hizo fue en la Isla Zapatera, en 2013, donde encontraron varias esculturas monumentales; algunas están en el Museo Nacional y la mayoría en el Museo donde fue el Convento San Francisco en Granada.

En esa misma línea, enumeró que otras de las investigaciones en las que participó fue en Ticuantepe, en 2016, como colaboración al Instituto Cultural Nicaragüense donde encontraron «osamentas enterradas de dos individuos élites, enterrados encima sobre plataforma metates (piedras para moler granos) con sus propias ofrendas y ahí habían otros entierros primarios».
Y en las excavaciones en Managua, en el cementerio Las Delicias, cerca del Lago Xolotlán, realizada en 2014, «encontramos un cementerio de más o menos 2,000 años de edad. Los entierros estaban dentro de urnas y otros primarios, enterrados directamente en el suelo».
En cuanto a las osamentas dijo que en las encontradas en Ticuantepe no ha sido posible estudiarlas porque aún se encuentra en el museo de esa localidad, y sobre la realizada en El Rayo explicó que han hecho varios estudios que se han publicado. Recientemente hubo un estudio elaborado por estudiantes de posgrado en Kentucky, EE. UU.
Si usted quiere aprender o conocer más sobre este tipo de hallazgos puede entrar al link https://antharky.ucalgary.ca/mccafferty/nicaragua.
«Una práctica familiar»
El doctor McCafferty afirmó que su familia, conformada por su esposa Sharisse McCafferty, y sus hijos, Celise Chilcote-Fricker (doctora y profesora de Arqueología) y Dylan McCafferty, han participado en las excavaciones e investigaciones realizadas en el país. «Realmente es una práctica familiar», confesó entre risas.
El arqueólogo afirmó que la experiencia de investigaciones en Nicaragua ha sido «muy rica para mí, mi esposa, y también por los estudiantes de Canadá y los Estados Unidos y de otros países que he traído para participar en las investigaciones. La verdad es que han practicado conmigo más de 200 estudiantes, aprendiendo el proceso de la arqueología, pero especialmente aprendiendo la vida, la cultura de Nicaragua».

El año pasado viajó a Nicaragua y espera con ansias hacerlo en octubre próximo.
«La verdad es que con todo este cariño que mi esposa y yo tenemos por Nicaragua, ahora tenemos una casa en Granada y es un lugar a donde regresamos de vez en cuando para pasar tiempo y mi esperanza es que en el futuro vamos a estar más tiempo en Nicaragua, aunque en este momento no tengo planes para hacer más investigaciones. Mi relación con la arqueología de Nicaragua va a continuar toda mi vida aunque posiblemente no pueda tener otra oportunidad de hacer investigaciones», concluyó.