El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo sigue encarcelando a religiosos nicaragüenses en su ataque frontal contra la Iglesia católica del país. El domingo 9 de julio, en horas de la noche, el sacerdote Fernando Zamora Silva, canciller de la Curia de la Diócesis de Siuna, fue apresado tras salir de una misa de la parroquia San Luis Gonzaga, de Managua, confirmaron fuentes eclesiásticas a LA PRENSA.
Las fuentes dijeron que el religioso participó en la eucaristía de toma de posesión que fue presidida por el cardenal Leopoldo José Brenes, quien junto al padre Ildefonso Vargas hizo la entrega de la parroquia San Luis Gonzaga al nuevo párroco, el sacerdote Edgard Rodríguez.
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“Él (padre Zamora) estaba a cargo del Tribunal Eclesiástico aquí en Managua de parte de su Diócesis”, dijo una de las fuentes.
El nombre del sacerdote Zamora fue mencionado en la lista de religiosos invitados.
La detención del padre Zamora se suma a la lista de detenciones realizadas por el régimen de Daniel Ortega en los últimos años, entre ellos figura monseñor Rolando Álvarez quien tras haberse negado al destierro fue condenado a 26 años de cárcel y se mantiene preso en el Sistema Penitenciario Jorge Navarro, mejor conocido como La Modelo.
Sacerdotes detenidos
En mayo pasado, la Diócesis de Estelí confirmó la detención de los sacerdotes Eugenio Rodríguez, de la parroquia Divina Providencia de Jalapa, Nueva Segovia, y el padre Leonardo Guevara Gutiérrez, de la Catedral de Estelí, quienes fueron “requeridos” por la Policía el sábado 20 y lunes 22 de mayo pasado, respectivamente, para un proceso de investigación “sobre asuntos administrativos” de la extinta Cáritas Diocesana de Estelí, cancelada por el Ministerio de Gobernación (Migob).
En junio de 2022, el padre Manuel García fue condenado a dos años de prisión y 200 días multa por el delito de amenaza con arma contra cinco personas. El sacerdote fue acusado por ese delito luego de que el pasado 30 de mayo de 2022 tomó un machete cuando un grupo de jóvenes simpatizantes de Ortega acecharon la casa cural de la iglesia Jesús de Nazareno, en Nandaime, parroquia que él dirigía.
El otro sacerdote condenado es monseñor Leonardo Urbina, párroco de la iglesia del Perpetuo Socorro, de Boaco, por el presunto delito de abuso sexual. El juicio se realizó sin el debido proceso, a puerta cerrada, fuera de la jurisdicción judicial que le correspondía y no se le permitió una defensa privada, sino que se le impuso una defensa del Estado.