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Ha pasado en la cárcel durante 43 años, y es hijo de la nicaragüense Myrne Rodríguez y el mexicano David Silva. LA PRENSA/California Department Corrections

La historia del “Monstruo”, el asesino en serie hijo de una nicaragüense, condenado a pena de muerte

Mauricio Silva Rodríguez asesinó a cuatro personas, incluyendo a su media hermana de 17 años. Los tres últimos crímenes los ejecutó en diez días

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En espera de la ejecución de la pena de muerte se encuentra en la cárcel de San Quintín, en California, Estados Unidos, Mauricio Silva Rodríguez, un asesino en serie estadounidense conocido —en el corredor de asesinos de la prisión— como el Monstruo. Ha pasado en la cárcel 43, de sus 63 años de edad, y es hijo de la nicaragüense Myrne Rodríguez y del mexicano David Silva.

Su madre llegó a Estados Unidos cerca de 1950, se asentó en Los Ángeles y ahí conoció a Silva. Se casaron en 1956 y tuvieron dos hijos: David (el mayor) y Mauricio, quien nació el 25 de octubre de 1959, con paladar hendido (o labio leporino) y varios defectos físicos. De su madre heredó gigantismo, una condición caracterizada por un crecimiento anormal debido al exceso de la hormona del crecimiento.

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En 1961 sus padres se divorciaron. Su madre se había quedado con la custodia de los dos hijos y dos años después fueron enviados a Ciudad de México para que fueran cuidados por su abuela paterna. Ahí ambos vivieron abandono y sufrieron hambre. Estando bajo el cuidado de su abuela, Mauricio se escapó de la casa y se unió a una pandilla de niños de la calle, donde inhalaba pegamento y comía sobras de la basura.

En la calle fue víctima de abuso sexual. Vivió en más de cinco hogares de acogida tanto de México como Estados Unidos. A los 15 años todavía no sabía escribir, en ese momento fue enviado al White Memorial Hospital para someterlo a una cirugía de labio.

Su padre fue asesinado en Alaska en julio de 1968, mientras que su madre murió en un accidente de tránsito en marzo de 1972, cuando él tenía unos 13 años.

Los crímenes

Mauricio asesinó a cuatro personas, incluyendo a su media hermana de 17 años, entre 1978 y 1984, los tres últimos crímenes los ejecutó en 10 días. Todos los asesinatos ocurrieron en el condado de Los Ángeles.

El primer asesinato fue el de Troy Allison Crovella, en 1978, a quien le propinó más de nueve balazos. El joven tenía apenas 16 años y, según recopilaron Los Angeles Times y La Opinión, Mauricio se declaró culpable aunque dijo que Crovella le había disparado primero. Le dieron una sentencia por homicidio involuntario y fue puesto en libertad condicional el 7 de mayo de 1984.

Mauricio Silva, un asesino en serie. LA PRENSA /California Department of Corrections

Tan solo 11 días después de ser liberado, el 18 de mayo de 1984, mató a tiros al fugitivo Walter Sanders, de 16 años. Se sabe que ambos pretendían convertirse en socios en un crimen, sin embargo, Sanders pidió probar primero el disparo de escopeta de Mauricio, quien desconfió y le disparó cinco balazos en la cara, la cabeza, el pecho, la espalda y en el recto.

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El 25 de mayo cometió su tercer crimen. Le disparó cuatro veces a Monique Michelle Hilton, de 16 años, con la misma escopeta con la que asesinó a Sanders. El asesino en serie había acogido a Hilton mientras ella pasaba hambre y necesidades, no obstante Mauricio —convencido de que ella le estaba ocultando dinero— la mató en un camino de tierra en Antelope Valley, en el norte del condado Los Ángeles.

Tres días después asesinó a su media hermana, Martha Kitzler, de 17 años, a quien estranguló con sus propias manos antes de apuñalarla y cortarle la garganta. Ella era hija de su mamá, de su segunda relación, tras el divorcio con David, el progenitor de Mauricio. Supuestamente la asesinó porque ella lo corrió de su casa y le dijo que él había “desperdiciado su vida” en la cárcel.

El sueño de la víctima era ser modelo, pero fue truncado por su medio hermano, quien también abusó sexualmente de ella.

Se entregó y fue condenado a muerte

Los registros policiales indican, según Los Ángeles Times, que el 28 de mayo de 1984 Mauricio llamó a la puerta del Departamento del sheriff de Templeton, en el condado de San Luis Obispo y le confesó a la agente Marie Jones que había matado a tres personas.

Se entregó tras haber asesinado a su media hermana y se le ocupó la escopeta y un cuchillo con el que había cometido los crímenes.

Fue juzgado por sus crímenes en Los Ángeles, California, donde fue condenado el 17 de abril de 1985 por dos cargos de asesinato en primer grado (Sanders y Hilton), con un cargo de segundo grado (Kitzler). Los fiscales solicitaron la pena de muerte, sin embargo, su defensa apeló a esa solicitud argumentando los problemas de infancia que vivió Mauricio, en ese año el juicio terminó con un jurado estancado.

Sin embargo, el 11 de agosto de 1986, tras meses de deliberación, en un nuevo juicio el jurado por decisión unánime lo declaró culpable y condenó a muerte. En 2001, la Corte Suprema de California anuló la sentencia de muerte a Mauricio que tenía esperando su ejecución durante 15 años por los tres crímenes.

Aunque la sentencia de muerte fue anulada, sus condenas no lo fueron y fue sentenciado nuevamente a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. Posteriormente, de nuevo fue sentenciado a muerte.

LA PRENSA buscó el caso de Mauricio en el Departamento de Correcciones y Rehabilitación de California y se muestra que “el recluso está cumpliendo una sentencia de muerte y, por lo tanto, no es elegible para la consideración de libertad condicional”.

Captura de la búsqueda. LA PRENSA

En 2019, el gobernador Gavin Newsom firmó una orden ejecutiva para imponer una moratoria a la pena de muerte en California.

La orden evitará que el estado ejecute a los prisioneros al otorgar indultos temporales a los 737 reclusos condenados en el corredor de la muerte de California, el más grande de EE. UU. Mauricio sería uno de los indultados.

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